Archivo para julio, 2019

DOS MESES DESPUÉS… SOLO EN LA COLUMNA

  (ENTRADA 606)

 

Esta semana ha marcado la llegada al ecuador de las dos semanas que me han tocado con mi padre. Aunque ha mejorado bastante en relación a oxígeno, su inactividad se percibe a la hora de andar. Sin embargo, vuelvo a sentirme más esperanzado. Por otro lado, tras dos meses sin verle, y que me dejara solo en una columna de una discoteca, me reencontré con Juan Carlos. Sin embargo, al final de la noche, terminé solo de nuevo en la columna de nuestro bar habitual.

La semana comenzó con una muy buena mañana, aunque tuve bastantes cosas que hacer. Acudí a reservar los coleccionables de mi padre y mi hermano a un quiosco que estaba cuesta arriba, y que había visto en alguna ocasión al pasar a correr por allí. Me sorprendió lo especializado que estaba en coleccionables, y el dueño me pareció muy profesional. Después de comer fui a la piscina, donde pude comprobar que el socorrista había dejado entrar a uno de los inquilinos del piso turístico sin carnet. Así que lo comuniqué a Raquel y envié un mensaje al administrador. Por la tarde recibimos la visita de mi primo Pablo, que debo reconocer que me irritó bastante ante su forma de no entender la situación y ponerse más del lado de mi padre. Que poco saben los que no han pasado por algo así. Juan me escribió por la noche desde Rusia, asegurándome haber visto un ruso igualito al camello que frecuenta nuestro bar, pero que en ese caso no olía mal.

El martes recibí un mensaje de nuestro administrador, en el que nos comunicaba que había sufrido un infarto en el primer día de vacaciones, y se lo comuniqué prontamente a Raquel. Le escribí deseándole una muy pronta recuperación. Mi hermano vino en plan bastante irascible, y la verdad es que parecía traer más tensión que otra cosa. Aunque mi padre mejoraba, yo notaba que estaba débil a la hora de andar, y sus piernas estaban todavía en plan flamenco. El día terminó lloviendo, y el miércoles tampoco huno novedad alguna, excepto una visita de mi sobrina Sara. También escribí a Juan Carlos para interesarme por los progresos de su familia, que parecían ser buenos.

El jueves tocaba visita al cardiólogo, y mi padre decidió no cooperar y acabamos teniendo una gran bronca en el coche. Al llegar al hospital tampoco quiso cooperar y mi hermano cooperó con él yendo a por una silla de ruedas, cuando podría haber caminado perfectamente. Yo no estuve en la consulta porque tuve que regresar a casa a por la carpeta para poder pedir la cita del TAC que nos había solicitado el oncólogo para septiembre. Encima tuve que esperar porque una señora había acaparado el mostrador tras sacar cuatro números y no recibir la aprobación de su seguro. El resto del día, mi padre estuvo de nones, y la verdad es que yo también.

El viernes volvió a estar de buen humor, y la evolución fue bastante positiva. Como el resto de la semana, salí a correr y observé que me encontraba bastante mejor del gemelo. Después de comer acudí a mi piscina, donde estaba el mismo gilipollas de siempre con su colchoneta butaca, y el socorrista no fue a decirle que la sacara cuando entré en el agua junto a otro vecino. Como no quería más problemas opté por retirarme y pasé el resto de la tarde tranquilo en casa de mi padre. Por la noche, Juan me escribió desde Rusia para comunicarme que estaba viendo la película “It” en ruso. Esto me hizo particular gracia.

El sábado fui al nuevo quiosco, donde todos los encargos estaban allí sin problema alguno. También intenté ir a lavar el coche, aunque había tanta cola que opté por llenar el deposito y retirarme. Pasé por el centro comercial para comprar la película de “Alita”, y como seguía habiendo cola en el túnel de lavado, me retiré a casa de mi padre para hacer la compra. Mi prima llegó para hacer la comida del sábado, y tras la misma me tomé el día libre, y a pesar de que hacía fresco baje a la piscina, donde había una chica como socorrista que no conocía, y que volvió a hacer las cosas mal. Por la noche Juan Carlos me escribió para comunicarme que iba a salir, y que esperaba verme. Sin embargo, no me hice demasiadas ilusiones, porque salía con los amigos. También pude hacer una relación sobre mi enganché con él, al ver de nuevo la película “Trick”. Fue entonces cuando me percaté de su parecido con el protagonista Gabriel. Llegué al bar donde estaba Giaco… con Luis. La verdad es que yo estaba bastante apagado y no era la mejor compañía, pero estaba harto de que cada vez que Luis estaba por el bar, Giaco pasaba de nosotros. Finalmente llegó Juan Carlos, al que pude ver después de dos meses si hacerlo. Estuvimos charlando un buen rato, pero yo me sentía incomodo en el sentido de no saber muy bien que pasaba ya con él. Cuando fue a que le sellaran la mano en la discoteca le guardé la cerveza, pero al regresar volvió con sus amigos y no le volví a ver. Giaco y Luis se retiraron, y cuando la pandilla de Juan Carlos se marchó, éste se paró a despedirse, pero se marchó dejándome de nuevo en una columna, para ir con sus amigos. Fue entonces cuando me di cuenta que la cosa nunca iba a funcionar, por ese enganche malsano con sus amigos. Así que me fui algo depre, porque dos meses sin vernos, al final no había servido para nada.

El domingo fui a misa en mi barrio, donde a la loca que canta le dio por ponerse a hacerlo cuando el sacerdote todavía no había finalizado los ruegos. Tras ese día libre, regresé a casa de mi padre para comprobar que todo seguía bien. La tarde fue tranquila y se caracterizo porque mi primo Nacho me escribió por Messenger para restablecer contacto, algo que la verdad me agradó mucho, y a mi padre también. Así acabó la primera de dos semanas, antes de poder disfrutar de dos libres para mi solito,

 Saludos


DOS SEMANAS POR DELANTE

  (ENTRADA 605)

 

Tras aceptar la realidad de que no vamos a poder ir al norte en verano, me ha tocado embarcarme en una nueva rutina, esperando que las cosas mejoren. La semana ha sido de altibajos, con algún que otro susto, la partida de Juan en su viaje a Rusia, y el hecho de que me tocaran dos semanas seguidas de cuidado a mi padre ya que mi hermano parte a un Iron Man.

Y es que al final consideré que apreciaría más dos semanas seguidas de cuidados, para luego disfrutar de dos libres. Entre otras cosas las próximas dos semanas Juan no iba a estar allí, y no me apetecía salir solo un sábado. El lunes había hablado un poco con Juan Carlos, que me había explicado los problemas de su hermano y por qué había ingresado. Sin embargo, seguía sin percibir ese supuesto interés expresado por Giaco, y notaba como poco a poco iba desenganchándome del Ardilli que tanto me había ilusionado.

La semana había empezado con peores saturaciones por parte de mi padre, y la verdad es que estábamos un poco preocupados porque teníamos consulta al día siguiente. Sin embargo, la consulta no fue tan mal como esperábamos. No tenía neumonía y según el cardiólogo había mejorado bastante del corazón, con lo que le ponía una medicación nueva que debería ayudar. La internista también le puso alguna medicación adicional, pero al día siguiente mi padre había empeorado y resultó que un medicamento nuevo no era adecuado para enfermos del corazón. El cardiólogo nos dijo que lo retiráramos, pero yo le advertí a mi hermano que no consentiría más ese tipo de errores sin montar un pollo, por mucho que su amigo hubiera hecho por nosotros. Por fortuna, el viernes mi padre ya había mejorado bastante.

Por lo demás tuve algún que otro disgusto ante una página de compras para coleccionistas que no supo defenderme todo lo bien que podría ante una vendedora grosera. También tuve un enfrentamiento con una vecina estúpida que no entendía que los ascensores funcionaban por memoria, y encima me la tuve que encontrar otro día. A medida que pasaba la semana me fui tranquilizando, y de hecho estuve bajando a la piscina, y el socorrista sustituto resultó ser un chaval bastante sexy, aunque no llamó la atención a un hombre que fumaba dentro del vaso de la piscina. Aproveché para comprarme unos pantalones cortos nuevos que necesitaba y algunas películas; y el jueves quedé con Carlos. También estuve saliendo por las noches a tomar algo. Juanito salió toda la semana, algo que me animó bastante Uno de esos días Juanito me presentó a un amigo un tanto raro de México, que había pasado a verle. Sin embargo, el jueves llegó el día de la despedida y Juan partió para Rusia. Ante mí se presentaban dos semanas bastante solitarias y sin incentivo alguno.

El viernes me tomé todo el día libre, algo que agradecí mucho, y por la noche me animé a salir de nuevo antes del comienzo de dos semanas en casa de mi padre. Me encontré con Giaco y Luis, con los que estuve charlando un rato, aunque terminé por retirarme considerablemente pronto, ya que sin Juanito por allí tampoco tenía un gran incentivo para quedarme. El sábado por la mañana estuve en la piscina aprovechando las últimas horas de libertad y Juan Carlos me escribió entonces para preguntarme como iban las cosas. Me comentó que pasaría por el bar ya que iba a ir a un cumpleaños y después quería desconectar, y me preguntó si saldría. Por mi parte no tenía gran interés, porque me iba a tener de segundo plato, mi padre estaba todavía superando el último bache, y además Juanito no estaría por allí.

Así que me fui a casa de mi padre para empezar las dos semanas, esperando que no se me hicieran demasiado largas, y que luego pudiera disfrutar de mis dos semanas. Mi prima y su marido pasaron para comer también y mi hermano se retiró para su descanso. De esta forma comenzaron mis dos semanas de cuidados de mi padre, aunque no tardé en darme cuenta de que las cosas iban a ser más fluidas. El domingo fue también muy tranquilo y me acerqué a mi piscina por la tarde para desconectar y tomar el sol. La verdad es que había demasiada gente debido a la presencia de la vecina cara dura, que siempre traía mucha gente, pero estuvo bien. Ya la tarde la pasé tranquilamente en casa, hasta el momento de acostarme. Por delante quedaban dos semanas de vigilia.

 Saludos


VERANO PERDIDO

  (ENTRADA 604)

 

Tras las celebraciones del orgullo, y al igual que dos años atrás, me ha tocado enfrentarme a la dura realidad. No habrá vacaciones de verano este año, y tendremos que quedarnos en la capital al cuidado de mi padre. No es que no esté dispuesto a hacerlo, pero sentirse decepcionado cuando se había mejorado tanto es inevitable. Sobre todo, cuando habíamos avanzado tanto antes de la TAVI. Ni siquiera el Orgullo pudo dejarme un buen sabor de boca. El último mes ha servido para destruir todo aquello en lo que tenía esperanza. Esto no quiere decir que no saldré adelante, pero es inevitable sentirse descorazonado.

El lunes comencé observando algo que no me convencía, y es que mi padre se había empeñado en estar con el oxigeno a nivel uno, cuando se lo habían recetado a nivel dos. Con el oxigeno saturaba de forma aceptable, pero las ocho horas que tenía que estar sin oxigeno no mejoraba todo lo esperado. Así que a partir del martes decidí subírselo de nuevo a nivel dos, tal y como se lo habían recetado, para observar una mejoría. La asistenta también se me acercó de forma dramática para preguntarme por las vacaciones, ante lo que le indiqué que podría irse en agosto sin problemas. Pero me molestó que regresara al día siguiente para pedirme irse el último día de julio para ahorrarse en el billete.

Por lo demás, retomé el ir a corre durante toda la semana después del bache que había experimentado la pasada. Aunque el lunes fue criminal, observé que mejoraba considerablemente a lo largo de la semana. Al mismo tiempo volver a correr fue toda una terapia que me ayudó a combatir con la ansiedad que me provoca toda esta situación, que además me ha hecho engordar bastante. También acudí a recoger mi medicación, para descubrir que me la habían cambiado por otra prácticamente igual, aunque algo menos tóxica. Lo curioso es que las pastillas son incluso más pequeñas. También pude aprovechar tiempo para leer mi pedido de cómics y recibir algunos álbumes de cromos que había encargado, y para cortarme el pelo para aguantar mejor el calor.

Como tenía que acudir a recoger comida a los restaurantes, aproveché para acudir al restaurante que solíamos visitar el sábado, para que todos supieran el nuevo estado de las cosas. Sin embargo, también tuvieron lugar momentos tensos. Mi padre tosió bastante una noche, uno de los pies se le hinchaban y, aunque estable, me di cuenta de que su estado era prácticamente igual durante toda la semana. Fue entonces cuando me percaté de lo lento que sería todo. De hecho, recibí una llamada de mi amiga Bea, de mi pandilla de mi ciudad natal. Ya sin más remedio, le conté todo lo ocurrido con mi padre, y por primera vez me encontré diciendo en voz alta que n podríamos irnos de la capital durante el verano.

El sábado me tocó ser relevado, y mi prima se animó a venir a casa a h hacer una paella para la familia. Durante la semana, las saturaciones de mi padre habían descendido progresivamente, aunque el día de mi relevo las cosas parecían estabilizarse. Aunque salí por la noche y estuve en compañía de Juan, debo reconocer que fue una noche en la que estuve triste. Giaco pasó completamente de nosotros porque Luis estaba en el bar, y si soy sincero me pareció bastante mal. Una vez más, Juan Carlos no apareció por allí. A la salida, Giaco me contó que sus amigos le habían dicho que habían ingresado a su hermano. Sin embargo, yo no podía entender porque no había contactado conmigo en diez días. Tras ver de nuevo al primer stripper, al que si soy sincero no vi, me retiré bastante perjudicado y triste.

El domingo fue un día tranquilo que me regalé al completo. Terminé de limpiar la casa y actualizar mis cómics en el ordenador. Intenté quedar con Carlos, pero no estaba en la ciudad. Finalmente decidí escribir a Juan Carlos, y me contó que no había salido porque había estado tocado tras extraerle una muela del juicio, y me confirmó que habían ingresado a su hermano. Así que a pesar de estar triste por su desinterés, me aseguró que había estado pensado en llamarme ayer, le di ánimos para que todo fuera bien. Por la noche salí a tomar algo con Juan, y llevé algunos de los álbumes de cromos para que Javi y José los pudieran ver. José me regaló otro libro de uniformes de la Segunda Guerra Mundial para mi padre, y tras beber bastante, me retiré a descansar, no sin preocupación ante el inminente control que mi padre debía tener.

 Saludos


I WANT TO BREAK FREE, ORGULLO 2019

  (ENTRADA 603)

 

La semana de descanso, no ha resultado serlo de tanto. No solo me tocó la mañana del alta de mi padre del hospital, sino que además tuvimos que ir con él a urgencias a mitad de semana debido a una hemorragia nasal que resultó ser solamente un susto. Por lo demás la semana ha marcado la celebración del cincuenta aniversario del Orgullo Gay, el cual he podido celebrar en compañía de Juanito.

La semana comenzó con el alta del hospital de mi padre el lunes. De camino fui informado por mi hermano de que mi padre había solicitado ambulancia para volver a casa, al estar demasiado nervioso por la falta de oxígeno. Al llegar hablé con la doctora y logré convencer a todos para que acudiera a casa en coche, pues consideraba que era importante romper ciertas fobias que solamente pueden crear barreras. Lo hicimos así y mi padre no tuvo problema alguno, tal y como yo imaginaba. Tras ayudar a dejar las cosas listas, como medicación, dinero y pañales, continué con mi semana de descanso. Por la tarde quedé con César y Luis para uno de nuestros encuentros, que distó bastante de dejarme satisfecho, aunque por lo menos me sirvió paca cumplir con ambos.

El martes reanudé mis carreras, y Juan Carlos me escribió. Su madre había pasado por urgencias, aunque parecía que estaba mucho mejor, y ese era el motivo por el que no había salido el fin de semana. La verdad es que entiendo su proceder, pero consideraba que podría haberme avisado, o interesado más considerando que yo no había pasado por urgencias, sino que había estado una semana completa de hospital. Mi hermano anunció que el viernes no dormiría en casa, lo cual me molestó bastante considerando que yo necesitaba el orgullo esta semana, pero preferí no provocar problemas.

El miércoles comenzaron las fiestas del Orgullo Gay, y yo amanecí teniendo que acudir a urgencias tras una llamada de mi hermano. Al sonarse demasiado fuerte, mi padre había comenzado a sangrar y soltar flemas de sangre y acudimos al hospital donde lograron cauterizar la herida. El incidente se debía a que su medicación incluye anticoagulante y el oxígeno resecaba mucho la nariz. Le conté lo sucedido a Juan Carlos, en parte porque deseaba que viera que yo también había tenido que pasar por urgencias, cuarenta y ocho horas después de una semana entera en el hospital. Tras el susto, y comer con mi padre y mi hermano, regresé a casa a comenzar las fiestas de la mejor forma posible. La policía acordonó el barrio, y cuando volví de cenar no pude acceder a mi portal a meros metros de la valla policial, porque era calle de salida. La verdad es que podrían ceder un poco ante los residentes. Una vez más la plaza de al lado de casa se llenó de niñatos heteros de botellón, a los que les pueden importar poco el ambiente. Acudí al bar, donde estuve bastante tranquilo y pude ver a Josito y los Javis, pero me sorprendió más la aparición de Fran de huevo, que recién casado no dudó en besarme de nuevo. Al marcharme, llegó incluso a preguntarme que cuando íbamos a follar. Ver y oír para creer.

El jueves amanecí bastante machacado y escogí no ir a correr. Fui a comer con mi padre, que se encontraba todavía un poco pachucho. Yo también estaba con  algo de febrícula y muy cansado, por lo que decidí dormir una larga siesta en casa, que me vino muy bien. Por la noche volví a salir, esta vez ya en compañía de Juanito y Giaco, que también estaba por allí. Fran también estuvo por allí, pero le pude ver muy brevemente. El barrio ya estaba invadido, aunque a última hora el bar estaba mucho más desahogado. Al cierre del bar, me retiré a casa cansado.

Fue el viernes cuando me di cuenta de que había sufrido de diarrea, pero a lo largo del día y tomando las precauciones necesarias, fui recuperándome en una semana de descanso que había resultado agotadora. Por la tarde tuve maratón de Stranger Things, ya que estaba disponible su tercera temporada. Tras esto acudí al cine con Juanito para ver “Spider-Man: Lejos de Casa”.

La película nos pareció muy buena y divertida y salimos contentos una vez más. De camino al barrio nos cruzamos con mis antiguos amigos Antonio y Jesús que regresaban de las fiestas. Comentamos antiguas celebraciones, y cómo las fiestas ya no eran lo que fueron ni de lejos. Tras el encuentro llegamos al bar, que ya estaba atiborrado, y nos encontramos con Giaco y con Josito. Estuvimos aguantando bastante gente, hasta que el bar quedó más cómodo en cuanto a cantidades de gente. Llegamos incluso a bailar un poco porque ya me encontraba mucho mejor. Sin embargo, me retiré más pronto porque, aunque me encontraba mejor, no quería forzar la máquina.

Al despertar la mañana del sábado, me di cuenta de que había sido la decisión acertada, porque me encontraba mucho mejor. Fui a comer algo, y después pasé la tarde acabando algo de trabajo pendiente. También llamé a papá para ver cómo iba, y parecía que todo estaba bien. La tarde la pasé tranquilamente en casa, escuchando de lejos el bullicio de la manifestación. Por un momento llegué a sentir pena, y sentí que me hubiera gustado ir. Fue una tarde triste, y esa tristeza fue lo que marco en general un orgullo en el que no podía evitar que todas mis esperanzas se habían visto quebradas ese año. Por la noche fui al bar, que todavía estaba vacío debido a las manifestaciones. Estuve un buen rato con Giaco, que estaba particularmente divertido. Luego llegó Juanito con sus amigos, por lo que estuve un poco a distancia hasta que Juanito se quedó solo. En general fue una buena noche de bar, aunque sin nada en particular. Juan Carlos no apareció, aunque sí lo hicieron algunos de sus amigos a los que saludé. Me puse algo más triste, sobre todo porque observé que Juan Carlos había estado conectado alrededor de las cuatro. Esto me hizo pensar que si había salido, pero que había ido a otro rollo. Este chico no tenía interés en mi, por mucho que Giaco me lo asegurara, y ya llevaba casi mes y medio sin verle. Ya cansado, y algo perjudicado por el alcohol, regresé a mi casa.

El domingo me desperté y me arrastré de regreso a la realidad. Tenía que empezar una nueva semana cuidando de mi padre, que parecía estancado en su progreso. Así que regresé a casa de mi padre y fui a recoger el pedido de la comida, observando una pareja de gais felices en el restaurante. No ha sido un gran orgullo, aunque esto se deba más a mis desesperanzas personales.

 Saludos


SEMANA DE HOSPITAL SOLITARIA

  (ENTRADA 602)

 

Si una semana de hospital como acompañante es complicada y agotadora ya de por sí, resulta peor cuando se trata de algo que creías haber dejado atrás. Tras nuestro primer ingreso de treinta y ocho días, y el segundo de nuevo, en este tercero me ha tocado una semana seguida viviendo en el hospital para acompañar a mi padre durante su neumonía. Ni que decir que tiene que me he venido abajo, aunque a lo largo de la semana se haya hecho un poco más llevadero.

Ya el lunes llevaba en el hospital desde el sábado a mediodía, y regresó la actividad propia de un hospital entre semana. Me tocó dormir más bien poco porque vinieron a recoger a mi padre para realizar una placa. Por lo menos la relación entre ambos se volvió bastante más fluida y sin excesivas complicaciones. La doctora rubia comenzó a atender a mi padre, ya que su médico regular se había marchado de vacaciones. Lo único que percibí fue que duchar a mi padre fue lo más complicado. Por otro lado, me deprimía bastante no tener noticias de nadie, en especial de Juan Carlos, de quien no sabía nada desde el jueves.

El martes fue Juan quien contactó conmigo mediante mensajes y se interesó reconociendo que me había tenido descuidado. Durante toda la semana acudí a comer y cenar al mismo restaurante cercano al hospital, y la verdad es que en términos generales me sentí muy bien tratado por el personal. La doctora nos habló de un posible alta, que estaba dispuesto a aceptar a pesar de considerarlo excesivamente prematuro. Por la tarde pasé tiempo con mi padre, que me estuvo explicando como hacer transferencias a través de la red. Para pasar el rato me había llevado entretenimiento, y estuve viendo toda la serie de “La Vuelta al Mundo de Willy Fog” para entretenerme.

El miércoles la doctora se arrepintió del alta, pues quería completar diez días de tratamiento antibiótico para la neumonía de mi padre, y a mi me pareció muy bien. Me crucé con el médico francés, que me confirmó lo mismo. La verdad es que me sentía bastante triste, en especial por el desinterés de Juan Carlos, y abatido. Así que pasé la tarde realizando transferencias para recuperar álbumes de cromos de mi infancia, que siempre habían sido mi pasión. También tuvimos una invasión de familia gitana en el hospital, que venían todos a ver al mismo paciente. Deberían ser unos cincuenta, y me pareció una estampa de lo más curiosa, arrancándome una sonrisa.

Fue el jueves cuando Juan Carlos me escribió, y la verdad es que tardé bastante en contestarle, pues estaba realizando otras cosas. Y es que, si debo ser sincero, como hacía una semana que no sabía nada de él, el mensaje no me hizo ilusión por primera vez. En la habitación me gané a las enfermeras al regalarles la revista con la exclusiva de la boda de Belén Esteban, lo cual fue bastante gracioso. Papá mejoraba, pero muy poco y el moverse suponía todavía una alteración de la saturación. Acudió un fisio a visitarnos y recomendarnos una serie de ejercicios pulmonares. El resto de la tarde transcurrió tranquila, aunque nos quedamos sin Internet.

El viernes se nos propuso un alta con antibiótico oral en casa, pero optamos por esperar el lunes, y así dar más tiempo para la recuperación. Mi hermano llegó tarde como es habitual, y Nacho nos explicó que la caída del sistema de internet se había debido a un virus que había atacado el hospital. La tarde se hizo más amena gracias a la visita de mis tíos Carlos y Loli, así como la de mi primo Pablo, mi prima Lucia y mi sobrina Sara. Al mismo tiempo nos sumergimos por completo en la ola de calor.

Ya de sábado tocó el relevo, y como de costumbre mi hermano llegó tarde para realizarlo. Pasé por casa a recoger algunas cosas, y ya tenía algunos álbumes de cromos listos. Mi casa era un verdadero horno, y el aire no logró enfriarla lo suficiente. Eché una siesta y tras ir a misa cene algo en el italiano. Ya se veía mucha gente en la pequeña plaza de al lado, y también hubo una manifestación en contra del cierre del proyecto central. La noche resultó ser un desastre una vez más, aunque Giaco se encontró conmigo y me entregó mi invitación a su boda. Sin embargo pasó toda la noche en compañía de Luis. Para mi sorpresa, Juan Carlos, que tampoco me había vuelto a escribir desde el jueves, no apareció por el bar. Me sorprendió que no me hubiera escrito para decírmelo, y temí que hubiera evitado el bar para no verme. Juan apareció algo tarde, y a pesar de que estuvo intentando animarme, acabamos sufriendo un roce cuando quise indicar al camarero que no había tenido el detalle de invitarme a un chupito. Regresé a casa descorazonado y borracho, harto del giro que había tomado mi vida y de un nuevo fin de semana de mierda.

El domingo desperté bastante deprimido y acudí a visitar a mi padre al hospital. Lily ya estaba allí, porque mi hermano se había ido a entrenar por la mañana. La tarde la pasé realizando una muy necesaria limpieza de mi casa. Por lo demás la noche fue muy tranquila y estuve en compañía de Juanito, ambos más relajados. También pasó la Rusa por allí, aunque demasiado tarde para que ocurriera nada. Solo espero que por fin logremos arrancar hacia una recuperación total de mi padre, de una vez por todas,

 Saludos