Archivo para marzo, 2020

ADIÓS PAPÁ

  (ENTRADA 641)

 

Durante los últimos catorce meses hemos luchado en un constante tira y afloja para que mi padre superara sus múltiples problemas de salud. Ha sido una constante montaña rusa, intentando que lograra reponerse del todo y la operación de corazón de mi padre era nuestra última esperanza. Sin embargo, en ocasiones la vida se reduce a mera mala suerte. La pandemia de coronavirus nos invadió, la operación de mi padre fue cancelada, y al final ha sucumbido el sábado a este nuevo intruso que ha azotado nuestras vidas.

No mentiría al reconocer que llevábamos la cuarentena con una gran tensión, pues la salud de mi padre era muy frágil después de llevar ya este año dos ingresos por urgencias, y pasar en el hospital veintitrés días en total. Al final el martes su salud pegó un bajonazo completamente radical. Partí a ayudar a mi hermano a llevar a papá hasta el hospital de siempre, donde tuvo que ingresar solo y donde descubrimos se había infectado con el coronavirus.

Dejar a tu padre solo en el hospital, es algo desgarrador. Que yo tuviera que despedirme a tres metros de él, aún peor. Y el caso, es que sabía que era la última vez que le veía, y allí se quedó en planta porque no sobreviviría a la UVI. El viernes observaron que papá se estaba dejando, se había rendido. Hasta entonces le había llamado para saber de él, y la última vez que pude hablar con él fue para que me dijera que se encontraba mal. Permitieron que mi hermano, que ya había superado el virus, le acompañara para ver si así le podía animar. Así que mi hermano le acompañó con la protección adecuada, hasta que el sábado, su corazón tan grande y desgastado no pudo más. Justo ese día, mi hermano me había pedido que le acercara unos suministros. Lo más cerca que pude estar de mi padre fue la recepción, pero me queda el consuelo de mi hermano estuvo con él. Iban a ponerle la bomba de morfina, pero ni siquiera dio tiempo, se fue antes de que pudieran hacerlo. Siendo un servidor, paciente de riesgo, ni siquiera pude acercarme al hospital para despedirme. Esa noche instale una cama en el sofá de mi salón, donde estuve descansando como pude. Pendientes de las cenizas, sin poder realizar velatorio y ni la perspectiva de un cercano funeral, me uno a todos los que tanto están sufriendo por la pérdida de sus seres queridos.

Mi padre era un buen hombre. Sé que es fácil decir eso de un padre, pero debo resaltarlo. No era perfecto, nadie lo es, pero tenía una cualidad que yo siempre he admirado mucho, y que se convertirá en mi nuevo propósito. Daba sin esperar nada a cambio, era generoso por naturaleza. Era muy consciente de los orígenes tan difíciles que había tenido, y sabía lo que era pasar necesidad. Tampoco era una persona rencorosa, podía enfadarse con alguien y lo olvidaba todo en cinco minutos. Me ha tocado quedar huérfano a los 46 años, es demasiado pronto, pero hay ocasiones en las que hay que aceptar lo que te depara la vida, y seguir adelante. Ahora quedamos mi hermano y yo, y nos toca superar esto y seguir caminando, aun en medio de toda esta horrible crisis.

Mi consuelo es que mi padre por fin descansa otra vez y en compañía de mi madre. Ambos merecen ese descanso y nosotros nos merecemos también descansar y seguir adelante. Yo, personalmente, me quedo con muchos recuerdos muy bonitos, y elijo olvidar y descartar otra cosa que no sea esa.

A los pocos que puedan leer esto, os animo a cuidaros mucho y tener paciencia, con la esperanza de que llegue el día en que podamos recuperar nuestras vidas. A los que como nosotros, están sufriendo perdidas horribles, solo puedo enviar todo mi cariño y comprensión. Entiendo el dolor que están pasando.

 Un saludo, y un abrazo


OPERACIÓN CANCELADA

  (ENTRADA 640)

 

Una vez más la suerte nos ha dado de lado. Después de dos ingresos en lo que llevamos de año, veintitrés días de hospital, y considerable tensión, la operación de mi padre fue cancelada. Con las UVIs llenas de Coronavirus, operarle ahora sería una condena, pero al mismo tiempo nos quedamos con la incertidumbre de saber si papá logrará aguantar hasta que la crisis haya finalizado.

Fue el mismo lunes en el que teníamos que ingresarle cuando nos enteramos de la mala noticia. La verdad es que quedamos completamente devastados, y yo me quedé en casa mientras mi hermano y la cuidadora pasaban la cuarentena con mi padre. Aguantar en casa en cuarentena no supone ningún problema, pero la incertidumbre sobre el destino de un ser querido, que evidentemente va a menos, es innegable. Así que el lunes acudí a abastecerme para un par de semanas, de forma racional, y así no tener que salir de casa para absolutamente nada. Tras casi un mes de estrés, mi casa estaba patas arriba, por lo que también aproveché para realizar una buena limpieza a fondo, cosa que era necesaria. También aconsejé a mi hermano varias alternativas para tener comidas en casa para mi padre, que es algo selectivo en temas culinarios, quien también tendría que adaptarse.

El buenrollismo, los aplausos, los mensajes bonitos y optimistas no me convencen. Quizás sean necesarios, sobre todo los aplausos a los que están en primera línea de batalla, pero no me convencen. Yo he tenido siempre claro que nos vamos a zampar dos meses mínimos en cuarentena, y luego nos dejarán salir con cuentagotas… si todo va bien. Una de nuestras esperanzas es que al final el virus si sea vulnerable a las altas temperaturas. Esperemos que así sea. Sin embargo, me da la sensación de que la gente no es consciente de lo que nos espera, y que tras dos semanas encerrados, muchos tendrán serias secuelas psicológicas. Me da que vamos a tener para dos años de pandemia como mínimo… es solo un presentimiento. 

Todos los días de la semana he llamado a mi padre, que por lo menos parece haber mejorado bastante, aunque mi hermano tiende a estar nervioso y le administra las duchas. El jueves cayó el día del padre, aunque pasó bastante desapercibido. Ese mismo me llamó mi amigo Pablo de mi ciudad natal, y la verdad es que también me hizo muchísima ilusión y me sirvió de considerable desahogo. A lo largo de la semana, mi hermano descubrió que un amigo suyo había pillado el bicho, y yo que un celador amigo mío también lo había contraído. Ambos parecen haberse recuperado sin problemas.

El sábado me volvió a llamar Juan Carlos, algo que me hizo particular ilusión, la verdad es que charlamos durante largo tiempo. Qué pena, es otra de mis grandes desilusiones que no acabáramos como pareja, cuando ambos tenemos tanto en común. Por lo demás, aproveché el aislamiento para ponerme al día con mis series, ya que en el hospital no había podido hacerlo, y para realizar una muy necesaria reorganización y limpieza de la cocina. El resto del tiempo lo he pasado con la consola que ayuda a que los días transcurran rápidamente. Solo espero que la mala suerte no  nos siga acompañando, y que mi padre logre aguantar esta crisis para poder ser operado.

 Saludos


DEL HOSPITAL A LA DESOLACIÓN

  (ENTRADA 639)

 

Hay veces que la vida se complica, y eso es normal, natural. Pero hay otras ocasiones en las que parece que las complicaciones no cesan en ningún momento. Llevamos un año de pesadilla, todo se nos ha torcido. Cuando por fin nos dan el alta, a punto de que mi padre se opere, hemos caído en pleno Estado de Alarma, con el puto Coronavirus jodiendo la vida de todos, especialmente a mi padre sin que lo haya contraído. Hemos salido del hospital para caer en la más absoluta desolación.

La semana sirvió para que mi padre fuera finalmente intervenido mediante cistoscopia, y cortaran todas las lesiones dejándolas cauterizadas. Solo tuvo que estar un día más con los lavados, y después de esto las cosas mejoraron. A pesar de esto, todavía hubo tiempo para que nos tocara una enfermera sabelotodo que por fortuna no empeoró las cosas. Como consecuencias de todo esto, mi padre también ha desarrollado una paranoia comprensible. Al final confundía espasmos con el problema de estreñimiento que había tenido, y que había logrado superar.

Tras la intervención, le quitaron los lavados aunque seguía con la sonda. El miércoles noche las enfermeras no quisieron quitarle una obstrucción de la sonda, y decidieron volver a enchufarle los lavados. A la mañana siguiente el urólogo quería retirarle la sonda, y se cabreó bastante al ver ese panorama. Me aseguró de que no quedaban coágulos mediante una ecografía, y le retiró la sonda. A partir de ese momento, mi padre volvió a orinar de forma normal, aunque todavía tuvo sus comederos de coco, sobre todo por la noche, al pensar que estaba obstruido, cuando al final solo necesitaba ir al baño. Ese mismo jueves fue cuando saltaron las alarmas por el Coronavirus. Yo había observado menos gente en las calles cuando salía a dar un paseo para despejar del hospital. Sin embargo, los chavales seguían reuniéndose para hacer botellón en el parque ajado.

Con el alta del viernes, llegó el Estado de Emergencia. La médico nos aseguró que operarían a papá el martes, pues era un caso de emergencia. Sin embargo, esto no pudo evitar que nos sintiéramos intranquilos. Lo primero que hice fue ir al centro comercial a hacer una compra para no necesitar salir de casa. Mi padre y mi hermano fueron a su casa con la cuidadora, y yo empecé a intentar desconectar de mi estancia hospitalaria. Lamentablemente, los bares estaban cerrados y había que quedarse en casa. Después de trece días de hospital, no pude ver a mis amigos ni tampoco a mi mejor amigo Juanito. El pobre estaba completamente paranoico con la situación, y es que sé que este tipo de aislamientos le afectan mucho. A pesar de conocerlo, lo encontré especialmente de los nervios. A pesar de esto, pude poner en orden algunas cosas, y retomar la consola, que en aislamiento iba a ser algo usual. Una de las cosas que me molestó fue que mi hermano optara no quedarse con mi padre esos dos días, sobre todo después de librarse del hospital todo lo que llevabamos de año.

El sábado la rutina fue muy sencilla, quedarme en casa, relajarme con la consola e intentar descansar después del estrés al que había estado sometido. Sin embargo mi hermano se obsesionó el domingo cuando mi padre tuvo unas décimas de febrícula. No parecía ser nada de coronavirus, sino de retención de líquidos. Sin embargo, al ver la evolución de mi padre, me pareció que era otro caso de paranoia por parte de mi hermano. Por la tarde, Juan Carlos me dio una llamada que me alegró considerablemente, sobre todo porque estuvimos hablando largo rato. Finalmente me acosté, con la esperanza de ingresar a mi padre al día siguiente y que pudieran operarle el martes.

 Saludos


EL ALTA MÁS CORTA DE LA HISTORIA

  (ENTRADA 638)

 

Definitivamente estamos gafados. Por mucho que uno intente ser optimista, y tampoco logro serlo mucho estos días, si las cosas se nos pueden torcer, se nos tuercen. Se suponía que íbamos a poder marcharnos en dos días, pero no hubo forma de que pudieran adelantar la cistoscopia, que teníamos el jueves. Así que después de la gastroscopia del lunes. Así que pasamos días encerrados en el hospital para nada. Pero lo peor es que a punto de marcharnos a casa, se nos vino abajo el alta cuando un coagulo le impidió mear a mi padre. Así que nos quedamos otra vez para embarcarnos en sondas de lavado. El alta de media hora fue la más corta de la historia.

La semana hospitalaria comenzó con dificultades, ya que el lunes desperté tras haber sufrido un fuerte insomnio. Una vez entré en las rutinas de comer en el italiano y cenar en el Hierros en frente del hospital, Mi padre se sometió a la gastroscopia, que no reveló ningún problema. El sangrado en heces de mi padre se debía al anticoagulante. Yo estuve esperándole en la zona de las colonoscopias, donde el médico de las mismas no me reconoció.

Ya de martes nos enteramos que no íbamos a poder tener la cistoscopia hasta el jueves. Esto me cabreó mucho, porque considero que el colega de mi hermano podría habernos echado un cable, y no hubo forma. No hay cosa que más me irrite que los jefes con complejos. Hasta mi hermano tuvo que ceder ante la enorme decepción que nos embargó. También me molestó que mi hermano se olvidara de cubrirme para poder ir a la junta del garaje de mi casa. Lily también me cabreaba con sus contestaciones, y me da la sensación de que se siente muy protegida por papá. Yo le hice saber a mi hermano que no la cubriría nunca más.

El miércoles fue el día de espera, y se nos informó que un segundo Tac Craneal de mi padre no revelaba nada. Así que nos limitamos a pasar el día, y al anochecer di un paseo más largo para desconectar, llegando a ver el Faro de Moncloa en un descampado, y cruzándome con algún estudiante atractivo. Por lo menos pude desconectar con la esperanza de irnos al día siguiente. Sin embargo el jueves comenzó mal, con Lily llegando veinte minutos el día de cistoscopia, Esta reveló lesiones cancerígenas que serían intervenidas el martes de la semana siguiente. Aunque no podía entender por qué no lo habían hecho entonces, lo acepté porque nos daban el alta. Tal y como he escrito, a la media hora mi padre fue incapaz de orinar al tener coágulos que le obstruían. A mi mes mosqueaba que estuviera con tanto sangrado, cuando antes lo tenía, pero podía orinar los coágulos. Así que desesperado, tuve que aceptar que nos quedábamos ingresados hasta la semana siguiente, mientras la sonda y los lavados regresaban a nuestras vidas un año después.

El viernes comenzó el fin de semana y me animé dar otro paseó para relajarme, aunque con más luz, pero la noche fue complicada cuando mi padre comenzó a sufrir espasmos, y algún atasco en la sonda. Una ves más pude escuchar como los chavales salían de fiesta, mientras yo estaba encerrado en la habitación de un hospital. Al día siguiente, ya sábado, mi hermano me comentó que no había respondido a una llamada de nuestro tío Juanjo, y le indiqué que lo hiciera para que no me tocara a mi también. Se olvidó, y me tocó la llamada en plena misa, ceremonia en la que el sacerdote estuvo particularmente pesado alargando una oración por las vocaciones. Esa noche fue de pesadilla, mi padre sufrió mucho debido a varias obstrucciones. Precisó de diez lavados, y ninguno de los dos logró dormir lo suficiente. Por lo menos pude recibir mi paquete de cómics, que me proporcionó algo de material para leer.

Ya de domingo, ambos estábamos agotados, pero los espasmos de mi padre cesaron, y las cosas volvieron a la tranquilidad. Pude pasar por casar a cambiar de ropa y desconectar un poco con el juego Odyssey, mientras mi hermano me cubría. Fue una pequeña desconexión que la verdad me vino muy bien. Juanito me envió recuerdos de todos, y una foto en la que salía con Juan Carlos. La Rusa también me envió muchos ánimos, algo que sinceramente aprecié. Me pareció fatal que después de todo lo pasado, Lily se tomara la tarde para una de sus reuniones de baile, y así se lo hice saber a mi hermano. Ese es un tema que debemos de zanjar de una vez por todas.

Hace alrededor de nueve meses, Juan Carlos me había llamado por teléfono para interesarse por la Tavi de mi padre. Ilusionado entonces porque se convirtiera en mi pareja, creé su perfil eligiendo una foto de su caralibro. Era una foto preciosa en la que salía muy guapo, y que había sido modificada para que pareciera un óleo, Me parecía la foto perfecta para recibir sus llamadas. Nunca me llamó desde entonces. El domingo por la noche lo hizo para interesarse y me gustó ver la foto de llamada que nunca había visto. Sin embargo, mi atracción por Juan Carlos ha sido otro de mis grandes chascos en el último año. Cosas de la vida, supongo.

 Saludos


TERCERA CAÍDA, QUINTO INGRESO

  (ENTRADA 637)

 

Cuando las cosas no quieren salir bien, y se ponen en tu contra, solo queda desolación. Después de una semana de pruebas y concretar fecha para la operación definitiva de mi padre, éste ha sufrido una caída y tiene sangre en las heces. En esta ocasión, ha sido incompetencia de la cuidadora, un accidente que podría haber sido completamente evitable. Así que el domingo hemos ingresado de nuevo en el hospital.

La semana se torció para mí por completo cuando sufrí una lumbalgia mientras corría el jueves. Esto me dejó varado y sin poder practicar ejercicio hasta quien sabe cuándo. No sé por qué todo se suele complicar siempre a un mes de que me toquen mis pruebas analíticas. En lo relativo a mi padre, nos hicieron madrugar un montón para su resonancia y su tac del martes, porque tenían problemas con la maquina y el técnico tenía que estar presente. Las pruebas dejaron machacado a papá, sobre todo la resonancia magnética, y encima teníamos que ir a conocer al cirujano al día siguiente. Llegué a casa completamente agotado y como se me echaba encima decidí salir a tomar unas cervezas. La verdad es que la noche me la alegró un chaval majete, aunque algo bebido, que estuvo muy gracioso conmigo y me arrancó una sonrisa. También pude ver brevemente al cubano y su amigo. Sin embargo, no me animé a continuar la noche a otro bar con él, porque estaba cansado y el cuerpo no me pedía nada. Además, ya había logrado alegrarme algo.

El miércoles fuimos al hospital de las afueras, donde por un error del sistema nos tuvieron esperando dos horas, que dejaron a papá aún mejor. Sin embargo, el cirujano, que parece ser es una eminencia, nos transmitió toda confianza. Efectivamente no había más remedio que operar, y se concretó que el diecisiete de marzo tendría lugar la operación. Tras informar a familiares varios, regresamos a casa, y yo volví a salir por la noche, para intentar relajarme algo. Estuve tomando algo a solas, aunque Miguel estuvo muy majo conmigo. Otra característica de la semana fue que por lo menos había acabado todo el trabajo que me quedaba, y podía dedicar a la consola.

Después de la lesión del jueves, me animé a salir, pues al final del día llevaba las cosas mejores, y me apetecía estar con Juan. En el bar había tres tíos, uno de los cuales me sonaba un montón. Era muy hiperactivo, tocándose el pelo todo el rato y con una sonrisa que me sonaba un montón. Sin embargo, no pude recordar de que era. David pasó por el bar y estuvo muy majo saludando a ambos. Juan me comentó que Javi le había dicho de rumores sobre el despido de uno de los camareros, pero le di poca confianza al rumor. De todas formas, si fuera verdad sería Javi el perjudicado, pues ha demostrado ser un camarero bastante malo.

El viernes no podía ir a correr por la lesión y fui a comer con mi padre. La cuidadora ya me mosqueó pidiéndome que estuviera al día siguiente a la una para poder ir al carnaval, y llegando tarde a casa. El resto de la tarde lo pasé con la consola, y tuve la suerte de aprender por fin una técnica para que el arroz me saliera estupendamente. Por la noche el bar estaba matado, pero pude estar en compañía de Juanito, que me animó bastante, y vimos brevemente a Juan Toledo y su pareja que lucía un precioso chupetón en el cuello.

El sábado mi prima fue a hacer comida, y todos comimos en casa. La verdad es que la comida estuvo bastante bien, y yo pude retirarme pronto, sin saber el desastre que provocaría la sustituta de la cuidadora. La tarde la pasé tranquilo y acabé quedando con Carlos cuando me envió un mensaje, aunque la verdad es que por orgullo no debería haber aceptado. Tampoco fue gran cosa, aunque un poco me pude desahogar. La noche fue extraña en el sentido de que no había mucha gente de la habitual. Fran estuvo brevemente con su nueva extraña amiga, y ni nos cruzamos. Si pude ver brevemente al Cubano y su amigo, y me pareció que un chaval con un aire a Chayanne me miraba, pero como siempre, la timidez me pudo más que otras cosa. Tras charlar con Juan, cerramos el bar y nos fuimos.

El domingo se desató la pesadilla, al recibir un mensaje de mi hermano. Papá se había caído a la una y media de la mañana y la cuidadora no había llamado para avisar. Tenía un moratón enorme en la parte trasera de la cabeza, y aunque el cardiólogo deseaba interrumpirle el anticoagulante, no había podido ser porque la cuidadora no había esperado a la respuesta. Además, había sangre en las heces, por lo que fuimos a urgencias. Tras dos horas de espera, parecía que volvíamos a casa porque todo estaba bien con el Tac y aceptable con la analítica, pero la foto de las heces hizo que quisieran ingresarle, y me tocó volver al hospital, sin tener en cuenta que en dos semanas me queda el ingreso por la operación. Todo por una cagada del personal al que pagamos una pasta gansa, y la necesidad de carnaval a dos semanas de una operación que puede devolverle la vida a papá. Así que recogí todo y regresamos a la novena planta donde empezó todo, pasando allí la primera noche, con la esperanza de poder volver a casa y descansar antes del ingreso definitivo. Realmente es una situación desesperante, en la que no puedo evitar el presentimiento de estar llegando al final, en lugar de a un nuevo comienzo.

 Saludos