Archivo para diciembre, 2018

UN AÑO DE TRANSICIÓN

  (ENTRADA 576)

 

Esta ha sido la última semana de un año que calificaría como de descanso… y sobre todo de transición. Nos hemos adaptado a la ausencia de mamá, algo que creo que todos hemos tenido presente durante todos los meses. Ha sido de descanso, porque no ha habido obligaciones ni situaciones de estrés. Solamente nos hemos llevado el pequeño susto de la fractura de mi padre, que nos presenta un futuro de incertidumbres. Lo único que le pido para el año nuevo es salud para mi padre. El nueve siempre ha sido mi número de la suerte… espero que no me falte.  

 

La semana comenzó con el día de Nochebuena, en el que yo salí a correr por la mañana. Acudimos a comer al restaurante de la plaza, donde no había demasiada gente, aunque se les veía preparar pedidos para la cena de la noche. El resto de la tarde la pasamos en tranquilidad, mientras que yo acompañé a mi padre a misa por la noche. Después fuimos a casa de mis tíos para celebrar la Nochebuena. Allí estaban mis primos con sus mujeres y críos, con lo cual fue una cena bastante animada. Mi sobrino Pedro estuvo particularmente gracioso, y nos regaló momentos muy divertidos. A pesar de esto, debo admitir que me resulta imposible echar la vista atrás, hacia aquellas Navidades en las que mi madre y mi tía las celebraban juntas en casa de la segunda. Por la noche me animé a salir a tomar algo con mi amigo Ramón al bar osuno. Allí sortearon una cesta de Navidad, pero no nos tocó a ninguno de los dos. Aunque había algo de gente, no era demasiada, y yo estaba hasta arriba de comida y agotado. Ramón decidió seguir la noche hacia el Antro, pero yo opté por retirarme.

El martes fue Navidad y tras despertar fui con mi padre y mi hermano de vuelta a casa de mis tíos, que estaban solos en esa ocasión. El resto del día fue tranquilo, y lo pasamos sin hacer gran cosa. Sí fue bastante frustrante ver como mi padre buscaba escusas para no salir en toda la mañana, tropezaba en casa de mis tíos, y se negaba a ver la tele en una silla en lugar del sillón donde tiende a quedarse dormido. El problema es que cuando se le despierta para ir a dormir, va amodorrado… y es entonces cuando los accidentes pueden ocurrir. La verdad es que resulta frustrante ver como alguien no pone nada de su parte, arrastrando a los demás a la “esclavitud” y la preocupación constante. Había charlado con Ramón el día anterior y tenía razón, la gente mayor tiende a caer en un egoísmo involuntario, pero que altera la vida de los que les rodean.

El miércoles y el jueves fueron esos días clásicos en los que no se hace nada para recuperarse del hartazgo de comida de los días anteriores. Eso sí, el jueves estuvo algo más animado pues acudimos a comer una fondee, algo tradicional en nuestra familia. Ese mismo jueves acudí al bar de osos a las ocho de la tarde, ya que era el día en que tenían sesión de cine gay, y pudimos ver “Con Amor, Simon”. Aunque ya la había visto, y éramos solamente diez personas en el bar, debo reconocer que la idea me pareció original y por lo menos pasamos un  buen rato.

Llegado el viernes, tuvo lugar nuestra famosa espicha de Navidad a la que acudimos todos los amigos de la adolescencia, y las esposas de algunos. De camino, dio descubrí donde trabajaba como cocinero el gay al que tiempo atrás había apodado como Bombero. Acudieron allí Pablo, Mario, Pablo Ramón, Jorge, Carlos, Yogui, Graciela, y sus respectivas parejas. La cena estuvo muy bien, aunque como de costumbre pedimos mucha comida. Sin embargo agradecí que se recuperara una tradición que ya habíamos perdido desde hacía tres años. Pablo estaba un poco impertinente, con bromas diseñadas para llamar la atención, alguna de muy mal gusto, pero decidí pasar del tema. Charlé mucho con Pablo Ramón y el novio de Graciela sobre videojuegos, aunque creo que aburrimos mucho al pobre Yogui que estaba al lado nuestro. Tras la cena fuimos a un bar a tomar algo, pero me pareció demasiado Choni, y escapé en cuanto pude, acompañado de Pablo Ramón y su mujer Paula. Yo pase por el bar osuno, que ya estaba de cierre, pero me dio tiempo a tomar un par de cervezas antes de irme a dormir.

Ya de sábado llegaron mi prima y su familia a la ciudad para pasar unos días de vacaciones. Yo pasé por la noche por la ruta de los vinos para encontrarme con Ramón, Susie y Antonio. Poco después se nos unieron la prima de Ramón y su marido, con los que estuvimos charlando durante un rato, hasta que yo me retiré al bar osuno una vez más. A última hora también apareció por allí Bombero. Allí tuve que aguantar a Rosaura durante un rato, aunque acabé en compañía de Ramón y Odón, a los que acabé por acompañar al Antro, que estaba matado. Mario me saludó y descubrí la existencia de un nuevo chapista, joven y guapo, pero con los dientes destrozados. Fue entonces cuando me enteré de que a Rubio le había dado un ictus y había estado ingresado durante un tiempo. Aunque le habían dado de alta y estaba recuperado, había dejado de salir por lo que no le había visto. Ya sin nada de animación en el bar, optamos por marcharnos.

El domingo fue un día tranquilo, en el que optamos por ir a comer a las afueras, acompañados de mi sobrina Covadonga. Por la noche salimos por la zona de vinos, y la verdad es que Antonio estuvo bastante repugnante, al no querer quedarse en el bar al que solíamos ir hace tiempo. La pobre Susie estaba bastante agobiada, así que terminamos acompañándoles a otro bar. Se nos unieron Sandra, Mónica, José y Nico que ya había llegado y estaba encantador. Tras tomar algo y reírnos recordando anécdotas, yo partí hacia el bar osuno donde me encontré con Pedrito, habitual del bar habitual de la capital. Estuvimos charlando un rato y observando a un chulo que tenía aire a Adrian Long, pero Pedrito terminó por marcharse. Yo estuve un rato más y me encontré con Mikaela, un tío de los que había conocido en el antiguo bar de Pipos, hacía ya veinte años de nada. La verdad es que me hizo ilusión que me saludara con tanto entusiasmo. Ya a punto del cierre, me retiré dispuesto a recibir al nuevo año.

 Saludos


AQUELLAS NAVIDADES PASADAS

  (ENTRADA 575)

 

Y finalmente llegó el momento de regresar a mi ciudad natal, para así sobrevivir al resto de las Navidades. Mi mayor reto de estas fiestas es conseguir que mi padre regrese a una rutina que le ayude a ser una persona más activa, y le impida tener accidentes futuros. Por otro lado siempre agradezco reencontrarme con antiguos amigos, y aunque mi ciudad natal es bulliciosa durante las Navidades, no es ni mucho menos el caos al que la capital nos somete. Sin embargo, en estas fechas me resulta imposible no acordarme de aquellas Navidades… cuando todo era simple y la felicidad te rodeaba. Y es que son muchos los ausentes.

 

Los tres primeros días de la semana los dediqué a dejar las cosas listas para mi regreso en el año siguiente. También fui a nadar esos días, y como el agua estaba muy fría por las obras, tuve la suerte de no tener que compartir la piscina con muchos usuarios. También pude ver a mi tocayo dar clases, que siempre me alegra la pestaña. Seguí yendo a correr y me llevé una grata sorpresa al conseguir un record de treinta y dos minutos y siete segundos. Sin embargo el miércoles debí de hacer algo mal, pues me hice bastante polvo el tobillo, y me preocupó no poder continuar con mi rutina en Navidad. Ese mismo día mi padre acudió a consulta con mi hermano, y le dijeron que ya era cuestión de recuperar el uso del brazo, y que no necesitaba regresar por allí. Yo deje todo recogido en casa, terminé ciertas cantidades de trabajo que tenía que realizar, y le di el aguinaldo a mi portero. Tras esto fui a casa de mi padre, y fuimos a cenar en compañía de mi prima y su marido.

Ya el jueves partimos a mi ciudad natal en coche, yo algo cansado por lo mal que había dormido en casa de mi padre. A pesar de que nos llovió un poco, el viaje estuvo bastante bien, y basado Benavente no tuvimos nada de tráfico. Pablo se puso en contacto conmigo para confirmar si acudiría a la cena de Nochevieja, y yo le confirmé que así sería. Tras poner la casa en orden, yo salí comprar un par de tomos a la tienda de cómics, y estuve hablando un buen rato con el propietario. Tras eso di un paseo por el muro y fui a visitar el columbario de mi madre y mi familia, como ya es tradición cuando llego a mi ciudad natal. Regresé atravesando la ciudad, para ver las luces de Navidad, que la verdad estaban bastante bien. Pasé a hacer una compra en el super, y allí me encontré con Susie, a la que saludé quedando en verla al día siguiente. Tuve una pequeña discusión con mi padre, pues a veces me da la sensación de que miente y no cuenta las cosas como verdaderamente son. Pasé por el bar ambiente donde estaba Víctor, que me saludó. El bar estaba tan matado como durante el verano, pero me limité a charlar con Víctor sobre el cine de temática, y me retiré a casa negándome a pasar por el Antro.

El viernes me frustró que mi padre llevara tres horas en casa, y no hubiera salido a pasear, pues estábamos a diecisiete grados. Yo salí a correr y lo llevé bastante bien, sin que el tobillo me molestara, y haciendo un buen tiempo. Fuimos a comer al restaurante de la plazuela, donde seguía el buenorro y su mujer. Por la tarde acudimos a nuestra cita tradicional con el nacimiento de un sanatorio, y tuvimos suerte porque estaba vacío. Regresamos a casa dando un paseo por el muro, y así aproveché para hacer caminar a mi padre. Por la noche acudí a la zona de vinos, donde me reencontré con Ramón, Susie, Antonio, Pilar, José y Mónica. Estuvimos tomando algo por los sitios habituales, y Ramón me comunicó que esas Navidades trabajaría también los domingos, por lo que no podría salir conmigo. Le encontré bastante más radical de lo habitual, y encima había perdido un diente inferior. Los demás seguían más o menos igual, y me enteré de que la madre de Antonio había fallecido. Tras tomar algo con ellos acudí al bar de osos, que encontré bastante matado para ser un viernes. Apenas charlé un poco con Víctor, y terminé por retirarme a mi casa.

El sábado fui a comer fuera con mi padre, y por la tarde llegó mi hermano a la ciudad, que venía con una lesión que le impediría hacer deporte durante las vacaciones. Tras pasar una tarde tranquila, acompañé a mi padre a misa de ocho y fuimos a tomar algo al bar de David, que estuvo francamente insoportable al verse desbordado por la cantidad de gente, y no haberlo previsto con más personal. Yo me fui a la zona de vinos, donde estaba toda la pandilla con algunas personas más en una mesa. El barrio estaba hasta arriba de gente, y también nos encontramos con la tía de Ramón y su marido, a los que agradecí ver. Estaba también Sandra, a la que me cuesta más aguantar. Yo tuve una muy buena conversación con Susie, sobre cómo nos cambia la vida ante la vejez de las anteriores generaciones, y sobre la incertidumbre que tenemos los que no somos padres, acerca de nuestro futuro. Tras tomar algo acudí al bar osuno, donde encontré a Rosaura, que fue bastante majo conmigo. También me encontré con Ramón y Odón, que me confirmaron que el ambiente en la ciudad iba cada vez a peor. Como el bar iba quedándose vacío, opté a pasar por el Antro, que encontré vacío. Encontré a ramón mucho más gordo, y me llevé una sorpresa al no encontrar a Rubio y Muermo por allí. Si estaba Mario, aunque por suerte no estaba muy pasado. Tras saludar a la Abuela, opté por retirarme.

El domingo fue muy tranquilo, y fuimos a comer a la Viña. También he estado en contacto con Juan, al que tanto echo de menos. Parece ser que Ardilli se llama Juan Carlos. Por la tarde decidí ir al cine en lugar de salir a tomar algo. El cine estaba bastante lleno, y con un personal mínimo, pero por lo menos la película estuvo estupenda. Fui a ver “Aquaman” y lo pasé verdaderamente bomba.

 

Y así acabó esta semana de nostalgias y recuerdos, que me deja enfrentándome a l última semana.

 

Un saludoj


PROBLEMAS DE MEMORIA

  (ENTRADA 574)

 

Llegada la última semana antes de partir para pasar las fiestas en mi ciudad natal, la semana adquirió un ritmo tranquilo, después de un comienzo más bien preocupante. La salud de nuestro ha padre ha sido nuestra mayor preocupación durante el último mes, pero han surgido dudas alrededor de sus constantes despistes que me hacen dudar de la posibilidad de problemas de memoria.

 

El lunes había quedado para ir a recoger mis medicamentos, asegurándome que le venía bien el moverse y estar activo. Sin embargo, cuando salí de natación me sorprendió no ver ningún mensaje de confirmación de haberlo hecho ya. Le llamé y me sorprendió al decirme que se le había olvidado y que iría al día siguiente, pero había que ir el mismo lunes. Eso junto a otros gestos como dormirse en misa en las últimas semanas, me preocupó y llamé a mi hermano. Él me dijo que ya había notado sus habituales despistes, y que por eso estaba en contra de que compara otro coche. Yo tuve mis dudas, pero por lo menos mi padre reaccionó al ver la preocupación que había generado, y el resto de la semana comenzó a caminar todos los días. Para el fin de semana le encontré bastante mejor, más espabilado. Así que antes de pensar en serios problemas de memoria, he preferido pensar que sus despistes han sido consecuencia de la inactividad a la que se había visto sometido en el último mes tras la fractura de su brazo. Preocuparse tanto por él es algo natural, sobre todo considerando que hace poco más de un año perdimos a nuestra madre. El lunes tuve que salir a recoger los medicamentos a toda velocidad en la breve apertura de la farmacia hospitalaria por la tarde, por lo cual no pude comer hasta las cinco y media. Como por la noche estaba bastante tenso, me animé a ir a tomar algo, y me encontré con que el bar estaba muy animado, probablemente debido a las cenas de Navidad. Estuve charlando con Josito, que me estuvo comentando la evolución de su ingresado marido. También me encontré con Luis y con Fran, que estaba de visita y se despidió de nuevo con uno de sus intensos besos. El resto de la semana me fui tranquilizando gracias al deporte, y estuve en contacto telefónico con mi padre todos los días.

Llegado el jueves me animé a salir a tomar algo en compañía de Juan, y me pareció curioso que el bar estuviera más matado que el lunes en que lo había visitado. Fue ese día cuando Juan me animó bastante, asegurándome que no parecí que el problema de mi padre fuera Alzheimer, y que los despistes eran habituales a su edad, especialmente si había estado inactivo. De todas formas me preocupa la posibilidad de que deje de conducir, ya que no sé cómo nos vamos a arreglar cuando lleguen las vacaciones.

El fin de semana fue el más intenso en relación a las cenas de empresa. Cuando llegué al bar el viernes, estaba bastante lleno, aunque curiosamente se quedó bastante vacío después. Estuve de charla con Giaco y Juan no tardó demasiado en unirse a nosotros. También nos visitaron los Pacos, algo que agradecimos, y la Termomix se encargó de la música una vez más. La noche terminó siendo tranquila hasta que regresamos a casa.

Ya de sábado, y tras la comida familiar y una tarde de trabajo, acudí de nuevo al bar que no estaba demasiado lleno una vez más. Supongo que las cenas duraban más de lo habitual y la gente acudía antes a las discotecas directamente. Giaco estaba acompañado por el gorila que tan mal me cae y unos borrachos, por lo que apenas hablé con él, y ni siquiera pude despedirme hasta el próximo año. Por otro lado Yoli apareció para asegurarnos que había roto con su neandertal, que además estaba en comisaría. Afortunadamente llegaron Juan y los Pacos, y también aparecieron Manuel y Orlando, así que estuvimos de charla tomando algo, y la verdad es que nos echamos unas buenas risas. El resto del grupo siguió hasta una discoteca, pero yo me retiré para dormir, porque entre otras cosas Manuel se había puesto demasiado generoso con el tráfico de chupitos. Lamentablemente Ardilli tampoco estuvo por allí, y ya hace un año que me gusta.

El domingo me costó llegar a casa de mi padre al atravesar la ciudad con numerosos cortes de tráfico. Ese fue el día que más animado encontré a mi padre, y se notaba que ir recuperando la actividad le estaba viniendo bien. Tras comer acudí a llenar el depósito del coche, ya que la siguiente semana tocaba viaje a mi ciudad natal. Por la noche fuimos al bar para ver que Yoli ya estaba reconciliada con su neandertal, por lo que Juan y yo observamos otro caso de atracciones obsesivas y destructivas. Por allí estuvieron Josito y Pedro, al que no veíamos desde hacía tiempo, y que nos invitó a un chupito. Apareció David por allí, y acabamos charlando un buen rato con él, deduciendo que es más que probable que continué con el bar, y asegurándonos de que seguirá emitiendo eurovisión. El bar estaba un poco raruno, con gente procedente de cenas de Navidad, algunos algo perjudicados y cargándose la decoración del bar. Javi estaba bastante agobiado al ver el bar tan animado, y deseando ir a descansar. Aseguró querer hablar con el dueño para que le diera los domingos libres, pero Juan y servidor le recomendamos que lo hiciera al día siguiente con los nervios más tranquilos. Ya al cierre me despedí de Juan hasta el año siguiente, que esperó sea el mejor de mi vida.

Saludos


¿CAMINO A LA RECUPERACIÓN?

  (ENTRADA 573)

 

Una vez más ha llegado el temido puente de noviembre, en el que la ciudad se vuelve imposible. Este año ha sido un puente corto debido a que una de las fiestas ha caído en sábado. Sin embargo la ciudad se llenó una vez más de gente que venía a hacer compras navideñas, osos, y argentinos que venían a la final de dos de sus equipos. Por otro lado, le quitaron el cabestrillo a mi padre, que ha ido recuperando movilidad. Sin embargo me preocupan su inactividad, y frecuentes despistes. Espero que a pesar de esto, pasemos por un camino a la recuperación.

 

El lunes realicé una intensa limpieza de mi casa, como ya es habitual, y me dio tiempo a realizar algo de trabajo antes de ir a casa de mi padre. Cené con él y me quedé a dormir en su casa, algo que siempre me resulta bastante difícil. El martes acudimos a realizar la radiográfica y acudimos a la consulta. La fractura se había comenzado soldar, aunque todavía le quedaba un poco para soldar del todo. Al comenzar a soldar se había desplazado un poco, aunque el médico no le dio importancia al ver que podía mover algo el brazo al quitarle el cabestrillo. Así que le dio algunos ejercicios que hacer y le dio cita para el día 19, sin necesidad ya de radiografía. Ya sin el cabestrillo, mi padre se apañaba mucho mejor, por lo que dejé de acudir a las cenas, y mi hermano asumió el ir a la próxima consulta. Esa misma noche me animé a ir a tomar algo, pues todavía me encontraba muy estresado. Me encontré brevemente con la Javiera petarda, a la que saludé y abandoné, pues me apetecía estar un poco bola. Por este motivo no me importó que Josito y su pareja, que estaban con unos amigos, no me presentaran. Aunque hay que admitir que cuando están solos, bien se cuelgan de nosotros. La Yoli estaba por allí, y me recriminó no haberla saludado, pero la verdad es que estaba con poca paciencia para aguantar sus numeritos.

El miércoles comenzaba el puente de osos, y tampoco fue un gran día. Los Pacos pasaron por el bar, donde estuve en compañía de Giacomo y Juan. Julian estuvo por allí y no saludó. Para más inri, procedió a ponerse a hablar con una petarda que estaba a nuestro lado, y que no paró de empujarme en toda la noche. Cuando le llameé la atención se puso chulo, y le corte inmediatamente advirtiéndole que no siguiera. Julian ni se inmutó, y al final se fueron los dos juntos. Giacomo me apoyó bastante haciendo barrera con el impresentable. La verdad es que fue la peor noche del puente.

El jueves fui a comer con mi padre y mi hermano y después fui a hacer unas compras rápidas que necesitaba hacer. Por la noche salí de nuevo, aunque para nuestra sorpresa el bar optó por cerrar a las dos a pesar de ser puente, porque el día siguiente era laborable. Me pareció un grave error, pero por lo menos estuvimos bastante tranquilos, conversando con Giacomo que sí acudió a tomar algo.

El viernes fui a comer al italiano, y a pesar de esperar algo en la cola, porque el bar estaba repleto por el puente. Me tocó comer en una mesa al lado de otra donde estaban cuatro osos, dos de los cuales debo admitir que eran muy atractivos. Por la noche acudí al bar, donde había cola también, aunque el portero me coló. Para mi sorpresa Juan ya se ha encontraba allí, aunque con un amigo al que había conocido en un Orgullo y que era algo “difícil de aguantar”. Por fortuna Giaco también estuvo por allí, y fue mucha mejor compañía.

El sábado fue la comida familiar en mi barrio, en el santo de mi difunta madre. Mi padre, la familia de mi prima y la de mi primo y yo fuimos a conocer la parroquia de mi barrio, acudiendo a misa allí. Después estuvimos comiendo una paella, que fue donde note a mi padre algo ausente. Esto no me gustó demasiado y me preocupó. Se notaba también su falta de costumbre de andar, y la mano se le había inflamado otra vez.  Mi hermano le llevó de regreso a casa, pero me dio la sensación de que la comida podría haber sido mejor. Por la noche llegué a tiempo al bar para evitar la cola, que Juan sí se encontró. Estuve en compañía de Juan, Giaco y Paco, que también se animó a venir. Ab apareció brevemente para usar el baño y me dio un besazo antes de marcharse, diciéndome que intentaría volver más tarde. Por supuesto, no volvió. Lo que más me chafó fue que Ardilli no apareciera por el bar en toda la noche. Diego y Felipe también aparecieron y junto a Juan se animaron a ir visitar la nueva copia del Bar Jurásico. Yo volví a casa, pues al día siguiente tenía misa y comida con mi padre y hermano.

El domingo llegué a casa para descubrir que mi padre había dormido toda la mañana, y no había salido a caminar, con el día tan bonito que hacía. Me preocupó más al ver como se dormía en misa, aunque luego estuvo muy bien durante la comida. Me aseguró que al día siguiente iría a recoger mis pastillas y caminaría así un rato. Por la noche acabó el puente, y estuve brevemente con Juan, pues su prima le había venido a visitar. Josito pasó para contarnos que su marido había sido ingresado al respirar agitadamente, y le dimos nuestros mejores deseos. También estuvo un latino al que no veíamos desde hacía tiempo, y que me comentó que se había mudado a Zaragoza. Al margen de esto fue una noche tranquila, y Juan me animó bastante diciéndome que probablemente lo de mi padre este mes había sido un bajón por la fractura, y que todo comenzaría a mejorar. Espero que así sea, porque no estoy en absoluto preparado para una pesadilla como la enfermedad de mi madre.

 Saludos


VISITAS INESPERADAS

  (ENTRADA 572)

 

Como quien no quiere la cosa, han pasado tres semanas desde el accidente de mi padre. Si todo va bien en la consulta de mañana, deberíamos poder regresar a la rutina habitual una vez más. Esta semana ya se han comenzado a apreciar los atascos por las cercanas fechas navidades, por lo que ir a cenar con mi padre ha sido bastante complicado. Sin embargo, la visita inesperada de mis tíos y mi primo Pablo ha sido una inyección bastante positiva que realmente necesitaba.

 

Por otro lado el martes fue el octavo aniversario de mi vida en mi casa. Parece imposible que hayan pasado tantos años. Por lo demás el tiempo ha sido bastante bueno, con lo que he continuado acudiendo a nadar y correr. Comer en el italiano es algo complicado, solo porque una de las camareras que era encantadora conmigo, parece haber adoptado una actitud algo borde desde el incidente que tuve. Las obras en casa parecen llegar a su fin, ya que ya han colocado el césped nuevo, y la tarima será instalada después de las Navidades. El miércoles tuvimos la Junta de Vecinos, y mi prima Lucia me echó un cable acudiendo a cenar con mi padre, para que pudiera asistir sin prisas. Tampoco podía eludir el acudir, ya que soy el vicepresidente. La Junta no fue tan larga como en otras ocasiones y me volvieron elegir vicepresidente, a lo que no me negué considerando que tampoco había sido un trabajo estresante. Las cenas con mi padre han sido algo cansinas, más que nada porque cada vez cuesta más tener algo de lo que hablar con él. Por lo menos la hinchazón de la mano había desaparecido prácticamente.

El jueves fue día de lluvia nocturna, pero me animé a salir por el bar donde Juan tardó en llegar y me tocó aguantar a Yoli. Estaba algo pesada contándome sus delirios sobre triunfar con su supuesta serie y un supuesto clip en el bar, con la idea de comprarlo luego. Cuando Juan llegó y se lo conté, no pudo evitar reírse ante estos sueños más bien poco realistas.

El viernes me quedé atrapado tres cuartos de hora en un atasco para ir a cenar con mi padre. Sin embargo me encontré con la grata de sorpresa de mis tíos Carlos y Loli y mi primo Pablo. Estos habían acudido para asistir al cumpleaños de su nieta. Acudimos todos juntos a cenar, y esto me dejo bastante más relajado. También era el día de la activación de la Zona Central, aunque tampoco vi nada fuera de lo habitual. Tras la cena regresé a casa y acudí al bar habitual, donde me encontré con Oscar Daniel. Había un portero suplente, pues Miguel había pedido un permiso para el fin de semana. Giaco apareció por allí y nos comunicó que había hablado con Ardilli, pero a pesar de haberle preguntado el nombre dos veces se había olvidado del mismo. Por lo demás estuve de charla con Juan, hasta que llegó el momento de marcharse.

El sábado tuvimos mega comida familiar, a la que acudieron mis tíos, mis primos paternos y maternos, y la madre de la mujer de mi primo, que me pareció bastante maja. Por la tarde me quedé con mi padre y estuve revisando y ordenando antiguas fotos. Me encontré con un poster sobre el apellido Meana y me lo llevé enmarcado a casa. Tras ir a misa y cenar con mi padre, me animé a salir de nuevo. Fue una noche bastante divertida en compañía de Juan, Giaco, Luis, Rafa e incluso la pesada de Yoli. Ardilli estuvo por allí, y tuve que retener a Giaco para que no provocara un ridículo un total. Y es que hay que saber hacer las cosas con sutileza. Lamentablemente, y a pesar de tener toda la noche una vez más, los Pacos no aparecieron y no pude seguirle a la disco ya que Juan deseaba retirarse.

Ya de domingo estuve bastante tranquilo, y acudí a cenar con mi padre en una noche en la que no había casi tráfico. Por la noche acudí al bar, donde estuve en compañía de Juan. Le presté dos libros a Javi sobre las series de nuestra infancia, y cada vez estoy más convencido de que Juan está coladito por él. Y así acabó una semana más. Solo espero que mañana tengamos suerte, mi padre quede libre del cabestrillo, y no le cueste demasiado rehabilitarse.

 Saludos