Archivo para enero, 2020

OLLA DE EMOCIONES

  (ENTRADA 632)

 

En la semana hemos podido ver un atisbo de mejoría en la evolución de mi padre, aunque todavía seguimos algo estancados. También ha sido la semana en la que he podido tener un breve reencuentro con Giaco, al que me alegró volver a ver en el bar. Desgraciadamente, mi buen amigo Juanito tuvo una perdida familiar que le ha dejado muy tristón. En fin, que se podría decir que la semana ha sido una olla de emociones.

La semana comenzó con un poquito de nieve durante unos breves minutos. Con todos los problemas relacionados con el temporal, me encontré con el parque cerrado dos días. A pesar de esto salí a correr todos los días de la semana y pude ir a nadar un par de ellos. Coincidí con Azar, a quien encuentra cada vez más espectacular. En lo relativo a papá, cuando mi hermano iba a comer con él, parecía estar mejor, pero por la noche siempre se me quejaba de lo dolorida que tenía la espalda. Sus tobillos se hinchaban a lo largo del día, y le salieron algunas manchas por el adiro. Aunque el lunes había salido a comer fuera, mi hermano había decidido que no era bueno, con lo que se aumentó la inactividad. Como mi opinión no cuenta, no quise discutir, pero creo que mi hermano se equivoca con su excesiva preocupación. También me molestó descubrir que al final no había contactado con el fisio. El médico siguió dándonos instrucciones a seguir, y la cosa pareció empezar a mejorar, especialmente cuando llegó el fin de semana. Fue entonces cuando mi padre comenzó a salir a comer, haciéndolo el sábado y el domingo. El primer día le costó un poco, pero el segundo fue bastante mejor. Así que por lo menos nos llevamos ese pequeño atisbo de esperanza. Como mi coche es más cómodo, lo deje en casa de mi padre para que mi hermano pudiera usarlo para ir a comer con papá.

El miércoles contacté con Juanito, para informarme sobre el estado de su tía. Fue entonces cuando me enteré que la cosa no pintaba demasiado bien. Así que salí a tomar algo con él, y estuvimos charlando un rato sobre la situación. El jueves volvimos a salir, y vimos brevemente a Luis que nos saludó antes de irse. Lamentablemente coincidimos con el Modeli borracho, a quien le dio por tirar la copa de Juanito en un cuenco de pipa, así que nos movimos a la zona de Miguel, ya que Javi estaría fuera un par de semanas.

Llegado el fin de semana y el viernes, Juanito contactó conmigo para comunicarme que su tía había fallecido y se quedaría con su familia toda la noche. Así que fui por el bar, bastante devastado por su perdida. Giaco y su marido aparecieron algo tarde, y la verdad es que me encantó verles. Les expliqué lo ocurrido con Juanito, pero ya estaban informados. Al final solo se quedaron media hora, y me enteré que Giaco había intentado venir antes, pero su marido hizo todo un tour por un barrio para saludar a sus conocidos y amigos. No voy a mentir y reconozco que me molestó un poco, porque para una vez que les veía desde septiembre, apenas habíamos pasado un rato. En el bar estaba el apuesto chaval que he dado en definir como Pijo, aunque en el buen sentido, Tan guapo como siempre, estaba con un grupo de amigos, bailando como loco mientras Julian nos ponía videos de eurovisión. También apareció la Rusa por ahí, y lamentablemente Mafalda y todos los borrachos que acudían a mi primer bar. Sin embargo, debo reconocer que no fue una mala noche, ya que disfruté viendo a Giaco y admirando al guapo Pijo desde lejos.

El sábado Juanito tampoco pensaba salir, aunque al final decidió hacerlo porque la casa se le echaba encima. Así que estuvimos de charla y animándonos el uno al otro. Fran pasó otra vez acompañado de la niñata de la última vez, y pasó bastante de hacerme compañía. En esa ocasión sí apareció Juan Carlos, a quien no veía desde antes de las Navidades. El tema de sus amigos volvió a salir, y debo reconocer que hubo un momento de tensión, al defenderlos él y yo volver a señalar que eran unos maleducados engreídos. Y es que ya me da igual, la realidad es esa, y como cualquier cosa entre Juan Carlos y servidor no va a tener lugar, ya me da igual lo que opine o no. Hasta Juan estuvo de mi lado en ese sentido. Ya de domingo, y finalizando la semana, me reuní con Juanito también en el bar, y ese fue el día que más triste le vi. Estuvimos rememorando una vez más la evolución de nuestra amistad y los cambios de amistades y traiciones que habíamos sufrido juntos. En el bar parecía haber una especie de convención de chapistas, entre ellos el tío alto del culazo que a veces acudía al bar. Ya a la salida nos despedimos en una semana que había incluido alegría del reencuentro, esperanza de mejoría, y tristeza por la pérdida.

 Saludos


MALAS FORMAS

  (ENTRADA 631)

 

La verdad es que ha sido una semana difícil, pues mi padre no termina de salir de su episodio de lumbalgia, y la inactividad ha provocado que se le hinchen los pies. Añadido a esto, he tenido un par de episodios de malas formas, por no decir pésima educación, en un par de locales que frecuento, uno de ellos el bar habitual. Este último se solucionó pero el otro ha provocado que decida no volver a pisarlo. Luego se preguntan porque el ambiente del barrio se viene abajo, y la respuesta es muy sencilla… malas formas.

MALAS FORMAS 20-01-20

Con el principio de la semana volvimos a establecer nuestras respectivas rutinas dentro de lo posible. Una vez más inicié mis rutinas de carreras y acudí a natación, donde estaba mi tocayo dando clase una vez más. Lástima haber descubierto estas Navidades que tiene una novia choni, aunque siempre he sabido que era heterisimo. Bromas aparte, también adquirí un móvil nuevo, algo que necesitaba desde hace tiempo, y por fin pude recibir mi paquete de cómics, que había encargado el primer día de diciembre.

Sin embargo, mi padre parece no salir de su episodio de lumbalgia, y la inactividad resultante ya se nota, especialmente en sus tobillos, que se hinchan de forma excesiva. Lo malo es que para superar la lumbalgia hay que caminar, y papá se negaba, lo que generó repetidas broncas a lo largo de la semana. El jueves acudí a comer con él, y le noté bastante machado como resultado de la inactividad. Esa misma tarde le llevé a la peluquería, y aunque le costó esfuerzo, el caminar provocó que sus saturaciones mejoraran considerablemente por la noche. Así que el catarro ya no es tanto el freno, aunque quedan resquicios, sino la falta de actividad. Esa misma noche salí a tomar algo con Juanito, y nos encontramos brevemente con Clark Kent, que lamentablemente ya estaba de retirada.

Fue el viernes cuando tuve el primer episodio de malas formas. Juanito no salió por una emergencia con sui tía, y yo me encontré con Josito. El bar estaba inusualmente lleno, y además con gente que definiría como rara. A una hora del cierre, Josito me propuso ir a uno de los primeros bares que había conocido veintiún años atrás. Nos encontramos con que cobraban las consumiciones a la entrada, cosa que no habían hecho nunca porque no eran una discoteca sino un bar. Pague mis dos consumiciones obligatorias, y le comenté a Josito que era una vergüenza que hicieran eso para sacar dinero y obligarte a quedarte. Para mi sorpresa el portero me soltó que no tenía que aguantarme decir eso, que era lo que había y que si no me gustaba que me fuera. Le contesté que yo tenía el derecho de decir lo que me saliera de los cojones, que para eso ya había pagado. Josito se empeñó en quedarse, pero tras la primera cerveza me marché, le devolví el segundo ticket al portero para que lo vendiera, asegurándole que no volvería a poner pie en el bar. Lo curioso es que en ocasiones había ido entre semana, y siempre estaba matado. ¡No aprenden! De vuelta a mi bar me encontré con la antigua camarera loca, y con Luis el del perro. Les comenté lo que había pasado y fliparon.

El sábado mi padre se animó a comer fuera, y la verdad es que lo llevó bastante bien. Mi prima y familia vinieron, pero me sorprendió lo fría que fue mi sobrina cuando le regalé mi anterior móvil. Tras la comida fui a donar ropa al antiguo hospital al que acudía, pues había un contenedor que por fin supe como abrir. No había casi nada de tráfico. Ya por la noche salí de nuevo, y al principio fue bastante divertido. Pasamos tiempo con el cubano, su amigo, Josito y Juanito, que ya pudo salir a tomar algo. La verdad es que nos reímos bastante, y es que el Cubano me cae cada vez mejor. Además me fije en un chaval alto, y bastante guapete, que iba acompañado de tres amigas. No pude evitar recordar la juventud, y la ausencia de preocupaciones que conlleva. Sin embargo, llegó otro momento de malas formas, que en esa ocasión molestó más a Juanito que a mí, aunque fuera una cagada. Llegaron dos maris del tercer local del dueño, que está cerrado por reformas. No consume, y la Casuario llegó y les invitó a un chupito ignorándonos. Pero lo peor fue que Javi, que confesó ir detrás de los dos, les volvió a invitar a otro chupito. Nica se dio cuenta de la situación y quiso incluirnos, pero o Javi pasó o se hizo el tonto. El caso es que fue una cagada, sobre todo con los parroquianos más fieles al bar presente. Yo pasé bastante, porque nunca he considerado a Javi un buen camarero, pero al cierre Juanito explotó y se lo espetó en la cara antes de marcharse, provocando tensión, y que encima Nica se sintiera culpable. ¡No aprenden!

Ya de domingo, contacté con Juanito para informarme de que ya se había resuelto todo. Noté a mi padre algo más cansado en la comida, pero por lo menos salió de nuevo. Me tuve que quedar hasta las seis y cuarto con él, porque la cuidadora tenía una reunión con su grupo de baile regional. Hice esto por mi hermano, pues él va a comer con mi padre, pero no entiendo porque cobrando lo que cobra, la cuidadora no se encarga de buscar reemplazos y pide tiempo cuando quiso abarcarlo todo. El resto de la tarde la pasé tranquila, y por la noche estuve en el bar con Juan. El bar estaba matado, porque había un par de fiestas por ahí. Javi estuvo en plan reconciliatorio tras la cagada del día anterior, pero la verdad es que la velada estuvo aburrida.

Con todos los problemas y conflictos que experimento, debo reconocer que necesito un incentivo en mi día a día, algo que me motive a luchar, porque es agotador. Me consuela darme que un año atrás las cosas estaban peores, pues fue cuando mi padre se cayó y empezó toda nuestra pesadilla. Ni siquiera sabíamos la que nos venía encima. Solo espero, que podamos recuperar cierto grado de normalidad, sobre todo por mi padre.

 Saludos


ESTANCADOS DE NUEVO

  (ENTRADA 630)

 

El comienzo de año no ha sido bueno, aunque bien es cierto que podría haber sido peor. El cambio de estar a nivel del mar, a de regreso en la capital ha provocado que papá empeore. Las saturaciones vuelven a ser más bajas, y añadido a esto su espalda se ha resentido todavía más, por lo que no está saliendo a comer una vez, y su actividad es mínima. Una vez más estamos estancados.

El lunes fue el día de Reyes, en la que mi hermano se puso paranoico por un gorgoteo que escuchaba en mi padre, y decidió contactar con el cardiólogo sin contactar con ninguno de nosotros. De esta forma, en la comida de Reyes no enteramos de que teníamos consulta en el hospital al día siguiente del viaje de regreso. Así que la bronca fue descomunal, sobre todo porque mi hermano había tomado estas decisiones sin consultarnos. Añadido a esto, mi padre tenía dolores de espalda, según él por toser, que temía fueran algún problema renal. El caso es que por la tarde no fue a la misa de Reyes, y yo me quedé bastante desolado. Por la noche salí a tomar algo con Ramón, y me encontré brevemente con Mónica, que tuvo bastante poco tacto comparando la gripe de su hijo con la enfermedad de mi padre. Tras tomar algo en la ruta de vinos, fui a tomar algo al Antro, donde me encontré con Ramón el dueño. Me vino a confirmar que los días del Antro se acababan, y que pensaba mudarse sino abría algún otro negocio.

Al día siguiente había desaparecido el gorgoteo de papá, que se debía evidentemente al exceso de flemas. Sin embargo, seguía con el dolor de espalda, y seguía tosiendo, aunque fue a comer fuera. Por la tarde nos visitó mi prima Mónica, que estuvo charlando como una metralleta. Por la noche fui a despedirme de la pandilla, y me reuní con Ramón, Susie, Antonio y Pilar. La verdad es que pasé una noche muy agradable con todos ellos, pero me dio mucha pena abandonar la ciudad sin saber cuándo podríamos volver. Lo peor es que todo lo logrado con mi padre en Navidad se había venido abajo, y teníamos que empezar desde cero.

El miércoles recogimos todo y partimos a la capital. Durante el viaje pude observar como las saturaciones de papá iban bajando de forma bastante radical. El viaje fue largo, porque paramos en un par de ocasiones, en las que le vi algo torpe y lento. A la llegada nos esperaba la cuidadora, pero tuve que quedarme a dejar todo preparado y pasar por la farmacia para saber cuándo nos tocaba regresar a por medicamentos. Para cuando llegué a casa estaba sumamente agotado, aunque pasé brevemente al bar para tomar un par de cervezas y saludar a Miguel, Nica y José. También estaban por allí Josito y su pareja, a los que también saludé brevemente porque estaban mal acompañados.

Al día siguiente fui a recoger a papá para ir al hospital. Estaba mucho peor de la espalda, y yo vi venir lo difícil que iba a ser sacarle de casa. Le hicieron una placa que no estaba peor que la anterior. Esto me dio rabia, pues quería decir que había mejorado mucho durante el fin de año, para volver atrás en el nuevo. Sin embargo, no quiso salir a comer, aunque yo me marché porque tenía una reunión por la tarde. Mi amiga del colegio Ana se marchaba a África y quedé con ella para reunirnos con nuestros compañeros Javi y Quique. La verdad es que fue una velada genial, y disfruté especialmente al ver a Quique, a quien no veía desde el colegio. Estuvimos cenando algo y salí un momento para llamar a papá y ver que estaba estable, aunque con la espalda jorobada. De vuelta a casa, salí al bar para reencontrarme con Juanito, que también había tenido unas Navidades complicadas debido al fallecimiento de su tío y choques familiares. La verdad es que ambos estábamos felices de dejar las fiestas atrás, pero yo estaba preocupado por la situación de mi padre.

De viernes acudí a renovar el bono anual de la piscina y fui a correr, ya que solo lo había hecho un día esa semana. Después de comer tocó la limpieza de mi casa, que llevaba un mes sin un necesario repaso. Me llevó toda la tarde, pero por lo menos quedó finalmente hecho. Papá no parecía mejorar de la espalda y las saturaciones pegaron un bajonazo, pero el cardiólogo decidió que empezara con antibiótico para asegurarnos de que no había problemas. Por la noche me reuní con Juan, y ambos nos encontramos con Carlos, el pijo de la boda de Giaco. La verdad es que ambos percibimos que era algo crecidito, y se lo presentamos a un amigo del Cubano que conocimos, que estaba por allí. También me enteré de que, al parecer, ya no habría más strippers en el bar.

El sábado vino mi prima y su familia, y comimos en casa. Mi padre no estaba por la labor de luchar una vez más. Tras la comida fui a llenar el depósito del coche y lavarlo, dos únicas cosas que me quedaban por hacer. Tras esto, ya pude retomar mi trabajo y pasar la tarde dedicado al mismo. Por la noche salí y me encontré con la Rusa, a quien me sorprendió ver saludando a toda la Chupipandi. Eso sí, Juan Carlos no estaba con ellos. Juan llegó y estuvimos de charla hasta que terminamos por retirarnos al cierre. Miguel me pidió ayuda con las cuatro películas de “Hatchet” a la salida.

El domingo tuvimos bronca con papá. Comimos en casa, mi hermano llegó media hora tarde, y se unió a la misma. Al decirle a mi padre que el fin de semana siguiente tendría que salir a comer, se mostró nada dispuesto cuando todavía faltaba una semana. Tal y como temía nuestro padre se quedaba atascado, e iba a costar mucho esfuerzo sacarle de nuevo. Tras la comida fui a comprar bombillas para la cocina, y por fin encontré la serie de “Inspector Gadget” a la venta. Tras pasar la tarde trabajando fui a tomar algo con Juan, darle a Miguel las películas, y nos encontramos con Josito. Tuvimos que aguantar un poco a un guaperas que iba de gracioso, pero fue brevemente al mover un taburete. También estaba Tristón por allí, aunque se marchó pronto. Ya al cierre nos retiramos, yo con la esperanza de que las cosas mejoraran aunque fuera solo un poco.

 Saludos


COMIENZO DESILUSIONADO

  (ENTRADA 629)

 

No es que la cosa se haya torcido en excesivo, pero hemos comenzado el año con un catarro que ha llegado hasta mi padre. Aunque ha sido mala suerte, y toda una faena, no ha parecido afectarle excesivamente. Sin embargo, es innegable que le ha frenado a la hora de continuar su rito de actividad. Por lo demás, sigo siendo una persona que se aferra a la esperanza. Espero que el 2020 nos de un respiro a todos, y que las cosas mejoren o por lo menos no empeoren.

Y es que la semana se ha caracterizado por varias bromas en casa. El martes fue el último día del año, y me tocó llevar a mi padre a visitar el barco. Allí nos reunimos con sus amigos Chen y Falo, y el nuero del primero. Hacía un día de sol formidable, pero la marea estaba muy baja, por lo que mi padre no pudo bajar por la empinadísima rampa hasta el pantalán. Estuvo de pie todo el rato, y sacamos varias fotos del barco, sin embargo noté que ya tenía la boca muy pastosa de tanto hablar y no haber bebido nada, y terminamos por retirarnos. La nochevieja la pasamos solos con mis tíos, ya que mis dos primos cenaban en las casas de sus respectivas familias. La verdad es que me sorprendió, porque si no hubiéramos ido nosotros, mis tíos estarían solos. Este año cené con ellos, y no con mis amigos, debido a la situación de mi padre aquel año. Después de cenar y llevar a mi padre de vuelta a casa, acudí al Bar Osuno, donde me reuní con Ramón. La cesta no nos tocó, pero por lo menos estuvimos riéndonos un rato y observando a algún chico atractivo que había pasado por allí. La verdad es que pasamos una noche muy agradable y al cierre nos animamos a ir al Antro, que estaba muerto no, lo siguiente. Pude ver y saludar a Rubio y Muermo, pero terminamos por retirarnos al no estar animada la cosa.

Fue el miércoles cuando tuve considerable bronca con mi hermano, que no ha pegado un palo al agua desde que estamos aquí. Tuvimos la comida de año nuevo, en la que sí estaban mis primos, uno de ellos con un catarrazo de la leche, y encima dándole un par de besos a mi padre, que creo que fueron decisivos. La comida estuvo muy bien, y nos retiramos ya cansados. Por la noche intenté salir a tomar una cerveza, pero me encontré con todos los locales cerrados, algo impensable.

El jueves retomé mis carreras, que llevé muy bien a pesar de haber tenido catarro, pero fue cuando mi padre empezó con el suyo en plan serio. Las saturaciones de la mañana empeoraron, pero a pesar de todo remontaron. Mi hermano contactó con el cardiólogo que nos dio pautas a seguir en caso de fiebre o empeoramiento, pero no hubo que aplicar ninguna. Eso sí, esto dejó algo varado a mi padre, y nos jodió la evolución progresiva que había experimentado. Añadido a esto, yo ya estaba agotado de mi curro en vacaciones, y deseaba regresar a la capital para recuperar mi vida. Pasé por el ambiente, donde charlé con Víctor sobre el ambiente que la ciudad había disfrutado en los años ochenta. Estuvo por allí el chico guapo del móvil, pero como siempre no hablamos,

A pesar del catarro, mi padre no empeoró y el viernes estaba algo mejor, con las saturaciones estables sin llegar a los niveles del comienzo. Tuvimos un día más bien tranquilo, y por la noche me animé a salir un rato. Como era viernes, el bar estaba más animado, aunque la verdad es que estuve más solo que la una. Eso sí, pude tomar mis cervecitas de lo más tranquilo y sin que nadie me molestara.

Ya de sábado ocurrió lo que estaba sospechando desde hacía bastante tiempo. Mi tío Javier decidió visitarnos a pesar de saber que íbamos a misa de ocho. Entre eso, y lo apurados que estábamos, mi padre tuvo que forzar la máquina de forma innecesaria, y una vez más mi hermano se escaqueó de la visita, Tras esto fuimos a misa, para encontrarnos la iglesia casi llena, probablemente porque al día siguiente era la cabalgata. Como no encontré a la pandilla por la ruta de vinos, me fui al bar osuno. Allí tuve que frenar a un plasta que me metió mano, y luego tuve que aguantar a la Rosaura, con la que hablé de cine, y le comenté que podría descargarle un par de películas que buscaba. El bar estaba bastante animado, pero me retiré temprano porque tenía que recoger roscones al día siguiente.

El domingo me levanté y fui a por los roscones, notando que mi padre había tosido algo más. Comimos con la familia de mi prima en las afueras y tras acabar las tareas de la tarde, salí para ver la cabalgata. Por fin pude ver a Pablo y Bea, a quienes no veía desde la nochevieja del año anterior debido al año que habíamos tenido. Nico estaba crecidísimo y Sara mucho más simpática de lo que recordaba. Estuvimos viendo la cabalgata, mucho más larga que la del año pasado, y después tomamos algo con los padres de Pablo. Estuve a punto de ir a cenar con ellos, pero opté por no ir para que me diera tiempo a todo. Comí un par de bocatas de jamón en un local que encontré en la avenida cercana, y me reuní con Ramón y compañía en la ruta de vinos. Hubo que aguantar en las terrazas por sus manías, y ellos se dieron los regalos de un amigo invisible que la petarda de Sandra había organizado, poniendo a varios en un compromiso más que otra cosa. Fuimos donde Pali, donde se nos unieron Tomás e Isabel, pero como solo tenía una cerveza nos retiramos pronto al bar osuno. Allí aguantamos a la Rosaura, que tuvo los bemoles de traerme dos listas de películas para descargar, a un amigo pesado, y al pseudo filosofo pirado. Me dio rabia ver como el rubito que me había llamado la atención en vacaciones se liaba con un grupo. Acabamos pasando por el Antro, donde apenas había gente. Apenas había gente, pero estuvimos de charla con la Abuela, hasta que yo me retiré a las cinco.

Así que no puedo decir que haya tenido un buen comienzo de año, en el que mi padre volvió a empeorar un poco. Pero quien sabe, el año anterior había empezado muy bien y en diecinueve días se convirtió en desastre… quizás este mal comienzo desemboque en algo nuevo. ¡Ojalá!

 Saludos