Archivo para diciembre, 2019

PLAYA INVERNAL

  (ENTRADA 628)

 

Seguimos adelante con lo que he denominado nuestro Proyecto de Navidad. La verdad es que papá lo lleva bastante bien, y tener los sitios más cerca le está beneficiando bastante. Por mi parte, he llevado una semana tranquila en la que me ha visitado el catarro. Sin embargo, lo que más ha destacado ha sido mi visita a mi playa de los veranos. Como no vinimos este verano, me decidí a visitarla por lo menos una vez este año. Las playas en invierno despiertan nostalgia, son una especie de cementerios de veranos.

Papá ha seguido estable, y las saturaciones no se han mantenido a los niveles excelentes del comienzo, aunque siguen siendo mejores que en la capital. Yo he llevado un ritmo frenético, limpiando la casa, haciendo compras, e incluso planchando las camisas de mi padre. La verdad es que mi hermano se acomoda bastante sin hacer gran cosa, porque excepto un par de días, me he encargado de ayudar a mi padre por las mañanas todos los días. En lo relativo a correr, lo he estado haciendo nueve kilómetros, y la verdad es que lo he ido llevando mejor.

El día de Nochebuena tuvimos un día excelente de veinte grados, y me encargué de felicitar a varios amigos, entre ellos Juan Carlos, que me respondió un poco formalmente. Tras ir a misa con mi padre, fuimos directamente a casa de mis tíos, algo que a mi padre le costó bastante esfuerzo. Allí estaba la hermana de mi tía fumando a todo fumar, algo que me pareció la leche considerando que hay niños, y que mi padre tiene un enfisema pulmonar. La verdad es que la cena estuvo muy bien, y por primera vez no me sentí fuera de lugar con mis tíos paternos. Tras regresar a casa acudí al bar de osos, donde había algo de gente, pero no estaba lleno ni mucho menos. Casi todos eran personas mayores, lo que me hizo reflexionar sobre la soledad de la gente en estas fechas. Ramón se reunión conmigo tras haber estado con Susie y Antonio. Yo no quise ir a donde estaban, porque sencillamente no tenían la cerveza que tomo. Sortearon la cesta, y el ganador no estaba presente, ni fue a reclamarla a lo largo de la semana. Estuvimos un rato de charla hasta que nos retiramos al cierre temprano.

Al día siguiente pasamos la Navidad con mis tíos, ya que mis primos estaban comiendo con las familias de sus respectivas. Fue tras la comida cuando me animé a ir a la playa recóndita que visito en los veranos. La bajada fue complicada debido a los numerosos argayos, y a que el paseo estaba resbaladizo. Llegué a encontrarme una tubería rota, y caía un chorro de agua a modo cascada desde la pendiente superior. Abajo encontré a dos tíos a mano derecha, lo que me sorprendió. Yo bajé a la playa, agarré un puñado de arena húmeda y recordé los veranos felices que había pasado en la playa. Creo que pasaran varios años hasta que pueda volver a revivir eso. Cuando subía vi como uno de los tíos estaba en bolas, y me encontré con una pareja a la que saqué unas fotos, y a los que pedí que me sacaran una desde lo más parecido que hay a un mirador. Llegué con una considerable sudada debido a la difícil subida, y de ahí creo que surgió que cogiera un catarro.

Al día siguiente me preocupé, pues me dio la sensación que la orina de mi padre estaba demasiado oscura, como con sangre. Sin embargo, no volvió a suceder, por lo que pareció ser una falsa alarma. Por la tarde nos visitaron mi prima Mónica y mi madrina, que ya va camino de cumplir noventa y un años. Me alegré mucho de verlas, y la verdad es que la conversación estuvo muy animada, y aproveché a sacarme una foto con mi madrina. Pasé luego por el bar osuno, que estaba bastante vacío, con excepción del mismo chico guapetón que no separa la vista de su móvil, Ya comencé a sentirme bastante mal de la garganta y me retiré.

El viernes fuimos a comer a la plazuela, y la orina de papá estaba perfectamente. La verdad es que pasamos un día de lo más tranquilo, aunque yo no paré entre compras, plancha y demás actividades. Por la noche me animé a salir una vez más. Aunque había algo más de gente, el sitio estaba bastante vacío y no tardé en retirarme de nuevo.

Ya de sábado era patente mi catarro, sobre todo después de la siesta que me pegué. La garganta me había mejorado gracias a un Buff que había usado durante la noche. Por la tarde recibimos la visita de mi tío Javier y de mi prima Lucia, que vino con todas las medicinas que le habíamos encargado para mi padre. Después llevé a mi padre a misa, y a casa de mi tío Carlos que le había invitado a cenar. La verdad es que este último paseo lo llevó mucho mejor. Tras recogerle de la cena salí por la ruta de vinos, yendo al encuentro de Susie y Antonio, que estaban con unos amigos. Llegaron también Isabel y Tomás, a los que le alegró poder saludar, y a los que puse al día de la situación con mi padre. Ramón trabajaba al día siguiente, con lo que fui al Bar Osuno solo, donde me tocó aguantar a Rosaura y compañía. Estaba el melenas delgado bailarín, ahora luciendo barba naranja, y un chaval de barba que parecía observarme. Me animé a ir por el Antro, pero como Rubio y Muermo no estaban allí, me retiré a casa.

Ya de domingo, comimos con la familia de mi prima y pasamos la tarde tranquila. Bajé a tomar un sándwich con mi padre, y después me acerque al Bar Osuno, donde estaba el guaperas telefónico y otro cliente más. Tras charlar un rato con Víctor sobre cine de temática, termine por marcharme para descansar. Y así finaliza la última entrada de 2019, con la esperanza de que el año siguiente sea mejor que esta pesadilla que hemos sufrido este año.

Saludos


PROVIDENCIA

  (ENTRADA 627)

 

Finalmente llegó el día que esperábamos y en cierta forma temíamos. Partimos a nuestra ciudad natal para pasar allí las Navidades. Debido a los problemas de mi padre con el oxígeno, nos dimos cuenta pronto de que íbamos a estar esclavizados, y no gozaríamos de tanto tiempo libre. Por otro lado, tuve la oportunidad de volver a ir corriendo a la Providencia, y la verdad es que fue demoledor, aunque también muy satisfactorio. En términos generales ha sido una semana de buena providencia.

El lunes fue el último día en la capital, y decidí pasar por el Bar Habitual a tomar algo y despedirme. Paul estaba allí acompañado de otro viejo, mientras que José y Nica tuvieron que lidiar con un borracho mal de la cabeza que estaba montando un numerito. Tras despedirme, me fui a dormir y al día siguiente fui en busca de mi padre, Las cosas apenas cupieron en el maletero, con máquina de oxígeno incluida, pero logré hacer un tetrix. El viaje fue estupendo, pues no había nada de tráfico, hizo sol, y disfrutamos de una entrada en el puerto fabulosa, con nieve y el pantano lleno. El único incidente fue que papá se hizo pis a medio camino, pero logré que se cambiara al parar a comer. Lo más sorprendente fue que al llegar a nuestra ciudad natal, las saturaciones dieron un salto completamente radical, siendo perfectas. Cenamos en la cafetería de mi amigo David, lo cual fue un cambio, ya que mi padre nunca salía por la noche.

Al día siguiente tocó acostumbrarse a la rutina de cuidar a papá por las mañanas, aunque curiosamente lo llevó especialmente bien a la hora de ducharse en la bañera y dormir en casa. Yo aproveché e hice los diez kilómetros a la Providencia, que supusieron toda una tortura, pues no sé cuantos años hacía no corría ese recorrido. De hecho, llegué hecho polvo y tardé una hora y seis minutos. Las cuestas eran mucho más criminales de lo recordaba, pero también me sentí muy satisfecho al hacer algo que no había realizado en tantísimo tiempo. Eso sí, encontré que el paseo estaba muy estropeado por temporales y argayos. Fuimos a comer al restaurante de la plazuela, donde estaba la encantadora camarera y su arrebatador marido. Al parecer el padre de la encargada había sufrido un trombo, y nosotros pusimos al corriente de nuestros propios eventos.

El miércoles recibimos la visita de mis tíos Carlos y Loli por la mañana. También fue el día en el que pude reencontrarme con mis amigos de la Ruta de Vinos. Por la noche pude escaparme a ver a Susie, Antonio, Pilar, Mónica y José, justo cuando empezaba a llover, dando lugar a un terrible temporal. Tomamos algo donde Pali, y José y Mónica me comentaron que partían a Alemania para pasar las Navidades con el chaval.

Jueves y viernes fueron días de relativa tranquilidad y visitas. Mis tíos Javier y Ana vinieron de visita el primer día, mientras que mi tía Begoña lo hizo el segundo. Tuve que meterle mano a la limpieza de la casa, ya que Bea no estaba viniendo y el viernes nos enteramos que estaba de baja por problemas pulmonares, recibiendo dieciséis horas de oxígeno al día. Se empeñó en venir el lunes a trabajar, y yo me puse serio prohibiéndoselo, ya que solo nos faltaba que le ocurriera algo que pusiera nervioso a papá. La salud de mi padre mejoró, pero las saturaciones iniciales, que eran tan perfectas, no se mantuvieron. Intentamos que fuera a la plazuela sin éxito, pues se cansaba, mientras que realizando otros paseos más cortos lo llevaba mejor. El jueves fuimos al restaurante en frente de casa, y el siguiente a la Viña, que encontramos completamente reformada y la verdad es que muy guapa con ventanales y bonitas vistas. Ya el viernes, mi hermano fue a ver a nuestro primo, que estaba muy malo, mientras que yo fui al cine. Mi padre se las arregló solo para acostarse sin problemas. Yo fui a ver “Star Wars: El Ascenso de Skywalker”. Evidentemente supero a la anterior, que había sido una mierda. Sin embargo, y aunque me gustaron algunas cosas, no establecí conexión alguna con los personajes y me dejó bastante frío. Para mi siempre será la trilogía de las oportunidades desperdiciadas.

Al lado mío había un chaval de pelo castaño rubio, muy alto y guapete. Me pareció que se debía a las feromonas, pero despedía un olor que me volvía completamente loco, y reconozco tener que contenerme para no intentar algo. Nunca me había pasado nada igual.

El sábado comimos en la plazuela y la tarde fue bastante tranquila. Fui a misa con mi padre, y a la salida nos pilló todo el temporal, aunque mi padre lo llevó bastante bien y me sorprendió lo bien que regresó, Tras hacer algo de cenar, me animé a salir con el grupo y me reencontré con Ramón, todavía más carca. Sandra también estaba allí, y me sigue pareciendo bastante infumable. Encima estaban en una terraza como siempre, y en un bar que no tenían la cerveza que yo tomó. Finalmente fuimos donde Pali, donde sí estuve bastante a gusto. Ramón y servidor fuimos a al Bar de Osos, que estaba bastante concurrido. Hubo que aguantar a la Rosaura, pero por lo menos sus amigos eran bastante majetes. Víctor se mostró muy contento de verme, y eso lo agradecí considerablemente. El bar se vacío enseguida y como yo no tenía que madrugar para ayudar a papá, decidí acompañar a Ramón al Antro, que estaba matado. Saludé al cubano y también a la Abuela, a la que me alegré de ver. Rubio y Muermo estaban por allí, y el primero me comunicó que el Antro iba a cerrar en enero. No sé si será verdad, pero no me extrañaría nada, con lo que ese fue el último día que iría al Antro. Ya bastante perjudicado me retiré.

El domingo volvimos a comer a la Plazuela y pasamos una tarde tranquila. Acompañé a mi padre a ver el futbol a casa de mi tío Carlos, donde vi a mi primo Pablo y su mujer, aprovechando para darle sus regalos de cumpleaños a Paulita. Tras esto pasé por el bar de osos, igualmente matado, Solo otros tres clientes pasaron por allí. Uno era guapo, pero se marchó tras tomarse su copa.

Así finalizó una semana caracterizada por la buena y divina providencia, Solo espero que siga ayudando a mi padre a mejorar.

 Saludos


ATANDO CABOS

  (ENTRADA 626)

 

Después de un terrible episodio de ansiedad, ha llegado la calma y el final del año en la capital. Finalmente llevaremos a mi padre a nuestra ciudad natal, en lo que he dado en denominar proyecto de Navidad. Espero que esas tres semanas en el norte sirvan de incentivo para animarle todo lo posible. Esta semana ha servido para recuperar la calma y dejar varios cabos atados.

La semana no empezó del todo bien en lo relativo a la ansiedad, ya que el lunes ya pillamos a papá intentando ponerse un extra de vino, y como era de esperar la cosa acabó en bronca. Intentamos que fuera productiva, para que se diera cuenta de la necesidad de beber agua, algo que todos los médicos le habían recalcado. Tras la comida salí para dejar el depósito lleno para el viaje, y comprobar la presión de los neumáticos. La máquina no funcionaba del todo bien, y cuando iba de vuelta a casa, me saltó la señal de emergencia de presión de neumáticos. Así que tuve que embarcarme en toda una aventura para encontrar una nueva gasolinera que me llevó alrededor de una hora. Tras encontrar y comprobar presión, que no estaba tan mal, tuve que reiniciar la alarma del coche tras descifrar las usualmente complicadas instrucciones. Por otro lado mi pedido de cómics ha sido retenido por aduanas, con las que ha sido imposible contactar. He enviado toda la documentación requerida, pero todavía no sé nada del paquete.

El miércoles fui a la cita que habían concertado con mi padre y me pasé dos horas y cuarto en el Centro de Salud. Resultó que la cita había sido concertada por la enfermera, con quien aclaré toda la situación aunque me sometió a un largo interrogatorio. Aproveché para visitar a su médico de cabecera, que me actualizó la receta electrónica. Aunque parece ser que ya la podemos usar fuera de la capital, le dejé encargada a mi prima de recoger las pastillas de mi padre, ya que teníamos bastantes hasta su llegada. Así quedo todo atado para poder irnos de viaje. El jueves comí por última vez en el italiano, de los que me despedí. Esto se debía a que mi hermano ya partía para nuestra ciudad natal, pues tenía una boda. Seguí corriendo y fui un día a nadar, pero me sorprendió ver el parque cerrado el viernes, cuando no había habido mucho viento precisamente.

Debido a la ansiedad al principio de la semana, no pude evitar salir para relajarme lo más posible. El lunes era festivo,  así que pude estar con Juan y desahogarme sobre lo desastroso que había sido el día. El martes me sorprendí al encontrar el bar hasta arriba. Curiosamente estuve de charla con David, sobre aspectos como espectáculos y demás. Es un tío bastante majo, y muy atractivo, pero me da que tiene cierto grado de arrogancia relacionado con ese estatus, y el de dueño. El miércoles pude ver brevemente a Josito, que estaba acompañado y no pudo estar conmigo. De jueves volví por el bar y Juan se reunió conmigo para interesarse en cómo habían ido las cosas en el Centro de Salud.

Llegado el fin de semana, empezó a salir más gente de nuevo, dadas las fechas en las que estamos. Nos pusimos en nuestro sitio habitual, donde estaba el Cubano liándose con un tío al que acabó por dejar tirado, y su amigo el Vasco. Javi ya había faltado el día anterior, pero algo debió pasar porque a pesar de estar malo, David le hizo ir a trabajar. El problema de estar muchas veces de baja, es que cuando de verdad la necesitas, poca gente suele creerte. Luciano acudió a actuar, pero da la sensación de cada vez pasa por encima de sus compromisos más rápidamente, y ni siquiera nos saludó.

El sábado volví a salir y una vez más el bar estaba lleno, por lo que Juan y servidor estuvimos en compañía del Cubano, el Vasco, Luis y Fran. Paul estuvo brevemente allí, para comunicar su nueva ruptura, pero se fue antes de que Juan se nos uniera. La verdad es que agradecí que estuviéramos en grupo, pues fue bastante divertido. Se dio una situación extraña con la chupipandi. Juan Carlos pasó a saludar y presentarnos a dos amigos que se les habían unido. Curiosamente acabó hablándonos de su pandilla, admitiendo que son demasiado cerrados, y declarando no haber acudido a la cena de Navidad que tenían ese día. Tampoco entendí el propósito de esto, si sigue con ellos y encima se marchó sin despedirse, sabiendo que me iba de vacaciones. Le escribí, por primera vez en cinco meses, indicándoselo, y se disculpó de forma diplomática. También me dio por escribir a Ab para felicitarle las fiestas, y me contestó muy cariñosamente.

El domingo fue más tranquilo, y tras acompañar a mi padre a Misa, y pasar la tarde trabajando acudí al bar con Juanito. Miguel me agradeció que le pasara un montón de películas de terror y también vimos a Clark Kent, que estaba con amigo bastante guapete. La noche perdió su tranquilidad al entrar un grupo de heteros borrachos gritones, que nos amargaron bastante. Me despedí de los presentes que no vería al día siguiente y nos retiramos. Juan me dio muchos ánimos para el Proyecto Navidad, y me despedí de él hasta el año siguiente.

 Saludos


PUENTE DE ANSIEDAD

  (ENTRADA 625)

 

Una vez más ha llegado el puente de diciembre, que da lugar al arranque de las fechas navideñas, por mucho que las quieran adelantar a finales de diciembre. Una vez he comprobado como el centro quedaba hasta arriba de gente y de Osos, que un año más han acudido a la reunión que se celebra en el puente. Sin embargo, yo me sumido en la más absoluta ansiedad, al descubrir que han llamado mi padre del Centro de Salud imponiéndole una cita, a la que tendré que ir yo para explicar el estrés que le supone esto y que ya le siguen por privado. La ansiedad se ha amplificado por una fase de tristeza que he experimentado, y el agobio de los borrachos de Navidad y otros eventos.

En lo relativo a mi deporte, fui a correr diez kilómetros en tres días de esta semana, aunque solamente pude ir a nadar un par de veces. También tuve sobredosis de visitas hospitalarias. El martes fuimos a las consultas de mi padre, y parece que la cosa esta estable, aunque hemos tenido que mantener elevados algunos fármacos. Por mi parte también me tocó pasar por mi hospital el miércoles para recoger mi medicación. A mi padre le redujeron un poco los diuréticos, y afortunadamente no parece haber tenido efecto y sus saturaciones se mantienen estables. También le permitieron tomar una copa de vino al día, lo cual es bueno porque por lo menos tiene ese capricho que poder permitirse.

Llegado el jueves fui a comer con papá, y al salir se me olvidó que mi hermano me había pedido que le pillara una parrillada de verduras para llevar. Regresé al restaurante y la pillé, y de vuelta a casa de mi padre me encontré con mi hermano que había pasado a verle. Tuve que ir al centro comercial, pues quería comprar algo de Frozen para mi sobrina Paula por su cumpleaños, y aproveché para comprar agarres para el cuarto de baño de papá en nuestra ciudad natal. Una vez más no tenían los estrenos de Blu-Ray listos el día de estreno, así que tuve que quejarme una vez más. Así que acabé llegando tarde a casa, agotado, estresado y con algo de ansiedad. Esa noche salí al bar en el primer día del puente de los Osos, y la verdad es que me lo encontré hasta arriba de gente como era de esperar. Juan y yo intentamos ir al nuevo Parque Jurásico, pero había tal cola que decidimos cambiar de opinión y volver a nuestras casas. No sé exactamente que hice mal, pero terminé con una considerable resaca y durmiendo con la luz encendida.

El viernes fui a comer al italiano y, aunque estaba lleno, Ana me coló de forma inmediata. Una vez más salí por la noche, y esta vez ya había una cola considerable, pero Miguel me coló rápidamente. El bar estaba hasta arriba y no había nadie conocido, con lo que fue realmente aburrido hasta la llegada de Josito, que fue casi como un rescate. Juan llegó poco después, así como la pareja de Josito. Actuaba Maximiliano, y por allí estaba su pareja, y la verdad es que acabamos charlando con ellos, lo que fue toda una sorpresa porque parecían majos.

El sábado me enteré del conflicto del Centro de Salud durante la comida, y ahí se disparó mi ansiedad, que no bajara hasta que el miércoles logré ver si puedo arreglar lo la cita de mi padre, y sin que haya problemas. Ya por la tarde estuve agotado y con ansiedad. Salir me tranquilizó un poco, aunque tuve que aguantar a un paisano mayor que estaba en nuestro rincón, cantando y bastante perjudicado. Juan llegó por el bar, y una vez más tuvimos a Maximiliano actuando. Los amigos de Juan Carlos me agobiaron bastante, y me dio la sensación de que Juan Carlos pasaba de nosotros, porque tuvo que vernos por narices y no nos saludó hasta que Juan decidió saludarle a él, y luego se marchó sin despedirse.

El domingo llevé a papá a Misa, y  aunque pareció llevarlo mejor, las saturaciones fueron igual con el oxígeno. Por la tarde coloqué mi decoración de Navidad, tal y como hago siempre en el día del Santo de mí ya fallecida madre, a la que tanto añoro. Por la noche salí y como el lunes era fiesta, el bar también estaba bastante lleno. Al principio estuve con la Rusa y Tristón, la primera acompañada de un supuesto ligue bastante majo. Cuando se fueron me uní a Juan y Luis cerca de la entrada del bar, porque por nuestra zona habitual había demasiado borracho de Navidad. También vimos a Juan Toledo y su pareja, con los que nos hicimos unas fotos. Luis, Juan y yo intentamos ir al nuevo Parque Jurásico, pero para nuestra sorpresa estaba cerrado, así que acabamos en el Ricos, donde había bastante gente. No sé qué le dijo Luis a un tío algo piripi pero guapo, que puso en plan sensual conmigo y me plantó un beso. Tras esto nos retiramos, y por lo menos esa noche pude dormir un poco. Esperando que la siguiente semana pueda liberar mi ansiedad…

 Saludos


NUEVE AÑOS EN CASA

  (ENTRADA 624)

 

Aunque las cosas han seguido estables con mi padre, los resultados de su analítica no han sido los deseados. Por lo menos él sigue bien y parece que no tenemos por qué preocuparnos. Lo más destacable de la semana fue que el viernes hizo nueve años que comencé a vivir en mi casa. Me parece surrealista que haya pasado ya tanto tiempo desde que me instalé en mi casa, y recordé como la primera noche me sentí tan fuera de lugar en un sitio del que no puedo separarme ahora.

He continuado con mis rutinas de carreras y natación, y esta ocasión he corrido diez kilómetros tanto el lunes como el viernes. Todavía me falta recuperar mucho fondo, pero en general me sentí muy satisfecho por haber acabado por empujarme a mayores niveles. El miércoles coincidí con Azar en la piscina y me dio la sensación de que me miraba. Aunque esto fuera así, no podría ser por atracción, pues he visto su perfil lleno de fotos en plan chulazo, y no cuadro con su prototipo ni por aspecto ni por edad. No menciono esto por despreciarme, sino porque es la más simple realidad, aunque sigue encantándome verle, porque es un verdadero adonis. Fue ese mismo miércoles cuando tuvo lugar el noveno aniversario de mi mudanza a mi casa. Es curioso como ahora no puedo vivir sin ella.

Entre mi trabajo y proyectos, esta semana e puse en plan de recuperar todo el cine de temática gay que había perdido, y ya puedo decir que estoy a cuarenta películas de completar mi enorme colección, ya que esto me ha llevado bastante tiempo. Por otro lado, papá fue mejorando aunque la analítica no fuera demasiado buena. El martes recibimos instrucciones para reducir su tiempo con oxígeno a doce horas. Curiosamente esto no estropeó sus saturaciones que siguieron oscilando en el mismo rango, y recuperando un par de puntos en el proceso. El viernes le llevé a extracciones y a realizar una placa. Aunque me da la sensación de que la placa esta igual, habrá que esperar a esta semana para que nos confirmen. La analítica nos desmoralizó, porque tenía el ácido úrico más alto, y los leucocitos un poco por encima del nivel máximo. Mi hermano contactó con su médico para avisarle de esto, pero éste pareció no preocuparse ya que no veía signos de infección

Volviendo atrás al jueves, salí por el bar habitual, donde me reuní con Juan. También estaban allí Fran, Domingo y el Cubano, y la verdad es que estuvimos de charla un buen rato. El Cubano que tan mal me caía al principio, me va pareciendo más simpático. Adolfo también estaba allí con el traidor de su pareja, al que no saludé. Juan y yo observamos como Adolfo ha cambiado, y ya no es el tío divertido que conocimos en una ocasión. Fran, que también le conoce, coincidió con nosotros. Al día siguiente, tras las ya mencionadas pruebas en el hospital volví a salir por el bar. La verdad es que no estaba particularmente animado, y además fue una noche de bar lleno de borrachos, como el bailarín descamisado o Mafalda, del antiguo bar y a la que no soportaba. Estuve un rato con la Rusa y con Tristón, pero luego coincidí con el Cubano, que estaba solo. Luciano vino a actuar en el bar, pero me sorprendió ser el único que le aplaudió. Juan no vino porque tenía una cena de Navidad con un amigo.

El sábado volvimos a comer a nuestro restaurante habitual, al que vinieron las familias de mis primos Pablo y Lucia. La nueva maître me parece una petarda, y no me gusta cómo trata a mi padre como si fuera un bebé. Cuando le interrumpió mientras hablaba para cobrarle, se lo señalé claramente. Lo que más rabia me da de papá, es que le veo cada vez más desanimado, más desconectado de todos, y apenas habló durante la comida. Ya por la noche volví por el bar, y esta vez Juanito sí acudió. El bar estaba bastante lleno al principio, pero coincidimos con Luis y con Josito, con los que estuvimos charlando. Luciano volvió a actuar y estuvo de charla con Juanito, pues éste había traído una foto para que se la firmara para un amigo que es fan. De hecho, Juan llevaba tiempo sacando fotos de su actuación para su amigo, que es anti salir por la noche. Aunque sin tan fan es del modelo, bien podría hacer un esfuerzo. La noche acabó de forma tranquila y nos retiramos.

El domingo, y tras tres semanas, volvimos a llevar a papá a misa. Fue con el oxígeno a la ida y a la vuelta. La vuelta fue un gran esfuerzo para él, porque además estaba lloviendo. Desaturó a 79, aunque en minuto y medio ya había recuperado al llegar a casa. En la comida volvía a estar muy bien, por lo que consideré que el mal tiempo y la inactividad del último mes habrían influido. Supongo que habrá que seguir luchando. La lluvia nos acompañó toda la tarde, pero tuvimos suerte y paró a la hora de ir al bar. Juan y yo coincidimos en la puerta, porque estaba charlando con Miguel. Y es que Miguel ha sido la gran sorpresa del año, ya que charlamos mucho sobre cine. Para mi sorpresa había bastante gente en el bar. Juan y yo volvimos a coincidir con Josito, y estuvimos de charla un rato con un italiano y su amante aleman. Realmente fue solamente con el primero, pues al segundo no le debimos de agradar demasiado. Ya al cierre, David estaba haciendo cuentas y no parecía de buen humor. Sin embargo, acabamos arrancándole una sonrisa cuando Juan se intentó poner su abrigo por error al marcharnos. Y así acabó una semana que ni fue demasiado buena, ni fue demasiado mala. A veces solo se necesita eso.

 Saludos