Archivo para marzo, 2018

BESOS… TERNURA

  (ENTRADA 536)

 

La verdad es que esta ha sido una gran semana, en la que he tomado decisiones acertadas, pasado por momentos satisfactorios, y lo más importante es que me he llevado una sorpresa muy grata. Si la semana pasada me veía reflejado en los ojos de la juventud, esta descubrí que todavía puedo ser interesante y atractivo para dicha juventud. También llegó uno de mis momentos favoritos del año, el cambio de hora. A partir de ahora los días serán más largos y el buen tiempo está cada vez más cerca. Sin embargo, me quedo con los besos y la ternura.

 

El lunes fue el día del padre, así que fui a comer con él y mi hermano, decidiendo descansar. Las obras siguen adelante en mi calle, y parece que el final de las mismas se resiste. Aunque ya tenemos salir por mi calle porque han llegado a la mitad del garaje. Ese mismo día por la tarde, Lee me dio un toque. Pero una vez más no era para quedar sino para sacar algo de mí. Necesitaba un sitio donde dormir durante dos días, cuando no nos habíamos visto desde la segunda semana de enero. Siempre que había contactado desde entonces había sido para usar mi casa de alguna forma. Así que puse fin a esa relación haciéndole saber que no me gustaba nada esa actitud y pretensión, bloqueando todos mis contactos con él. Aunque soy lo suficiente tonto para sentir lástima por quien me utiliza, soy lo suficientemente listo para poner punto y final.

A lo largo de la semana, continué acudiendo a nadar y pude ver cómo nos habían seleccionado a un portero sustituto para esta semana y Semana Santa. No solo era joven, sino que además estaba francamente bueno. Eso sí, parece muy consciente de ello y bastante soso. Pero bueno, por lo menos es una alegría para la vista. Durante mis rutinas de natación, tuve un encuentro con un antiguo compañero de colegio llamado Alfonso, que me saludó en el vestuario. Llegado el jueves salí a tomar algo y me encontré con Ramón. Aunque debo de reconocer que estaba francamente insoportable, algo que se repitió a lo largo del fin de semana. También estuvo por allí Paul, aunque la verdad es que últimamente le encuentro bastante vacilón, por no decir inaccesible.

El viernes quedé con Juan, y también apareció por allí su amigo, que la verdad es que cada vez me resulta más tratable. Estuvimos charlando sobre el hecho de que el Parque Jurásico ha encontrado nuevo loca, aunque esta algo alejado del barrio. No sé por qué, pero me da la sensación de que no funcionará al estar tan alejado del lugar original.

El sábado comí con mi padre, mi prima y familia y aprovechando que mi hermano estaba ausente le dimos al cordero. Tras esto acudí a nadar y me pegué una breve siesta de una hora. Daniel se puso en contacto conmigo para mi sorpresa, y nos encontramos en el bar habitual. Allí estuvimos de charla, y Juan se nos unió al poco rato. Para mi sorpresa Daniel y yo acabamos besándonos, y seguimos haciéndolo en mi casa, de forma tierna y encantadora. La verdad es que encantó, y después de un rato se marchó al encuentro del camarero con quien había quedado para tomar algo. Yo intenté dormir algo, porque con el cambio de hora había perdido una de descanso.

Completamente agotado me desperté en el Domingo de Ramos para acompañar a mi padre, ya que mi hermano todavía no estaba allí y mi prima y su familia se habían marchado a esquiar. Fuimos a comer y después regresé a casa, pero no pude conciliar el sueño. Aunque chateé con Daniel, y me comunicó que había disfrutado mucho conmigo, no se animó a salir, algo que me chafó bastante. A pesar de todo, yo sí salí a tomar algo y me encontré con Clark Kent. Allí estuvimos charlando durante largo acerca de sus paranoias sexuales, y pude ver el formidable cuerpo que tenía cuando tuvo que cambiarse de camiseta para quitarse una mojada. La verdad es que es un chaval muy majo y atractivo. Habrá que ver como se siguen desarrollando los acontecimientos, que ahora mismo parecen estar en una coctelera. Pero por lo menos los días ya son más largos.

 Saludos


REFLEJOS DE JUVENTUD

  (ENTRADA 535)

 

Seguimos siendo víctimas de las obras y, por encima de todo, del mal tiempo. No recuerdo un invierno tan malo en año, aunque supongo que toda esta lluvia es necesaria y nos viene bien. Ya queda poco menos de dos semanas para cambiar la hora, con lo que por lo menos los días se harán más largos y llevaderos. Por otro, seguimos conociendo gente y descubriendo que en ocasiones juzgamos por la cubierta, cuando el interior es más que encantador. Este fin de semana experimenté lo que defino como reflejos de juventud, en los que recordé la ilusión de un mundo que se abría ante mí a través de los ojos de otro.

 

El principio de la semana siguió embarcándose en la rutina, sin mayores eventos que destacar. Cada vez estoy más cerca de acabar con el trabajo de esta temporada y poder disfrutar de más tiempo libre. Así que los tres primeros días de la semana pasaron con considerable rapidez, y el jueves me encontré acudiendo a tomar algo al bar habitual. Allí me encontré con Juan, que ya había llegado aunque yo no pensara que fuera a salir. Por allí apareció Paul, a quien no veíamos desde hacía tiempo porque había estado de viaje. La verdad es que le encontré bastante delgado, aunque lo negaba, pero seguía muy guapetón. Salió el tema de conversación sobre el cierre del Parque Jurásico. Aunque tanto Juan como Paul lo sentían porque se habían quedado sin sitio al que ir, yo personalmente creo que ha sido algo muy merecido y un claro ejemplo de cómo se llevan mal los negocios.

Llegado el viernes volví a salir, aunque estuve solo un buen rato ya que Juan tenía una cena. Por el bar se encontraba Fran, que vino a saludarme aunque esta vez comportándose bien para mi desgracia. Para cuando Juan llegó por el bar, también apareció su amigo y un poco después el momio raro que me había llamado la atención hacía ya mucho tiempo en el Parque Jurásico. Por lo menos el amigo de Juan está bastante más agradable últimamente.

El sábado fue un día que lo pasé particularmente bien, y la verdad es que fue algo completamente inusual. Tras la comida familiar tuve en mis manos por primera vez, la primera edición de “Viajes de Kásperle”, uno de mis cuentos favoritos de la infancia. Hasta me había arreglado bastante para salir, y al llegar había cola en la entrada del bar. Sin embargo el majísimo portero me coló sin ningún problema. Allí se encontraban la pareja de Javieres, y para mi sorpresa también estaba Stefan. La verdad es que estaba poco acostumbrado a aguantar la verborrea de Stefan, que no cerró la boca en todo el tiempo que estuvo allí. La sorpresa fue que conocí a un jovencito que había visto en el bar en varias ocasiones, y que era gran fan del camarero. Resultó ser majísimo, llamarse Daniel como yo, tener un colgante parecido al mío, y elogió mi forma de reírme. Cuando el resto se marchó me contó como llevaba menos de un año viviendo en la capital, e inicialmente solo había venido por vacaciones. Acababa de salir del armario y estaba entusiasmado con el ambiente, y eso que no lo había conocido en su mejor época. Fue a través de su expresión cuando recordé ese mismo pasado que yo viví, esa ilusión por todo lo nuevo que me rodeara. Fue bonito revivir esa juventud a través de él. Juan llegó cuando casi todo el mundo se había ido, y le presenté a mi tocayo para que conociera más gente.

Al día siguiente fui a misa con mi padre, y mi móvil vibró. Cuando fuimos a tomar el aperitivo pude ver que eran mensajes de Daniel, que la verdad es que me hicieron ilusión. Tras la comida estaba bastante cansado, por lo que eché una larga siesta. Juan me avisó que no saldría por lo que fui a tomar algo solo, hasta el cierre. Solo vi brevemente a Ramón, que parecía estar arrepentido de su cogorza absurda del otro día.

Y así acabó una semana en la que destacaría esa sensación de revivir lo que suponía haber sido joven una vez. Esa ilusión por todo no tiene precio…

 Saludos


NAVES ESPACIALES

  (ENTRADA 534)

 

Está claro que no vamos a tener protocolos de contaminación durante un tiempo, y es que nos ha invadido la lluvia durante bastante tiempo. Esto ha provocado a que las obras se alarguen más de lo esperado, así que toca seguir teniendo paciencia al respecto. Por otro lado la semana ha tenido alguna sorpresa agradable, en forma de naves espaciales que me han regalado de forma sorprendente e inesperada.

 

La semana ha entrado dentro de la rutina habitual, sin mayores eventos que destacar, excepto seguir inmerso en la natación y seguir inmerso en mi trabajo.

El jueves salí solo por el bar, como va siendo habitual desde que Juan vive algo más lejos de lo habitual. Estuve de charla con José, enseñándole algunas de las frikadas que decoran mi casa, y me relató que había trabajado durante unos años en una tienda de maquetas. También me indicó que tenía algunas maquetas guardadas que iba a darme, porque ya no las necesitaba para nada. Aquel día también me encontré brevemente con Clark Kent, con quien charlé a ratos porque estaba acompañado de un colega regordete.

Ya de viernes fue cuando me llevé la primera sorpresa, ya que al acudir al bar José me regaló la maqueta de un Ala-X que tenía guardada desde hacía tiempo. La verdad es que estaba recubierta de suciedad y le faltaban dos de los torpederos, pero me hizo una ilusión extraordinaria. Añadido a esto, acompañó la nave de dos figuras de soldados de asalto. Juan si fue por el bar aquel día, y estuvimos de charla y tomando algo hasta el cierre. Pasó por allí el Canario, que nos saludó de forma algo forzada, pero luego se puso en el otro extremo del bar. Al llegar a casa no pude evitar ponerme a limpiar la nave durante largo rato, y la verdad es que quedó perfecta, tal y como se puede ver en la foto superior. Así que una vez limpia la coloqué al lado de mi Halcón Milenario.

De sábado tocaba comida familiar, y antes fui con mi padre para salir a tomar algo. Como llovía bastante fuimos a bar cerca del restaurante, que no conocíamos, donde tomamos algo tranquilo. Allí charlamos sobre unos contactos que mi tío había tenido con él, pidiéndole cierta ayuda. Apoyé la decisión de mi padre, pero no pude evitar aconsejarle que tuviera cierto cuidado. Tras comer con la familia de mi prima, acudí a hacer una compra masiva que necesitaba y fui a nadar. Ya por la noche salí por el bar, donde enseñé a todos la foto de la restaurada nave. José se quedó bastante impresionado por lo bien que había quedado. El bar estaba considerablemente lleno, y por allí pasó Ardilli, aunque tampoco hubo contacto alguno en aquella ocasión. Juan pasó algo más tarde, y fue entonces cuando José me regaló otra nave, más dañada. Era el USS Enterprise con los dos motores rotos, pero que podrían ser reparados. También me hizo muchísima ilusión. Ya cerca del cierre, nos retiramos.

 

El domingo fui misa con mi padre, y luego a comer con él y mí hermano. Tras la comida, decidí no ir a nadar, porque había dormido bastante poco. Aproveché para acompañar a mi padre al trastero, donde intenté ver si estaban allí mis libros de Karperle. No estaban, por lo que me imaginé que habían acabado en la basura muchos años atrás. Como había dejado de llover aproveché para ir a lavar el coche y llenar el depósito. En casa decidí encargar el primero de los siete libros en su primera edición, para ir recuperando la colección. Empecé a limpiar la nueva nave, pero me di cuenta de que esa me iba a llevar mucho más trabajo. Tras trabajar un poco fui por el bar donde tuve una confrontación con un conocido de Josito y Pedro, que aparte de tener la gracia en el culo me metió mano. A la tercera le pegué un empujón. La verdad es que iban los tres bastante perjudicaos, y no de sustancias sanas precisamente. Luego estuve con Juan más tranquilito, y nos acompañó Clark Kent una vez más. Me dio la sensación de que a ratos flirteaba de nuevo conmigo, pero tampoco estuve demasiado convencido. De esta forma acabó una semana bastante tranquila, mientras nos vamos acercando al cambio de hora tan esperado siempre por mí, que nos dará días más largos.

 Saludos


GUERRA CONTRA LAS OBRAS

  (ENTRADA 533)

 

La semana ha tenido algunas salidas de la rutina habitual y la llegada de lluvia y tormentas. Las obras continúan y ante la amenaza de cortarnos el acceso al garaje, surgió una especie de guerra para impedirlo, y que ha tenido éxito. De todas formas no estoy tan seguro de que haya seguido la decisión más acertada. Hay veces en las que hay que ceder para quitar problemas de encima.

 

El lunes fue cuando tuvimos la junta de la comunidad del garaje, y el presidente y constructor estaba indignado porque se habían colgado carteles anunciando que de jueves a sábado incluidos no podríamos acceder al garaje. Así que se tomaron decisiones para paralizar dicho intento, ante lo que accedí a estar de acuerdo. Y es que si hubiéramos sido algo más flexibles, ahora que estoy escribiendo esto ya habrían acabado la obra de mi calle. Claro que tampoco hubiera sido así porque la lluvia y el mal tiempo lograron paralizarlo todo.

El martes nevó, justo cuando habíamos quedado con mi padre en la notaria para firmar el testamento de mi madre. Mi hermano llegó veinticinco minutos tarde, algo que cabreó bastante a mi padre. Tras firmar en la notaría fuimos a tomar algo cerca, donde quiso la casualidad que me encontrara con mi antigua vecina Ana, que a su vez se enteró de lo acontecido con mi madre. La verdad es que se quedó bastante sorprendida, y después fui a comer con mi familia en el Corte Ingles cercano. De regreso a casa estaba agotado, por lo que ese día no fui a nadar y eché una siesta.

A partir del resto de la semana, la lluvia se convirtió en compañía perpetua y las obras de la calle quedaron completamente paralizadas. Aunque por lo menos el follón que se había montado sirvió de algo y nos abrieron un pequeño pasillo para salir y entrar del garaje. El miércoles quedé con un chileno bastante majo, en un encuentro un tanto fuera de lo normal. Aunque era muy atractivo, había poco seso, pero debo reconocer que fue muy majo y considerado. El jueves me animé a salir a tomar algo, y apareció por allí Clark Kent que estaba celebrando su cumpleaños. Siendo muy majo me invitó a unos bombones, aunque seguía muy prendado del camarero que pasa de él. Juan no salió ese día. Ramón estaba por allí, aunque aquel día estaba bastante tranquilo y no dio demasiado la brasa.

El viernes sí quedé con Juan, el cual llegó bastante rellenito porque parece estar abusando del buen comer. La verdad es que me alegró mucho verle, aunque me di cuenta de que aquel día el bar parecía estar plagado de gente que había cometido serios excesos. Ramón llevaba una borrachera como nunca había visto, estando considerablemente impertinente, y a punto de caerse en un par de ocasiones. Le tuve que dar un toque cuando algo de saliva surgió en forma de pequeño escupitajo en la cara. Después fue el turno de Josito, que apareció por allí con un colocón considerable y dándole la brasa en esa ocasión al pobre Juanito, sobre cómo había engordado sin cesar. La verdad es que no sé si había luna llena, pero la cosa parecía sacada de encuentros en la tercera fase.

Ya de sábado salí entusiasmado con la idea de que vería a Ardilli. Evidentemente me fui de aperitivo con mi padre, y luego tuve comida familiar. Fue complicado entrar en mi garaje porque había un pesado que se había parado en el sitio incorrecto, y tuve que dar marcha atrás para que pudiera salir y así entrar en el garaje. Llegado el momento salí al bar, que estaba bastante lleno. Me dio un poco de corte, pero José me ayudó a atravesar el bar a través de la barra una vez más. Lamentablemente el latino borracho que me había molestado semanas atrás estaba en mi rincón. Y tras un poco de espera, Ardilli apareció con esa sonrisa que me tiene cautivado. Sin embargo hubo algunas cosas que me produjeron un bajón considerable. No hubo contacto visual, y encima estuvo saludando al latino. La verdad es que llevé un chasco monumental, porque venía dispuesto a hacer contacto visual y no logré que fuera recíproco. Fue entonces cuando me di cuenta de que una vez más… no iba a ocurrir nada. Juanito llegó justo a tiempo cuando me había dado el bajón. Cuando Ardilli se fue con sus amigos, les escuchó decir que se iban a la discoteca de al lado, y me animó a que fuera. Sin embargo yo tenía que levantarme a cierta hora para acompañar a mi padre a misa e ir a comer. De todas formas esa discoteca nunca me había entusiasmado, y no me gustaba la idea de encontrarme con gente del antiguo bar. Así que me quedé con Juan, e intenté animarme el poco tiempo que me quedaba.

Ya el domingo fui con mi padre a misa, a picotear algo y a comer, tras lo cual me animé a ir a nadar. Aunque salí por la noche, y me encontré con Juan, el bar estaba matado debido a la lluvia. Eso sí, Clark Kent volvió a aparecer por allí y estuvo charlando con nosotros muy majo. Nos contó su pasión por el baile y charlamos bastante, hasta que nos retiramos. Caminó de vuelta conmigo a coger su coche y yo me fui a dormir bastante cansado.

 Saludos