Archivo para enero, 2019

SEMANA DE EMERGENCIAS

  (ENTRADA 580)

 

Esta vez no ha habido otro remedio, un golpe serio en la cabeza suponía que tenía que trasladarme a casa de mi padre durante un tiempo, y resultó ser una solución de lo más acertada. Esto se debió que tuvimos una gran alerta uno de los días en los que acabé yendo solo a urgencias de madrugada. Mi familia tiene defectos como todas, pero llevamos una racha que no creo que merezcamos.

 

El lunes tocó iniciar una semana nueva en una casa que una vez me pareció la más llena de vida de la capital, pero que ahora me parece vacía y más parecida a una catacumba. Me acuerdo cuando mi madre todavía vivía, y mis tíos pasaban el año en esta casa, con mis sobrinas pequeñas y mis primos visitando a menudo. Ahora solo queda mi padre tras el fallecimiento de mis tíos y mi madre, y la casa se me antoja triste y abandonada. Vivir con mi padre es complicado, se cree en posesión de la verdad y nos ha sorprendido siendo un mal paciente. Las comidas fueron complicadas, y todavía se nos ponía chulo en ocasiones. De esta forma ha regresado mi odiada amiga Ansiedad. Pero lo peor estaba por llegar.

El martes a las cinco y media de la mañana recibí una llamada de teléfono de mi padre en la habitación de al lado, no podía moverse y la cabeza estaba como a punto de estallarle. Tuve que llamar a una ambulancia e ir al hospital, donde estuvo solo hasta que llegó mi prima y su marido. Mi hermano tenía el móvil en silencio, y no se enteró de mis llamadas hasta las diez más o menos. Yo me jamé alrededor de seis horas de urgencias. Primero le inyectaron un calmante intravenoso a mi padre, y como la cabeza le dolía todavía mucho decidieron hacerle un tac. Yo ya me temía lo peor cuando resultó que el Tac no mostraba ningún problema y todo resultó ser del latigazo cervical que había sufrido. Nos fuimos del hospital con recetas para medicaciones más fuertes, y con la esperanza de que no tuviéramos que pasar de nuevo por la pesadilla. Fuimos a comer y me llevé una gran sorpresa al ver que mi padre comía muy bien. Tras la comida pasé a comprar dos tomos de cómics mientras mi hermano se quedaba vigilando. Al volver bajé a comprarle a mi padre cervezas sin alcohol, que no podía tomar debido a su nueva medicación. Para cenar acudimos a comer centollo, y las cosas fueron bien sin que mi padre sufriera molestias. Tras esto llegó el merecido descanso con la esperanza de que la noche fuera tranquila.

Ya en miércoles me llevé una gran alegría, al ver que por primera vez mi padre había dormido de un tirón, no había necesitado ir al baño y ya casi estaba arreglado. Como yo apenas había dormido tres horas el día anterior, me quedé durmiendo hasta la una y media. Fuimos a comer y aunque mi padre estaba mejor se le notaba más grogui debido a la medicación. De regresó a casa intentamos experimentar que durmiera en la butaca, pero todavía no lograba adquirir una postura adecuada para dormir. Mi amigo Juan me escribió para interesarse de todo lo ocurrido, y tuve oportunidad de ponerle al día. La tarde fue tranquila y me dediqué a tirar papeleo acumulado de años atrás, relativo a mis estudios de colegio y universitarios. Me encontré con las cartas de aceptación a las universidades a las que había sido admitido, así como multitud de cheques de mi época universitaria, cuando siempre cenaba pizza. Que tristeza da la belleza de la nostalgia en ocasiones. Había en aquel entonces un pizzero guapísimo que venía mucho a su casa, y que en una ocasión me encontré un bar, donde me presentó a su hermano gemeloLa noche no provocó problema alguno, y mi padre se acostó sin problema alguno. Una vez más rezamos juntos, y yo sentí una mezcla de tristeza y compasión… como si fuera mi hijo en lugar de mi padre.

El jueves resultó ser una mezcla de sensaciones. Al acudir a despertar a mi padre me dijo que se sentía estupendamente, el mejor de los días. Sin embargo al poco rato se quejaba de un dolor punzante en el cuello, aunque no estaba demasiado mal. Hacía un día precioso y aproveché para bajar a comprarle una almohadilla para el cuello, y unos vasos de chatear para que pudiera beber más cómodo. También me compré calcetines y ropa interior que llevaba tiempo necesitando, y un abrigo nuevo. Tras esto vino mi hermano y le entregué las fotos y material escolar que había encontrado el día anterior. Tras comer tuvimos un nuevo enfrentamiento con él, pues no había manera de hacerle entender que no podía dormir en la butaca, y debía hacerlo en la cama. Al final tras una bronca grande de mi hermano, se acostó en la cama. Levantarle de la siesta fue una tortura porque tenía mucho miedo al dolor, pero luego resultó que no pasó absolutamente nada. Sin embargo el Valium que le han puesto le deja considerablemente grogui. Fuimos a cenar algo y regresamos casa donde se le veía bastante cansado, aunque meterlo en la cama fue bastante fácil.

El viernes pareció acompañarnos la suerte, ya que mi padre se despertó tarde, a las diez menos cuarto, y estaba mucho mejor. Al igual que el día anterior me animé a salir a caminar hasta el centro comercial para comprar un par de películas, y regresar para encontrarme a mi padre a puntito de dormirse. Fuimos a comer y la verdad es que el pobre estaba grogui por el Valium, por lo que decidimos que sería mejor cambiar los horarios de la medicación. Mientras mi padre dormía la siesta, ayudé a mi hermano a buscar una foto de su función de Navidad del colegio, aunque no logramos encontrarla. Por la noche vinieron mi hermano y la familia de mi primo Pablo a cenar. Aunque papá estuvo bien, al ir al baño casi se va a la cocina. La verdad es que tengo ganas de que le quiten el Valium. De regreso a casa le acosté, y le dio un poco de tembleque aunque no tenía fiebre. También me encontré con que se había hecho caca encima al ir al baño, cuando comprobé como estaba a las cinco de la mañana, pero se había vuelto a acostar sin problema, y yo le dejé el baño y la ropa usada limpia… aunque apenas dormí.

El sábado tuve que despertarle a las diez y media, pues estaba completamente dormido. Eso sí, parecía encontrarse mucho mejor. Sin embargo estuvo agotado durante la comida, y tras la siesta volvió a hacerse caca, aunque me dio tiempo a cambiarle para que pudiéramos ir a misa. Tras esto mi hermano llegó a casa para reemplazarme esa semana. Acudí al bar a ver a Juanito, Giaco y otros conocidos como Oscar Daniel, que se mostraron muy cariñosos y comprensivos. Ardilli estaba por allí, pero yo estaba demasiado agotado, y me limité a tomar algo con Juanito y retirarme a dormir.

No pude dormir demasiado el domingo debido a los helicópteros que cubrían la huelga de taxis, pero pasé una tarde tranquila y pasé a cenar con mi padre, que había estado más tranquilo y algo más espabilado. Por la noche fui a tomar algo con Juanito, que me notó algo más animado. Solo espero que mi padre se recupere pronto y todos podamos descansar y volver a nuestras vidas.

 Saludos


DE NUEVO UNA PESADILLA

  (ENTRADA 579)

 

Cuando ya había recuperado la rutina y había logrado tranquilizarme, la mala suerte volvió a visitarnos, y mi padre ha sufrido una nueva caída que le ha dejado tres brechas en la cabeza y el cuello inutilizado. Parece que es nuestra maldición vivir nuestras vidas en una constante pesadilla crónica.

 

El tiempo empeoró a medida que la semana transcurría, pero es algo normal considerando las fechas en las que estamos. En la piscina tampoco ha habido ningún evento destacable, aunque observo que este año tenemos mejores nadadores en las calles. El italiano al que voy a comer parece tener algunos problemas de distribución, ya que me encontré sin platos el martes, algo que ya había ocurrido el viernes anterior.

De jueves tocó salir de nuevo al encuentro de Juan, que volvía a estar de su habitual humor. También estuvo allí Josito acompañándonos un rato. Charlamos sobre el reciente descubrimiento, y es que el camarero pirado, que había sido nuestro supuesto amigo, del antiguo bar ya no trabajaba allí. No pudimos evitar preguntarnos si fue deseo propio, o el imbécil del dueño terminó por darse cuenta de la bomba de relojería que tenía ahí dentro. Curiosamente y para ser jueves, estaba por allí un chaval alto y buenorro que iba por el antiguo bar en su primera época, y era bastante pijo. Siempre me había llamado mucho la atención, aunque lamentablemente se marchó pronto y además estaba acompañado. Estuvo por allí Juanma, pero no aprecié mucho su presencia porque hay ocasiones en las que es difícil aguantarle. Miguel tampoco estaba trabajando, y nos enteramos que se debía a que algo había pasado con su madre. Aparte de estos eventos, el bar no estaba demasiado animado, aunque la Termomix había venido a pinchar. Eso sí, Casuario pasó por allí y nos invitó a unos chupitos.

El viernes volvimos a salir, y encontramos a Miguel de nuevo en la puerta, aunque no pudimos preguntarle por lo ocurrido porque había más gente por allí. Giaco no estaba por allí, aunque sí nos encontramos con Clark Kent y con Fran de huevo, que estaba de visita. Aunque los flirteos con éste último fueron bastante evidentes, al final y como ya estoy acostumbrado, no llegó a ocurrir nada. Eso sí, pudimos echarnos unas buenas risas.

Fue el sábado cuando regresó la pesadilla a nuestras vidas. Estaba preparándome para ir a comer con mi familia cuando recibí una llamada de mi prima. Mi padre se había vuelto a caer y le dolía el cuello. Tras avisar a mi hermano salí para su casa para encontrarme que era más grave. Mi padre se había hecho tres brechas, en nariz, cabeza y frente. Lo peor fue que había ocurrido a las ocho de la mañana y no había avisado hasta las doce del mediodía. Había sido para haberse matado y había sangre por todas partes. El aseguraba haberse caído al levantarse del water, pero mi hermano y yo sabíamos que lo más probable es que se hubiera levantado para ir al water durante la noche, y se hubiera dormido mientras estaba sentado allí. Tras tres horas en urgencias, le cosieron nariz y frente, pero en la cabeza hubo que poner grapas. Lo peor es que de la caída había tenido un latigazo, y no podía apenas mover el cuello. Así que una vez esclavizados, me tocó quedarme en su casa, y parece ser que me quedaré durante toda una semana. Esa noche dormí solamente una hora debido a la angustia.

El domingo se animó a salir a comer y por la tarde nos visitó mi primo Pablo, que nos acompañó a misa. Ahora solo falta saber cuánto durara esta nueva pesadilla, porque siempre ocurre cuando va al al baño por la noche completamente amodorrado y sin coordinar. Veremos cómo van las cosas, pero no es el buen comienzo de año que tenía planeado, y que me ha dejado completamente hundido y convencido de que para cuando dejé de ser un esclavo, mi juventud se habrá esfumado.

 Saludos


EL ARTE DE PRESENTAR

  (ENTRADA 578)

 

Un año después de escribir sobre Ardilli, ya sé que se llama Juan Carlos. Sin embargo Giaco, que descubrió su nombre, parece tener dificultades para presentármelo de forma casual. La verdad es que no me parece algo tan complicado, pero está claro que para algunos supone todo un arte. Lo que está claro es que no me gustan las presentaciones forzadas, tienen que ser casuales.

 

El lunes comenzó la retirada. Mi prima, familia, y mi hermano regresaron a la capital. Mi padre y yo optamos por quedarnos un día más para evitar la operación retorno, y fuimos a Fede a comer oricios, almejas y queso, saludando a toda la familia a la salida. Por la noche acudí a despedirme de Ramón, Susie, y Antonio. También pude ver a Mónica con los dueños de Chisca y con Sastre, que lo pasaba mal por el celo de la primera. Todos comenzaron a retirarse, pero yo fui a tomar una última cerveza con Susie y Antonio, coincidiendo con Pali que nos invitó. De regreso a casa, tuve una charla muy agradable con Susie y Antonio, de los que me despedí hasta el verano.

El martes mi padre y yo partimos de regreso a la capital en coche. El viaje fue muy tranquilo y con poco tráfico y buen tiempo. Tras dejar a mi padre en casa y recoger mi paquete de cómics, regresé a casa. Retiré la decoración navideña y me enteré que la tienda de fotografía debajo de casa había cerrado. Fui por el gimnasio a renovar el bono anual, teniendo que esperar media hora para ello. Eso sí, me crucé con Azar, que para mi sorpresa bajaba en ascensor. Tras hacer la compra y poner la casa en orden, comencé a poner en orden mi trabajo. Coloqué mi nuevo calendario, cené y me preparé a comenzar un nuevo año en la capital.

El miércoles consistió en regresar a la rutina de siempre. Acudí a nadar, y para mi sorpresa el gimnasio no estaba demasiado lleno. Coincidí con mi tocayo dando clases, y a Azar con sus niños como era habitual. Tras esto fui a correr en un día que estuvo bastante agradable, aunque noté mis tobillos algo resentidos. Fui a comer al italiano, donde solo había una camarera conocida, y otra que evidentemente era nueva. El resto del día lo pasé retomando de nuevo mi trabajo y comenzando a ver la serie “Bones”, que debo acabar antes del verano.

El jueves llegó el reencuentro tras pasar de nuevo por toda la rutina habitual. También pasé a comprar algunos cómics que necesitaba y a comprar una temporada que me faltaba de “Fear the Walking Death”. Por la noche pasé por el bar donde saludé a Javi, Miguel, Nica y Juan, a los que regalé unos saquitos muy simpáticos de carbón que les había comprado. También le comenté a Juan que había visto a Miguel entrar en el garaje de mi casa, y me confirmó que al parecer en esta temporada se había sacado el carnet de conducir finalmente. Así que tengo a ese cabrón compartiendo garaje con servidor. Por lo demás estuvimos de charla y narrando aventuras de las vacaciones, aunque me sorprendí cuando Javi reveló que abandonaba el bar, y que Juanito había preferido no decirme nada. Ya al cierre, terminamos por retirarnos en una noche de mucho frío.

Ya de viernes volví a salir por la noche, y tuve mi reencuentro con Giacomo y con Juan otra vez. Antes de estar con ellos, estuve acompañando a Josito, que iba con una petarda pretenciosa que iba de “algo”. Giaco me estuvo hablando de Ardilli, que efectivamente resultó llamarse Juan Carlos. Por allí estaba también Yoli, que parecía haber roto de nuevo con su pareja macarra. El basta estaba bastante animado, y tuve que tener paciencia con una pareja de viejos empujando y una pandilla igualmente pesada. Al final de la noche llegaron Diego y Felipe, con los que también estuvimos de charla un buen rato, hasta que terminamos por retirarnos.

El sábado cambiamos de rutina en lo relativo a comida familiar, y fuimos a un restaurante en frente del habitual, en que tenían platos poco usuales como lagarto o cocodrilo, aunque yo no me animé a ser demasiado experimental. La comida estuvo genial, con la excepción de una maître bastante tonta. Tras la comida fui comprar un reproductor 4K para mi hermano y regresé a casa. Fui a misa de ocho, ya que mi padre también tenía que asistir esa tarde en su barrio. Por la noche salí al bar, que estaba bastante lleno, y de nuevo pude ver a Ardilli, que ya sabemos que se llama Juan Carlos. Lamentablemente Giaco estaba acompañado por un tío que nos cae bastante mal. Así que estuve acompañado por Juan, que no llegó tan tarde como esperaba. Al final de la noche, Giaco se nos unió pero pretendía presentarme a Juan Carlos de forma algo forzada. No entiendo por qué es tan difícil hacer una presentación de alguien de forma casual, y la verdad es que fue algo que me irritó bastante. Pero por lo menos acabamos la noche bailando canciones de pura pachanga.

De domingo fui  a tomar algo con mi padre, y luego a comer, entregándole a mí hermano el reproductor que le había adquirido y que resultó no funcionar. Por la noche fui por el bar, y a la entrada me encontré con una tía a grito limpio llamando a un tal Christopher. Juan tenía uno de sus días torcidos y se enfurruño al convencerse de que me había evadido y no le estaba escuchando. La vez es que fue una lástima, porque el bar estaba lleno de jóvenes atractivos y podría haber sido una noche más animada. Pero al final son cosas que tienes que perdonar de los buenos amigos. Esa noche también vimos a Paul y a Pedro, y Casuario también charló un rato con nosotros. A la salida nos despedimos de Javi, ya que era su última noche en el bar. Habrá que ver a quien envían para suplirle.

 

Saludos


BUEN COMIENZO

  (ENTRADA 577)

 

La primera semana del año ha destacado por ser bastante animada y activa. Me he animado a sentirme optimista y positivo en relación al nuevo año, que incluye mi número favorito… el nueve. Considerando que las Navidades ya no se parecen en nada a las que experimentábamos años atrás, esta última semana de las mismas me ha empujado a apreciar estas fechas desde otra perspectiva. En definitiva me ha parecido un buen comienzo.

 

El último año del año comenzó con sol y tranquilidad. Yo salí a correr solo por el muro, pues toda la gente se reservaba para la famosa carrera San Silvestre. Ya de regresó coincidí con una señora y su hija en el ascensor, que ya conocían a nuestra familia de la época de mi infancia yendo a comer al Cañaveral. De hecho recordaban como mi hermano había sido atacado por un gallo, siendo solamente in niño de tres años. Quedamos a comer con mi prima Lucia y sus hijas, pasando una tarde relajada antes de las festividades. Alrededor de las ocho de la noche, salí en taxi a casa de Pablo y Bea, a donde también acudieron Yogui, Carmen, Esteban y su novia, María y Jorge. Solo faltaron Santi y Natalia este año, ya que decidieron pasar estas fiestas fuera. La cena estuvo bien, aunque sobro demasiada comida. Me gustó que hubiera algo poco habitual como pato al horno, y agradecí los langostinos cocidos, que habían estado ausentes en casa de mis tíos. De esta forma recibimos todos juntos al año 2019. Sobre las dos de la madrugada me despedí de todos para seguir la fiesta, y fui andando de regreso y cruzándome de nuevo con los chavales que iban trajeados a una fiesta en la plaza de toros. Eso sí, me noté menos melancólico y triste que el año pasado con diferencia. Ne reuní con Ramón en el bar osuno, encontrándole con Rosaura de charla. También saludé brevemente a Pedrito, que se marchó al bar de los niñatos. No hubo suerte, y una vez más no me tocó la cesta de Navidad. El bar estuvo bastante lleno, y pude ver de lejos a Bombero. Lamentablemente también tuve que aguantar al amigo de Ramón, una especie de pseudo filosofo al que no había quien aguantara. Sobre las cuatro y media decidimos ir al Antro, que estaba bastante matado. Por lo menos pude ver a Rubio, que me negó que le hubiera pasado, parece ser que la Cubana se había equivocado de persona. Estaba acompañado de Muermo y de un chaval teñido de rubio bastante salado, llamado Antonio. Bombero estuvo por allí otra vez, pero pasando de establecer contacto, y también pude ver a la Cristal, tan pirada como siempre. Ya sobre las seis y media de la madrugada, decidí retirarme a dormir un poco.

El martes me desperté agotado en el día de Año Nuevo, pues tocaba ir de nuevo a comer a casa de mis tíos, esta vez acompañados de mi primo Pablo y familia. Paula estuvo especialmente maja disfrazada de duende de Navidad, y pudimos ver algunos videos de sus actuaciones de Navidad. La tarde la pasamos de siesta de recuperación, y luego acompañe a mi padre a misa, pasando la noche tranquila.

El miércoles amaneció nublado y con el día más frío de estas vacaciones con diferencia. A pesar de esto me pegué la primera carrera del año, aunque tenía los tobillos hechos polvo, y no conseguí alcanzar mi nivel habitual ni de lejos. Tras comer en el restaurante de la plazuela, una hamburguesa que estaba riquísima, pasamos una tarde tranquila. Por la noche me animé a ir al cine a ver mi primera película del año, “Mortal Engines”. Había visto el tráiler anteriormente, y me había llamado bastante la atención. La verdad es que fue todo un acierto, porque disfruté muchísimo una trama sobre la que no tenía conocimiento alguno.

 

De jueves tuvimos que ir a la capital de provincia a comer con mi tío Javier, que nos había invitado al igual que el año pasado. La verdad es que me daba mucha pereza, a pesar de que condujera mi hermano, con quien tuvimos una pequeña bronca cuando estuvo a punto de tragarse a alguien. Por lo menos también vinieron a comer Covadonga, María y su marido Daniel, acompañados de sus tres hijos. Al final la velada no estuvo muy bien, aunque el viaje de ida y de vuelta fue un coñazo. Por la tarde acudí al bar osuno para la sesión de cine, en la que echaban “Fuera del Vestuario”. La película fue bastante mala, y además estaba defectuosa con saltos en la trama. Cuando acabó la película estaba listo para marcharme, pero Ramón apareció por allí y tuve que quedarme a tomar una cerveza con él. También saludé a Pedrito, que pasó por allí muy buenorro. Ya de regreso a casa pude ver “Los Crímenes de Grindelwald”, ya que me la había bajado, y me fui a dormir pues estaba algo hecho polvo.

El viernes fuimos a comer donde Fede, aunque nos tocó el camarero petardo, que además no nos informó de que había oricios. Vinieron Lucia y su familia, y yo aproveché para comprar algo de carbón dulce para regalar a mis amigos en la capital. Yo empecé a sentirme un poco machacao y a toser un poco, probablemente resultado de compartir cuarto de estar con mi hermano tosiendo todas las Navidades. Ya avanzada la noche acudí a la ruta de vinos, y tal como esperaba Antonio, Susie y Ramón estaban tomando algo fuera con tal de poder fumar. Logré que acabaran entrando en el bar, y luego fuimos al habitual, donde estaban Pilar, Mónica y familia. Me hizo gracia ver que Mónica estaba cabreada porque Nico había decidido ponerse pendiente, y es que cada vez me parece más carca. Tuve un encontronazo con el tal Félix, que me acusó de haber cogido su banqueta cuando había cogido la de Nico, cuando se habían marchado. Estuve un rato más charlando con Isabel, la prima de Ramón, y después fui al bar osuno. Lo encontré matado, con solo unas seis personas de las cuales se marchó la mitad en breve. Debido a esto me animé a ir por el Antro, donde la cosa estaba incluso peor y estuve charlando con la cubana, después de saludar brevemente al antiguo dueño. Con un frío enorme, opté por retirarme a casa.

El sábado amanecí con algo de tos y algo pachucho, aunque sin fiebre. Mi padre compró un roscón de tamaño familiar, por si acaso no hubiéramos comido ya suficiente comida. Fuimos a comer al lado de casa, y después me pegué una siesta de órdago, decidiendo no acudir a la cabalgata con mis amigos, y aprovechando para acompañar a mi padre a misa. Entrada la noche quedé con Ramón, Antonio, Susie y Pilar en un bar de la calle pija. Tras esto estuvimos dando vueltas, y la verdad es que me puse de bastante mala leche. Al final fuimos al bar de Pali, donde se nos unieron Isabel y Tomás. Lamentablemente llegó el borracho del día anterior y sus amigotes, aunque para entonces ya estábamos de retirada. Ramón y servidor fuimos al bar de osos, que estaba hasta arriba de gente. Allí me encontré con Pedrito, con quien estuve flirteando un rato. También estaban Odón y pareja, y la pesada de Rosaura quejándose de todo el mundo como era habitual. Tras el sorteo de un décimo, que no nos tocó, decidimos ir al Antro, que tenía algo de gente aunque nada comparable a otros años. El stripper que habían contratado era bastante malo, y me limité a charlar un rato con Rubio y Muermo, y otros conocidos como Rodrigo y Vicente. Finalmente opté por marcharme a casa.

El día de Reyes, mi prima pasó por casa con algunos regalos, y la verdad es que me regaló una sudadera bastante chula. Fuimos a comer a la plazuela un Roast-Beef riquísimo. Por la tarde ayudé a mi hermano a llevar cajas con sus construcciones Lego a su coche y estuve de relax. Por la noche pasé por la ruta de vinos a ver a Ramón, Susie, Antonio y Pilar. Todos tomaron algo rápido y acabaron por retirarse bastante pronto. Yo me animé a ir al bar osuno, que poco a poco tuvo bastante gente, entre ellos el Bombero y su pareja. Víctor estuvo muy majo, y cuando me tocó marcharme salió a despedirme con un par de besos. Ahora solo queda regresar a la capital y retomar la vida normal una vez más.

 Saludos