Archivo para agosto, 2023

CUANDO TU VAS… YO VENGO DE ALLÍ

  (ENTRADA 819)

 

No me ocurrió al cumplir treinta y tampoco al cumplir cuarenta. Sin embargo, debo reconocer que estoy experimentando la crisis de los cincuenta. Tampoco ayuda que esta haya sido la última semana del verano, ya que el mal tiempo me lleva a marcharme. Ha sido el verano que más tiempo he estado aquí, más de dos meses, y el que más rápido ha pasado.

El final del verano siempre me ha causado una tristeza especial porque marca el final de una época. Sin embargo, el final de las Navidades siempre deja una sensación de nuevo comienzo. Por lo menos, los cuatro primeros de la semana han sido soleados y he podido disfrutar de la playa. Aunque ha coincidido marea baja, no ha habido manera de lograr un encuentro con el chico de la sombrilla. Cada vez que yo iba el volvía. Hubo un día que estuvimos a punto de coincidir, pero ya estaba de retirada después de nadar en una zona de rocas más allá de la Colmena. Tampoco han acudido otros chicos atractivos como el del bañador negro, el rubio o el Depredador. El lunes llegué para ver sus cosas y descubrir que ya estaba en las rocas, pero tenía que comer y para cuando acabé ya había regresado. El martes tuve la mala suerte de encontrarlo de charla con Carpanta, y tampoco fue a la rocas. Sin embargo, tuve que escuchar las supuestas aventuras del baboso de Carpanta desde mi toalla. Un pesado me siguió hasta la zona de rocas que he mencionado, y tardó en intuir que no estaba interesado. El miércoles fue el día en el que el chico de la sombrilla pudo verme nadando en la zona de rocas, pero no vino hasta mí. Al marcharme, la Colmena estaba llena de moscones, que probablemente tenían problemas con una chocholoco que suele cruzar la zona para ir a nadar más allá de donde yo me encuentro. Ese mismo día charlé con Gandalf sobre la aparición de medusas por la playa, y le indiqué que había visto una varada en las rocas. El chico guapo que se mueve de un lado a otro de la playa estaba allí, pero no me pareció que se fijara en mi en absoluto. El jueves fue el último día de playa del verano, que ya parecía anunciarse cuando nos cubrieron las nubes. Cuando llegué a las rocas, el chico de la sombrilla salía de allí. Al volver tras pasar un rato de soledad, ya estaba con su pareja. Sin embargo, ambos fueron a las rocas y al regresar la pareja parecía enfadada por algo. Me dio la sensación de que usaba al chico de la sombrilla para conseguir terceros atractivos. Pasado un rato me marché de mi playa, con la esperanza de poder volver el año siguiente.

Una cosa positiva es que acabé los seis libros de “Cazadores de Sombras”, e incluso empecé uno de Albert Espinosa que me ha conmovido bastante. A lo largo de los cuatro días de playa pude disfrutar de alguna sorpresa inesperada. El lunes saqué varias fotos de mi coche para poder sacar un seguro nuevo con franquicia y así no gastar el pastizal que me pedían por la renovación. Por la noche estuve tomando algo con la pandilla de la ruta de vinos, y estrené la camisa que me habían regalado y que me sentaba bastante bien. El martes aproveché para llenar el deposito de gasolina, y así estar preparado para el inevitable regreso a la capital. Por la noche me animé a ir al cine para ver “Blue Beetle”, que me pareció simplemente pasable.

En lo relativo a contactos, el niñato de diecinueve años buenorro volvió a contactar conmigo, pero le di largas por la mala contestación que me había dado y no haber podido quedar en dos meses. El miércoles fui al bar, donde me encontré con Antonio y Roberto. Miranda estaba allí, pero como siempre no hubo forma de establecer contacto con él. Eso sí, me llevé una gran sorpresa la madrugada del jueves, cuando un chico llamado Jorge vino a casa para pasar un momento formidable. Además, pareció interesado en repetir y me pasó su contacto para hacerlo así. Esa noche salí a la ruta, donde pude ver a Marisa con el grupo, pero solo me encontré con Roberto en el bar osuno. Miranda no estaba y solo vi a una parejita muy mona que estaban liados. Durante la semana salí a correr todos los días, y el jueves lo hice por la tarde debido al encuentro con Jorge, y me encontré con mi primo Pablo durante el recorrido.

El viernes fui a comer enfrente de casa, y Jorge me dio largas para quedar esa noche, alegando un cambio de horario en el trabajo. No supe si creerle, pero salí a tomar algo a la ruta, donde le explique a Susie que había decidido marcharme el martes debido al mal tiempo que habría toda la semana. Ramón me acompañó al bar osuno, que encontramos muy animado para nuestra sorpresa, pero sin gente atractiva. José Casado había regresado a la ciudad, y contactó conmigo. Resultó que había estado en el bar, pero no habíamos coincidido. Me propuso la posibilidad de quedar el lunes por la mañana, pero lo vi poco factible. También vi al bombero en el bar observándome, pero muy estropeado. Con un poco de bajón por no haber tenido otro encuentro con Jorge, me retiré a dormir. El sábado Jorge contactó conmigo con la intención de pasarme su nuevo horario de curro y poder quedar. Sin embargo, cuando le dije que me marchaba el martes, me explico que no podía ser. Por la noche estuvo lloviendo, pero fui a la ruta, donde Susie se mostró comprensiva al ver que estaba de bajón. Ramón y yo fuimos al bar osuno, donde nos cruzamos con José Casado. Sin embargo, solo pudimos compartir un beso en el baño y acabé solo, llegando a resbalar en el suelo y siendo ayudado por osos.

Mi prima me invitó a comer rollo de bonito el domingo, y por la noche me animé a ir al bar osuno para despedirme de Victor. Allí me encontré con Luis, y la verdad es que estuvimos de charla hasta el cierre de muy buen rollo compartiendo nuestras experiencias. Ya al cierre, me despedí de Victor y me retiré, quedando solo un día para volver a la capital.

Saludos


50

  (ENTRADA 818)

 

El paso del tiempo es inexorable y este fin de semana llegó el día de mi cincuenta cumpleaños. Así que ya puedo decir que he vivido medio siglo de aventuras y desventuras y que ya ha transcurrido más de la mitad de mi vida. No puedo decir que haya sido un mal comienzo, aunque tampoco ha sido una semana destacable. Veremos si la cosa mejora.

La semana comenzó con el día de los fuegos, que prometía mucho pero no resultó ser una buena noche. Por la tarde fui a la playa, donde volví a ver al chaval alto sexy, aunque una vez más no pasó nada. Como siempre acudí a la cena con mis amigos de toda la vida. La compañía de algunos siempre es bienvenida, aunque otros como Garrote me provocan algo de rechazo. Por fin pude ver a María y Jorge, así como a Alberto y Carmen. Como siempre, esperamos hasta el último segundo para pegar, y estuvimos a punto de no llegar a ver los fuegos. Los vimos desde la playa, porque coincidía la marea baja. Fuimos a la cervecería de siempre tras los fuegos, donde vimos a Esteban y su pareja. Yo me escapé para ir al bar osuno, que estaba hasta la bandera de gente. Nunca lo había visto tan lleno, pero Ramón no se animó a bajar y tampoco estaba el grupo del Cojo. Roberto fue el único que pasó por allí, y me presentó a un tío que no estaba nada mal, llamado Sergio, aunque era mayor que yo. El caso es que acabamos besándonos y yendo a mi casa, donde se echó atrás y acabó marchándose dejándome colgado. Lo peor es que perdí el resto de la noche, porque para cuando se había marchado, el bar ya había cerrado. Al día siguiente fui a comer a casa de mi prima, que había preparado calamares en su tinta. Tras la comida pasó por mi casa para coger mi material de pintura, porque había decidido pintar toda la casa. Por la tarde se puso a llover y acudí al bar osuno, porque Víctor había decidido abrir por ser festivo. El bar estaba matado y de esta forma se puso punto final a la Semana Grande de mi ciudad natal.

El miércoles hizo un mal día y me acerqué al centro comercial con la esperanza de encontrar unas películas, pero no hubo suerte y solo encontré una de las tres que necesitaba. Por la noche me acerqué a la ruta de vinos, donde estuve charlando con Ramón y el resto de la pandilla. Acudí al bar osuno, pero me encontré conque Álvaro estaba trabajando esa noche. Había un grupo dando el cante, y Álvaro acabó dejándolos fumar cuando cerró antes de la hora como siempre. Ya de jueves hizo un buen día, pero fue el que Bea eligió para ir a la Feria. Como casi no los había visto durante el verano, decidí cancelar la playa y acudí a su encuentro en el campo de futbol cercano. Santi se animó a venir y los tres comimos en la Feria. Pablo se nos unió después, aunque al final no compramos nada porque no había novedades y yo tampoco encontré una mesa elevadora. Nos reunimos con Natalia, que tenía un gran cabreo porque su hijo había perdido el aparato dental diez días atrás y lo había confesado ese mismo día en la consulta del dentista. La calmamos entre todos y decidimos cenar en una pulpería cercana. Después acudí al bar osuno, donde cumplí 50 años al dar la medianoche. Ramón decidió pasar por allí, pero no se acordó de felicitarme. A pesar de esto le presenté a Roberto, que estaba por allí y Ramón acabó saludando al antiguo dueño de la discoteca gay que ya había cerrado.

El viernes fue el día de celebraciones forzadas. Invité a Lucia y familia a comer, así como a Jorge y su esposa que estaban de visita. La comida estuvo bien, a pesar de que la política estuvo a punto de crear tensión porque la mujer de Jorge no es de nuestro “bando”. Jorge estaba un poco frustrado porque habían llegado para tener que ponerse a pintar. Lucia intentó colarme a gente en casa, pero la paré en seco. Por la noche acudí a la ruta de vinos, donde la pandilla me regaló una camisa rosa que me encantó, y yo les invité a dos rondas. Ramón y yo fuimos después al bar osuno, que estaba muy animado para ser un viernes. Cuando me quedé solo, Víctor me invitó a una cerveza y un chupito, y acabé retirándome harto de la Estrellita Castro. Durante la semana intenté hacer contacto con mi tocayo camarero, pero parece que le van gordos osunos.

Ya de sábado hizo un día malísimo, por lo que me quedé tranquilo en casa sin poder ir a la playa. Por la noche se puso a llover con fuerza, por lo que el bar estuvo bastante vacío. Estuve con Antonio y Roberto hasta la llegada de Ramón, que estuvo un rato por el bar hasta marcharse. Aunque había algún chico guapo, todos estaban acompañados y acabé por marcharme cuando el bar ya estaba prácticamente vacío. El domingo también hizo mal tiempo y me quedé en casa tranquilo. Chateé con José, el tío casado de la capital, que resultó haber estado en mi ciudad natal con su pareja. La verdad es que me fastidió que no contactara conmigo, pero lo acepté con resignación. Por la noche fui al bar osuno, pero estaba matado y Víctor estaba chorreando por una pareja de turistas que le parecían muy guapos. Cuando se fueron charlamos un rato, pero me marché cuando creí ver al antiguo camarero José entrando en el bar. Y así acabó la semana de mi cincuenta cumpleaños, sin pena ni gloria.

Saludos


LA COLMENA

  (ENTRADA 817)

 

Lo más destacable de esta semana ha sido que hemos disfrutado de un clima excepcional. La marea ha estado baja a principios de semana, por lo que he disfrutado de excursiones por las rocas, y he llegado a cruzar la Colmena. Es así como llamo a una zona donde suele haber bastante cancaneo gay. Pero como uno es un desastre, tampoco ha ocurrido nada excepcional.

Después de mi encuentro con Caín, me desperté demasiado cansado el lunes como para ir a correr. Así que hice la comida y salí en directo a la playa. Fue allí donde hice una excursión hasta las rocas, desde donde vi como el chico de la sombrilla también salía, aparentemente detrás de mí. Aunque nos cruzamos y quedamos parados en el mismo sitio, no termino por ocurrir nada. No sé si por timidez, o porque no me encontraba atractivo. Es cierto que mientras que él atravesó la Colmena, yo no me atreví a ir detrás de él. Por la tarde recibí un toque e Pablo y me reuní con él, Santi y Natalia para cenar algo cerca de Begoña. Al acabar me encontré con el grupo para tomar un último vino, y ya después me retiré a dormir.

El martes logré salir a correr tras haberme recuperado. De regreso a la playa, realicé otra excursión en la que caminé más lejos en un intento de llegar a Isla Tortuga. Sin embargo, al llegar a una zona demasiado complicada, no me atreví a seguir adelante por miedo a que la marea me pillara, En la cala había un rubio con su perro, pero tampoco me animé a acercarme. El chico de la sombrilla volvió a pasar por las rocas, pero me ignoró. El miércoles fue cuando volví a una excusión, pero justo cuando llegué, el chico de la sombrilla se marchó. Esto me hizo pensar que realmente tenia interés cero en mí, aunque me sorprendió que su pareja no estuviera durante toda la semana. Eso sí, fue entonces cuando me animé a atravesar la Colmena, aunque solo conseguí que un tío moreno que no me interesaba me acosara.

Ese mismo miércoles tuve la cena de verano con Ramón, Susie, Antonio, Charo, Pilar y Eduardo. La cena estuvo bien, pero creo que Antonio logró imponer sus preferencias sobre las de los demás, con dos calderetas y un cachopo innecesarios. También me molestó la imposición de vino, cuando algunos habríamos preferido sidra. Me dio tiempo a tomar la última cerveza en el bar osuno, que no estaba demasiado animado. El jueves por la mañana me escribió un chaval llamado Juan que estaba de paso, y que vino por mi casa para pasar un rato genial que me subió bastante la moral. A pesar de esto, me dio tiempo a salir a correr con un calor tremendo, y después acudí a la playa. El chico de la sombrilla no estaba allí, pero pude ver al chico del bañador negro acompañado. Aunque hice una excursión a las rocas, no había nadie interesante, y justo cuando me marchaba vi como llegaba el Depredador y salía disparado en esa dirección. De regreso a casa me dio algo de rabia ver que Juan estaba en un trio, y que intentaba incluirme a través de mi perfil vacío sin saber que era yo. Aunque me escribió para contarme lo que estaba haciendo, no me invitó y eso volvió a provocarme un poco de bajón. Salí por el bar osuno, donde acudió un chaval peludo descamisado tremendo, pero que no me hizo ni caso.

A pesar de ese nuevo bajón, me animé el viernes debido al buen tiempo. De hecho, fue el día de más calor de la semana. Logré correr con gran esfuerzo y después fui a la playa para encontrarme un panorama tropical. El mar estaba como un plato y con marea alta. Curiosamente, la playa estaba casi vacía por lo que hice una excursión por las rocas hasta una zona en la que se había creado una laguna que impedía el acceso a pie a la Colmena. Nadé por allí, pero no me animé a llegar a la Colmena porque ya había allí un paisano de edad avanzada revoloteando. Aunque no pude triunfar, esos baños en la zona de las rocas fueron simplemente formidables. Estuve cinco horas en la playa, pero acabé por retirarme agotado por el calor y a pesar de que había un chico alto fibrado tremendo por allí. Por la noche salí al bar osuno directamente, pero no estaba demasiado animado. Lo que fue devastador fue ver a un chico espectacular liándose con un viejuno del local. Yo estaba con el Cojo y con Antonio, que se mostró tan indignado como un servidor. La verdad es que me jodió no triunfar con él, y no voy a negar que me reconcomió la envidia.

El sábado hizo mal tiempo, por lo que opté por descasar toda la tarde tras salir a comer al restaurante enfrente de casa. Por la noche salí al bar, que estaba flojo al principio, pero se fue llenando. Ramón llegó pronto porque la pandilla de la ruta de vinos tenía otros planes, y también pasé tiempo con el Cojo y su pandilla. Antonio se llevó un revés cuando el tío con el que estaba liado le dejó colgado, y la verdad es que le entendí perfectamente. Con el bar ya prácticamente vacío, me retiré a dormir. El domingo lo pasé en casa tranquilamente y charlé con Juan Carlos por teléfono. Marcos parece querer venir la última semana de agosto, cosa que me anima para que retomé contacto con la casa, pero me jode un poco el final del verano. También he charlado con Alex, con quien sigue en pie la quedada de toda una noche cuando vuelva. Por la noche volví al bar osuno, que estaba matado. Me jorobó que el nuevo DJ, tocayo mío, pasara de mí aun teniéndome cerca en la app, pero por lo menos tomé algo tranquilamente antes de irme. De esta forma, va quedando menos tiempo para el final del verano.

Saludos


CAMBIOS DECORATIVOS

  (ENTRADA 816)

 

La semana ha sido una mezcla de mal y buen tiempo, pero lo más destacable es el cambio decorativo que he llevado a cabo en el salón. Con la llegada del nuevo sofá, retiré la mesa camilla y dos de las sillas que lo acompañaban. De este modo, el salón me quedó mucho más moderno y rejuvenecido.

El lunes hizo otro día de verano espectacular, y es que este verano ya llevamos varios de ese nivel para mi sorpresa. Aunque el día fue genial, me llamaron para concertar la entrega de mi nuevo sofá justo cuando estaba en la playa, que lamentablemente no tiene cobertura. Por la noche recibí un toque de Caín, pero quería quedar para un trío, y yo no estaba por la labor de otra rayadura mental como la vez anterior. Estuve tomando algo con los chicos en la ruta de vino, y le entregué a Susie unas pajitas flexibles, porque me había dicho que las necesitaba para una paciente con problemas de movilidad. Al día siguiente recibí la llamada para la entrega del sofá al día siguiente, y después pude ir a la playa. Sin embargo, el día se estropeó y resultó en que no acudiera demasiada gente. Estaba el Depredador alto, que curiosamente se puso cerca de mí, pero otro río con rasgos árabes no le quitaba los ojos de encima. Aunque Pablo me dio un toque para tomar algo, estaba demasiado cansado y tenía que madrugar para la entrega del sofá.

Afortunadamente, el sofá llegó sin mayores problemas y se llevaron el viejo de una vez por todas. Uno de los portadores estaba buenísimo, era un rubiazo de ojos azules y brazacos, aunque el otro dejaba poco que desear. Justo en ese momento recibí un toque de mi prima Victoria, que había llegado a la ciudad en compañía de dos amigas. Fui a desayunar con ellas y les enseñé lo bien que quedaba el sofá nuevo. Después fui a saludar a los chavales, y me encontré con un Víctor bastante cambiado y con un corte de pelo genial. Teo, Arturo y Víctor venían acompañados del hijo de una de las amigas de Victoria y estuvimos charlando sobre videojuegos durante un rato. Como el día se tornó lluvioso, fui a comer algo enfrente de casa y después pasé a preguntar por la mesa elevable en una tienda cercana en casa. Lamentablemente, ya la habían vendido y no pudo ser. Por la noche fui a tomar algo al bar osuno, donde me senté al lado de Miranda. Sin embargo, este me daba la espalda y terminó por marcharse. Su amigo se quedó a mi lado, pero tampoco me habló. Lo gracioso es que de vuelta en casa descubrí que me había dado un tap en la App. Víctor también me contó que había llevado a cabo su viaje ese día, porque el domingo Álvaro había pinchado la moto. La verdad es que hay ocasiones en que es difícil entender a la gente.

El jueves continuamos con el mal tiempo y fui a comer al bar de la plazuela. Por la noche me acerqué a tomar algo al bar osuno, donde estuve de charla con Víctor y vi como varios turistas visitaban el bar y llegaban a tomar fotos, lo cual fue cuanto menos gracioso. De regreso a casa me deshice de la mesa camilla de una vez por todos. El viernes acabé con mi rutina de correr satisfecho porque los dos últimos días había conseguido obtener tiempos de treinta cuatro. Mi hermano me informó que ambos trasladábamos nuestros fondos menos rentables al que si lo era. En el salón coloqué la antigua mesa de café delante del sofá, aunque comprobé que me costará acostumbrarme a comer ahí. Eso sí, el salón ha quedado más espacioso y bastante más rejuvenecido. Lamentablemente, no me arriesgué a ir a la playa, y acabé perdiendo una tarde estupenda. Por la noche salí directamente al bar de camisa negra, y lo encontré muy animado. Ramón llegó al poco tiempo y estuvimos de charla con la Wikie. Miranda estaba allí, y empiezo a pensar que Ramón puede tener razón al señalar que va de sobrado. Cuando Ramón se marchó, la Wikie me contó como su marido llevaba ya trece años en una residencia y sufriendo de demencia. La verdad es que me quedé bastante tocado por eso. Ya con el bar medio vacío, opté por irme.

El sábado salí a la playa, pero el día acabó nublándose. La marea estaba más baja que nunca, por lo que pude ir andando a la cala abandonada. Fue un paseo genial, aunque tuve que evitar a algunos moscones. De regreso a la toalla pude comprobar que bañador negro y su amigo teñido habían llegado. Más adelante se fueron a las rocas cuando la marea ya estaba alta. Aparentemente, el teñido buscaba jaleo y no lo encontró, aunque no sé si el bañador negro también lo buscaba. La verdad es que ambos son unos bellezones. El día lo estropearon no solo las nubes, sino la presencia del baboso, que una vez más realizó un viaje a las rocas. De hecho, a la hora de marcharse fue subiendo lentamente por el sendero, para ver si el teñido y el bañador negro lo alcanzaban de alguna forma. Caín me escribió para invitarme a un casting organizado por su jefe y la verdad es que me hizo gracia, aunque no me animé a meterme en un embolao de esas dimensiones. Acudí al bar osuno, donde me encontré con Rubio y Muermo. Para mi sorpresa, el baboso de la playa apareció por allí y saludó a Juan. Después descubrí que lo llamaban el Carpanta, y que era del tipo “quiero pero no puedo”, por mucho descapotable que tuviera. La verdad es que nos reímos mucho, aunque ambos se fueron enseguida y me quedé con Ramón, hasta que también optó por retirarse. La verdad es que había más gente atractiva en el bar, pero tampoco conseguí nada.

El domingo amaneció nublado, pero me animé a arriesgarme e ir a la playa. La verdad es que acerté y disfruté de un día de sol genial. Sin embargo, las nubes de la maña echaron atrás a la gente, y la playa estaba bastante matada de gente. Como no había nadie en las rocas, llevé a cabo una larga excursión y llevé el móvil para sacar fotos de la cala abandonada que tanto me fascina y de toda la zona de las rocas. Me marché justo cuando llegaban los moscones de edad avanzada en busca de jarana. A la playa llegaron el chico de la sombrilla y su pareja, aunque para mi sorpresa llegaban de la zona de las rocas. Más adelante llegaron tres chavales tremendos con una amiga, uno de ellos con bañador naranja, y una parejita bastante maja, pero ya opté por retirarme al estar cansado. Tras cenar algo y convencer a Caín de que no iría al casting, me acerqué al bar osuno. Allí estuve con Cojo y Antonio charlando, y descubrí que el pobre Victor tenía que lidiar con dos colocaos en el baño. Tras el cierre del bar fui a casa y Caín me convenció para quedar. Aunque fue mucho mejor, la quedada incluyó excursión nocturna a por algo de tema y Caín volvió a intentar colarme un tercer visitante. Afortunadamente no cedí, pero me acosté al amanecer consciente de que había perdido toda la mañana.

Saludos