Archivo para noviembre, 2019

DIEZ KILÓMETROS

  (ENTRADA 623)

 

En esta montaña rusa de salud, esta semana nos ha tocado subir otra vez, observando una mejoría progresiva. Mi padre ha vuelto a comer fuera de casa, y las saturaciones han vuelto a subir poco a poco. Yo también he observado una mejoría en mi nivel de carreras, logrando por fin volver a correr diez kilómetros. Si hace un año me hubieran dicho que podría volver a correr diez kilómetros, no le habría creído.

Como el lunes tenía que ir a comer con mi padre, pues a mi hermano le tocaba la pendiente colonoscopia. Así que como no me daba tiempo a nadar, decidí correr diez kilómetros, que esta vez pude calcular bien… y lo llevé bastante bien. Eso sí, tengo que mejorar mucho los tiempos, pero por lo menos noté que mejoraba. Los tres siguientes días solo corrí seis kilómetros y medio, pero fui a nadar también, y lo lleve bien excepto el jueves, que estaba algo machacado. Por lo menos toqué los treinta y cuatro minutos por primera vez en meses. En la piscina pude ver a Azar por segunda vez, y la verdad es que es imponente. Mi tocayo también me llama la atención sin ser tan espectacular. El viernes, y a pesar de la intensa lluvia, volví a hacer diez kilómetros muy satisfactorios. Y es que a veces resulta bastante agradable correr bajo la lluvia. De esta forma, corrí alrededor de treinta y nueve kilómetros esa semana, y ya solo esto a un “hito” en mi aplicación para avanzar al nivel morado de los dos mil quinientos kilómetros corridos. En términos generales me sentí muy satisfecho y mejor a nivel físico.

Tal y como mencioné, mi padre volvió a mejorar a lo largo de la semana, con alguna pequeña caída en los niveles de saturación que remontó. Lo más destacable es que mi hermano pasó a ver a la neumóloga para comunicarle el efecto de la medicación de la gota, y le amplió los corticoides. Esto fue determinante para que mejorara. También volvió a reducirle el oxígeno a dieciséis horas. Así que lo largo de la semana, pudimos ver cómo iba mejorando. El jueves me reuní con Juan en el bar, donde Javi también estuvo con nosotros. Acabamos hablando del tema recurrente de nuestro futuro. ¿Quién cuidará de nosotros? Y es que viendo lo ocurrido con mi madre y mi padre, esto es algo que cada vez me surca más la mente.

Como he mencionado, el viernes fue un día de lluvia. Aunque la carrera de diez kilómetros me dejó muy satisfecho, acabé hundido en una tristeza absoluta. Es lo que pasa con estas situaciones, que hay altibajos. Salí por el bar solo, ya que Juan tenía su cena de Navidad de empresa. Estaba en el bar el pijo guapo que observo desde años, con pequeño bigote y perilla que no necesitaba para nada, y con su despampanante culazo. Como siempre le observe desde lejos durante una noche que terminó siendo muy solitaria.

Ya de sábado mi padre se encontraba mejor, y nuestro restaurante habitual por fin había abierto sus puertas tras tres meses y medio de obras. Lo habían dejado realmente chulo, con una enorme barra en la entrada, y contaba con bastante personal nuevo, mucho heredado de otros restaurantes que habían cerrado. Además, la cocina parecía haber mejorado considerablemente. La comida animó mucho a papá, y mi prima y sus hijas vinieron a acompañarnos. Tras la buena comida, pasé por el centro comercial a finalizar ciertas compras. Me hice con más polos de manga larga, calcetines para el invierno, unos pendrives y productos de limpieza varios. La verdad es que el centro estaba hasta arriba, y agradecí no tener que volver a pasar por allí. Por la tarde aproveché para ir a Misa, y me encontré con la entrada a la Gran Via colapsada de gente. Al parecer había una enorme bola de Navidad, que iba a realizar un espectáculo lumínico. Por la noche acudí al bar, donde estaban Fran y Luis acompañados de algún pesado, uno de ellos intentando ligarse a Fran constantemente. Juan Carlos vino a saludarme e interesarse por mi padre. Juanito llegó después y estuvimos charlando con Fran, para descubrir que va a divorciarse, algo que tampoco nos sorprendió demasiado. Al cierre salimos del bar y tuve cierto acercamiento con Fran que no llegó a más, porque se iba con Luis a otro bar.

Ya de domingo, fui a comer con mi hermano y mi padre, que parecía estar mejor. Por la tarde me acerqué a la iglesia, porque el día anterior no había podido dejar mi limosna al olvidarme de sacar dinero. Ya por la noche quedé con Juan y fuimos a “Frozen II” en una sala llena de gais.

La película me sorprendió mucho, sobre todo por lo interesante de la trama. Incluso me atrevería a decir que me gustó más que la primera. En lo que si estoy de acuerdo con Juan es que abusaron de las canciones, y excepto tres, el resto me parecieron bastante mediocres. Pero la animación fue brutal, el desarrollo de los personajes excelentes, y le daría un nueve sobre diez.

Tras la película fuimos al bar, que estaba vacío. Javi estaba acompañado del sustituto procedente del Elle, al que llamamos Manuel Banderas. Es arrogante, engreído, y después de meses haciendo sustituciones, ni siquiera nos conoce por nuestros nombres. El Banderas acabó compitiendo con Javi por un tío, y llevándoselo a los baños para disgusto del segundo. Fue toda una movida, que no nos gustó mucho, aunque nos proporcionara momentos muy divertidos. A punto de marcharnos pasé por el baño. Al volver me encontré con que David había llegado, y Juan le había contado su disgusto con el camarero sin darle detalles. Con esa sonrisa tan estupenda, David me miró asegurando que seguro que yo se lo contaba todo sin problemas, ante lo que sonreí diciéndole que lo haría sin problemas cuando quisiera. Ya con el bar cerrado, nos retiramos en lo que había sido una buena semana.

 Saludos


CAYENDO DE NUEVO

  (ENTRADA 622)

 

La verdad es que la semana ha sido una mierda, aunque tampoco haya acabado en algo grave. La guerra de los pulmones de papá para recuperarse no termina nunca. Una vez más, ante la retirada de los corticoides ha ido perdiendo capacidad respiratoria. Pero lo que más me ha frustrado es ver cómo una vez más ha sufrido un ataque de gota, cuando no había tocado marisco, carnes rojas o pescados azules desde entonces. Así que se puede decir que hemos ido cuesta abajo, cayendo una vez más.

Como siempre, la semana comenzó con limpieza en casa y ejercicios varios. El lunes nos comunicaron que los pequeños moratones de papá se debían al uso de una medicación. No había nada grave pero habría que mantenerle vigilado. El martes por fin acudí a cambiar mi Centro de Salud, ya que seguía afiliado al de casa de mis padres. La verdad es que encontré la recepción vacía, y en un pequeño momento ya estaba todo en orden. También aproveché para realizar una nueva reorganización de mi colección de tebeos, que me permitirá disfrutar de más espacio todavía.

Fue el miércoles cuando mi hermano me comunicó que las saturaciones de papá ya estaban en niveles malos, por lo que había pedido una cita con la neumóloga al día siguiente. Aunque me indicó que no hacía falta que le acompañara, le hice saber que lo haría para enterarme de todo y quedarme más tranquilo. Esa noche terminé por ir el bar, no solo por ansiedad, sino porque Juan me indicó que acudiría para felicitar a José por su cumpleaños. La verdad es que me molestó que no me hubiera avisado antes y no contara conmigo para el regalo. Y es que últimamente le noto más distante, pasando menos tiempo conmigo. Ya de jueves, acudimos a ver a la Neumóloga, que volvió a incorporar los corticoides para papá. Vimos también al cardiólogo, porque para colmo mi padre volvía  a sufrir un ataque de gota. Implementamos los cambios en la medicación, esperando que mi padre se recuperara de nuevo, aunque la Gota le dejó inmóvil otra vez.  Por la noche fui a tomar algo, y me sorprendí al ver que Juan no me preguntaba por lo que habían dicho los médicos. Estuve entregándole unas pelis al portero, las cuales había estado buscando, y charlé más tiempo con él. David pasó a saludarnos amablemente, y me sorprendió lo guapo que estaba con un abrigo largo.

El viernes volví a correr casi diez kilómetros, aunque no llegué a tantas. Las saturaciones de papé eran pésimas, por lo que el médico le recetó doble ración de corticoides y un diurético más. En seguida empezó a recuperar, aunque solo un poquito. Por la noche fui al bar y lo encontramos vacío, ya que al parecer nuestro antiguo bar perruno celebraba su aniversario. Juan, La Rusa, Josito y su novio estuvieron allí, donde animamos al pobre Stripper, que tuvo que actuar para pocos. El sábado mi prima hizo comida para todos en casa, donde papá ya se encontraba mejor y menos cansado. Tras pasar la tarde currando, y ver que papá seguía mejorando, volví por el bar, que esa vez estaba llenó. La Rusa, que estaba en plan de meterme mano, iba con un grupo de chicos entre los cuales había un moreno muy guapo. Juan Carlos estuvo charlando con nosotros una vez más, y otra vez vinieron dos amigos suyos a tirar de él y cortarnos la conversación. Pero esa vez, Juan no se cortó y se lo hizo saber a Juan Carlos de forma bien clara. Ahí intervine yo también para hacerle saber que sus amigos no eran santos de mi devoción. Tras esto surgió una inesperada bronca entre Juan y servidor. Juan había llegado por el bar bastante pedo, pues había tenido celebración familiar. Juan estaba borracho y empezó a meterse con mis temas religiosos, mi sentido del humor… vamos que estaba en plan faltón total, y yo opté por retirarme,

El domingo estuve hecho una mierda, y bastante triste por la bronca con Juan. Fui a comer con mi padre, y después a comprar un nuevo juego de Star Wars sobre la Caída de la Orden Jedi, y una colección de películas de cine quinqui. Tras pasar la tarde triste, llamé a mi padre, que seguía mejorando poquito a poco. Pasé por el bar, donde Juan se comportó con normalidad, como si no hubiera pasado nada. Le saqué el tema, y me aseguró que no se acordaba de nada, aunque creo que si lo hacía pero se sentía mal. Así que olvidado quedó todo y charlamos un rato con Javi, acabando por echarnos unas risas.

Así acabó una semana que empezaba de forma positiva y terminó en un completo desastre. Esperemos que las cosas vuelvan a remontar.

 Saludos


VISITAS TERAPÉUTICAS

  (ENTRADA 621)

 

Dentro de la relativa normalidad de la rutina, que no es completa al estar siempre preocupados por nuestro padre, la semana ha destacado por la visita de mis tíos a la capital, algo que ha animado bastante a mi padre. No le habían visto desde su operación, y  la verdad es que creo que han podido servir como inyección para que mi padre se anime un poco.

El lunes tuve una larga conversación con Ana, que como ya comenté ha regresado como encargada del italiano. La verdad es que ha sido como un soplo de aire fresco, de un pasado que cada vez añoró más. Por lo menos mi restaurante habitual ya no es tan extraño como una vez lo fue. Y es que me frustra bastante no poder eliminar esa sensación de tristeza que tanto me acompaña.

El martes y el miércoles se caracterizaron porque me tocó la revisión del coche. El martes fui a recoger a papá y fuimos al taller, que me sorprendió por encontrarse particularmente cerca. Sin embargo, nos encontramos con una cola que llegaba a la rampa del garaje, donde nos quedamos atrapados. Finalmente bajé a que me atendieran y media hora después ya habíamos dejado el coche. Sin embargo, señalé que me parecía bastante mal tener que pedir hora para luego esperar tanto. Como ya era tarde, me quedé a comer con mi padre y mi hermano. Me jorobó bastante que mi padre se liara al decirle a mi hermano que yo le llevaba en coche al restaurante, cuando acabábamos de dejar el coche en taller. Al día siguiente, tardaron bastante en llamarme, pero a la una y después de haber ido a correr, pude ir a buscar mi coche finalmente. Por lo menos el taller ya estaba vacío y no tuve ningún problema para regresar a casa.

Ya de jueves decidí quedar con Luis, aunque me daba pereza, para poder quitármelo de encima durante un largo tiempo. La verdad es que debo reconocer que me jode bastante no haber vuelto a saber nada de Carlos, de quien ya no tengo el número. También terminé por borrar el número de César, pues a fin de cuenta tampoco lograba quedar ningún día con él. Como ya era jueves, salí por el bar habitual, y al ir de camino recibí un mensaje de Fran, que había ido a tomar algo después de una cena con los amigos. Juan se unió en breve, y estuvimos de charla un buen rato. La verdad es que Fran estaba bastante tranquilo, y cuando esta así resulta muy agradable charlar con él. Lamentablemente, no intentó liarse con servidor, y no me hubiera importado que lo hiciera.

El viernes, y a pesar de los nervios, fue cuando me lancé a correr más de lo habitual, y para no ir demasiado cansado decidí no ir a nadar. . Hacía ya tiempo que deseaba comenzar a empujar un poco más y empezar a correr diez kilómetros una vez a la semana. No me acordaba muy bien del recorrido que realizaba por el Retiro hace ya algunos años, y por eso calculé mal y corrí solo nueve kilómetros. Sin embargo, lo consideré todo un logró. Solo había intentado esto en abril de este año, y había tenido que parar varias veces debido al agotamiento y la falta de costumbre. En esta ocasión noté que al principio me costaba, pero que en la última parte de la carrera llevaba un buen ritmo. Por otro lado, mi padre tuvo comida con sus amigos, que se quedaron bastante de piedra al descubrir todo lo que le había sucedido este año. Llegada la noche, acudí al bar, que estaba bastante lleno para mi sorpresa. Luis estaba allí y Juan terminó por llegar, algo más tarde. En esta ocasión teníamos la actuación de Luciano, que la verdad da la sensación de ser un chaval bastante majo. Yo estaba algo gruñón, y me empeñé en no aceptar una invitación de la Rusa, que lleva bastante tiempo intentando invitarme, y eso me incomoda.

El sábado se suponía que nuestro restaurante habitual iba a abrir, después de más de dos meses en obras, pero al final no fue así. Mis tíos Carlos y Loli vinieron a la ciudad, y nos reunimos para cenar con ellos y mi prima y su familia. La verdad es que la comida estuvo muy bien y dejó a papá bastante animado. Después pasé por el centro comercial, donde hice la compra y adquirí dos nuevos muebles cajones, que coloqué en mi habitación. Aproveché para hacer una muy necesaria redistribución de mis cómics, que una vez más fue efectiva. Ya después volví por el bar que volvía a estar petado. Logré encajar en la esquina donde siempre me pongo, aunque agobiado por un grupo de gilipollas. Juan Carlos y sus amigos llegaron al bar, pero el primero no se molestó en mirar si me encontraba donde siempre me pongo. Cuando Juan llegó, y le hizo saber que yo estaba allí, se acercó para asegurarme que no me había visto. Pero si yo le había visto en la barra, él podría hacerlo perfectamente. El chaval pasa y acabó por marcharse sin despedirse para más inri. Nosotros nos quedamos hasta el cierre, como siempre, tras lo cual volvimos a casa.

El domingo tocó misa con papá, y después comida con los tíos y con Pablo y familia que se nos unieron. Las saturaciones de papé no han mejorado, pero por lo menos pude observar que no empeoraban. Después de comer le llevé en coche a votar, y la cuesta de regreso le costó un poco, pero llegó en bastante buena condición a casa. De regreso a mi casa acudí a votar, cruzándome con mis vecinos co-presis, para ver como la situación seguía acabando igual políticamente hablando. Por la noche salí una vez más, pero estuve muy tranqui en compañía de Juan, pues el bar se vació bastante pronto. David llegó como siempre a saludarnos, y acabamos charlando algo de política con él y Nica. Me sorprendió que a pesar de que los cuatro teníamos opiniones distintas, la conversación fue muy tranqui, algo que agradecer con la crispación vigente. Así que una nueva semana pasó y seguimos adelante con fe por el futuro.

Saludos


QUERER ES PODER

  (ENTRADA 620)

 

Quizás lo más destacable de esta semana haya sido el puente para mi padre. Y es que tuvimos dos días festivos de precepto en el fin de semana, más el día de difuntos, en el que aunque no ser de precepto, siempre hemos ido a misa. Esto no resultaría destacable, si no fuera porque por primera vez, mi padre ha tenido que ir andando a misa tres días seguidos. Lo ha llevado muy bien, aunque sus niveles de saturación siguen por estar distantes de lo deseado. Me he quedado con una frase de nuestro parroco: “detrás de un no puedo, a menudo se encuentra un no quiero”. Querer es poder, y por lo menos mi padre quiere.

Como siempre, la semana comenzó con la intensiva limpieza de mi casa, algo que he decidido intentar no volver a abandonar. Charlé con mi padre, que me confirmó que tenía cita para llevar el coche a revisión el martes de la semana siguiente a las once de la mañana. Por lo demás continué con el deporte, y debo reconocer que me está costando un esfuerzo considerable conseguir resultados decentes. La noche del lunes dormí mal por culpa del insomnio, por lo que decidí ir solo a correr. Fue el miércoles cuando fui a nadar, y pude ver a Azar por primera vez desde enero. No solo sigue estando arrebatador, sino incluso mejor todavía. Después fui a correr, y ese fue el único día de la semana en la que conseguí un tiempo en la franja de treinta y cinco minutos. Sin embargo, aunque el jueves volví a correr y nadar, no obtuve los mismos buenos resultados. Sí me llevé una gran sorpresa al descubrir que la antigua encargada Ana regresaba al italiano que frecuentó. Me alegró poder tener ese guiño del pasado.

Esa misma noche era Halloween, aunque este año ni se me pasó por la cabeza buscar algo para disfrazarme. La verdad es que me sorprendió mucho la cantidad de gente que se había disfrazado, y acudí al bar habitual, donde estuve acompañado por Rusa, Josito y su marido. El bar estaba bastante lleno, aunque Juan terminó por llegar a las dos menos cuarto debido a otros compromisos previos. Así que llegó justo para el estríper novato, que la verdad no me llamaba demasiado la atención. El marido de Josito aprovechó para comentarme que el novio de dicho stripper, se aprovechaba bastante de él. Le enviamos un video a Giaco, en el que todos le saludábamos. José iba genialmente disfrazado, aunque no lográbamos encontrar el parecido de Nica con la cantante de “El Quinto Elemento”.

El viernes fue la primera misa con papá, y aunque la llevó bien, los resultados de saturación fueron algo peores que los de la semana pasada. Comimos solos porque mi hermano tenía una boda, y después me retiré a casa a seguir con algo de trabajo. La verdad es que por algún motivo, estuve triste toda la tarde. Por la noche volví al bar, donde me encontré con Josito y el Señor Esquelas acompañado de dos amigas. Una de esas amigas me pareció bastante divertida, sobre todo cuando contó cómo no paraba de hacer pellas cuando era joven. Juan volvió a llegar bastante tarde de nuevo, debido a otros compromisos, aunque la verdad es que por lo menos logró animarme un poco para bailotear un rato. Rafa apareció por allí, y hacia bastante que no le veíamos. Debo reconocer que después de su desconexión tan radical, ya he perdido interés en su amistad. Había un chaval moreno muy guaperas en el bar, pero lamentablemente iba acompañado de su pareja, así que me retiré.

 Y es que el sábado, la misa era de doce debido a que no era día de precepto. Tuve que madrugar más, aunque por lo menos fue para llevar a mi padre, que siempre me hace ilusión. Sus resultados de saturación fueron iguales que el día anterior, y dedicamos nuestras oraciones a tantos seres queridos que ya hemos dejado atrás. A veces se me olvida que mi padre es el último que queda del grupo al que acompañaba habitualmente. Aunque todavía quedan sus hermanos, eso debe de ser algo difícil. Mi primo Pablo y familia, y mis sobrinas vinieron a comer después con nosotros, y la verdad es que la comida estuvo muy bien. Después fui a renovar vestuario de invierno al centro comercial, ya que era lo único que me faltaba por renovar. Acudí de nuevo al bar, donde esta vez Juan se presentó temprano. Estuvimos de nuevo acompañados por Rusa, y Juan Carlos apareció para venir a saludarnos. Sus amigos volvieron a ser impertinentes cuando se marcharon, ya que esta vez fueron dos de sus amigos quienes vinieron a arrancarnos a Juan Carlos cuando charlaba con nosotros antes de ir a la discoteca. Juan estuvo muy acertado al decirle que se despidiera ya, pues la Guardia Civil había llegado a llevárselo. Nosotros estuvimos hasta el cierre, ya que la Termomix siempre aprovechaba ese momento para ponernos canciones divertidas, y así fue una vez más.

El domingo volvimos a misa por tercera vez consecutiva, y los resultados fueron un pelín peores, aunque esto no se percibió. Después de la comida volví al centro comercial, donde encontré una caja mueble estupenda para poder guardar mis álbumes de cromos y algunos tebeos de mi juventud. La compra fue ideal, y me ayudó a reorganizar todo mi salón, de forma que aprovechara mucho mejor el espacio. Por la noche acudí al encuentro de Juan, que ya había llegado al bar antes que servidor. Estuvimos de charla sobre varios aspectos de nuestras vidas y las perdidas emocionales ante las enfermedades y fallecimientos de nuestros seres queridos. También nos enseñó, a Javier y servidor, su reportaje fotográfico de tumbas floridas del año, ante lo cual no pudimos más que reírnos. El resto de la noche fue tranquila hasta el cierre, en el que el dueño pasó también a saludarnos. En términos generales no fue una mala semana, aunque sí agotadora.

 Saludos