LA ESPERADA DESPEDIDA

  (ENTRADA 860)

 

Podría decir que como quien no quiere la cosa llegó mi última semana en la capital. Sin embargo, mentiría al hacerlo. Los meses desde las Navidades hasta ahora se me han hecho completamente eternos. Han sido meses muy difíciles en los que no tengo reparos en admitir que ha tocado fondo. Ahora, en el momento de la despedida, me invade la tristeza por haber perdido la vida que tan feliz me hizo.

Sin embargo, y al mismo tiempo, sé que la partida es una de las decisiones más acertadas que he tomado. También sé que una vez haya dejado todo esto atrás, recuperare el ánimo rápidamente. El lunes llevé a cabo la última limpieza de la casa, y guardé la aspiradora en el coche para llevársela a mi prima. Insistí a mi hermano para que le preguntara a su amigo si tenía que dar de baja agua y energía. Al final lo hizo y resultó que no tenía que hacerlo. Hay veces que mi hermano se bloquea sin motivo, aunque me ha sorprendido muy gratamente que haya querido ayudarme tanto al final. De hecho, me contactó para informarme que el día después de mi partida acudiría a mi casa con un socio de su amigo en la inmobiliaria para poder ver todo. Realicé el pago pendiente de la mudanza, y el miércoles ya tenía la casa reservada para la mudanza.

Curiosamente, Maxi contactó conmigo para explicarme que Hugo y él volverían a la capital en septiembre. Yo le hice ver que ya no estaría allí porque me mudaba. En mi casa pude despedirme de mi vecina María y mi vecino Miguel. Por lo demás salí a correr toda la semana, que se vio caracterizada por unas temperaturas extremas. Por ese motivo salí temprano y aproveché para pasar un rato en la piscina y disfrutar de esta por última vez. Me acerqué a comprar unos juegos nuevos, y al acabar “Last of Us”, que tanto me había gustado, decidí embarcarme en la segunda parte. También fui a por mi última compra de cómics, y aproveché para despedirme de la gente allí. Finalmente, preparé las llaves e hice una serie de videos para que mi hermano viera donde estaba todo.

Llegado el viernes, aproveché para desmontar la mesa que había serrado a principio de temporada y logré llevarla hasta un punto limpio. Después, me animé a salir y fui al bar garra a tomar varias cervezas. Me encontré con Emilio y Juan Toledo, de los cuales aproveché para despedirme. El bar estuvo bastante tranquilo y acabé por retirarme. El sábado fue igualmente tranquilo. Aunque se caracterizó por la bajada de la temperatura y las lluvias. Me sorprendió ver que el madero de la mesa seguía en el punto limpio, aunque se habían llevado la parte de las cajoneras. Seguí con el videojuego y por la noche volví a salir por el bar de la garra. Estaba más animadillo, y estuve al lado de un chico de camiseta roja muy atractivo, pero rodeado por sus admiradores y amigos. También llegó un rubio amigo de los habituales, que era guapísimo y estuvo charlando con el chaval moruno. Había muchos chicos guapos, pero como siempre me limité a tomar mis cervezas apoyado en la pared y sin hablar con nadie. Decidí marcharme, y por lo menos Emilio se despidió con mucho cariño.

El domingo fui a comer con mi hermano y mi primo Pablo. Antes logré dar de baja mis servicios de telefonía en el piso. Marcos no me confirmó que la inmobiliaria diera baja a agua y energía, algo que me molestó bastante. Sin embargo, la comida en el restaurante al que íbamos con nuestros padres estuvo muy bien. Tras llenar el deposito de gasolina y comprobar la presión de las ruedas, me animé a tomar algo en el bar caliente. Llegaron a entrar un par de chicos guapos, especialmente un teñido de rubio con barbita morena y un interesante atuendo. Sin embargo, estuve desubicado y acabé por marcharme. Así acaba mi última semana en la capital, con la esperanza de que el nuevo comienzo sea todo lo positivo posible. Ahora mismo me queda la tristeza de aquel sueño de tener una vida establecida en la capital, que terminó por desmoronarse. Supongo que habrá que quedarse con los recuerdos felices e intentar no ahondar demasiado en el pasado.

Saludos

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