Archivo para diciembre, 2017

COMIENZA EL FINAL DEL PEOR AÑO

  (ENTRADA 523)

 

Mientras acabo de escribir estas líneas, acabamos de tener la comida de Navidad. La verdad es que hemos tenido una feliz Navidad, aunque la semana nos ha deparado algún susto que otro. Y como quien no quiere la cosa nos hemos embarcado en la que será la última semana del que probablemente ha sido el peor año de mi vida. Siempre he creído en los simbolismos, y el dejar atrás el año 2017 es algo que encuentro muy necesario, y que agradeceré para poner cierre definitivo al difícil año que hemos tenido.

 

Antes de partir de la capital tocó el poner cierre a numerosas cosas que había que terminar. También quedé con un chaval bastante majo aunque peculiar, que se dedicaba al mundo de la moda. Fue un tanto peculiar, aunque muy simpático. También aproveché para quedar con Carlos, a quien no veía desde hace tiempo. Entre otros asuntos que todavía tenía pendientes tuve mi primera reunión con la directiva de la comunidad de vecinos. Nos reunimos en el jardín con los profesionales que llevarían a cabo las reformas del césped y la tarima. La verdad es que nos espera una obra de considerable envergadura, pero por lo menos ya hemos dejado  en marcha para empezar en enero. Ya el miércoles acudí para dormir en casa de mi padre, y ambos salimos a cenar juntos. Fue entonces cuando nuestra prima nos llamó para comunicarnos que nuestro tío finalmente había fallecido después de varios años sufriendo de alzhéimer. La verdad es que desde la muerte de nuestra tía ya no reconocía a nadie y era más vegetal que un ser humano. Por eso a pesar de la tristeza inevitable para mis primos, entiendo que por lo menos también ellos podrán descansar tranquilos.

Al día siguiente mi padre y yo partimos para nuestra ciudad natal en un viaje sumamente tranquilo y sin apenas tráfico. Llegamos a tiempo de poder salir a comer al chigre habitual. El viernes me animé a salir a correr, y me sorprendió el comprobar que no me costó demasiado esfuerzo a pesar de que llevaba tiempo sin hacerlo. Nos enteramos de que el restaurante del barrio pescador estaría cerrado durante todas las fiestas, algo que nos sorprendió bastante. Así que volvimos a Fernando donde mi padre tuvo una bronca enorme por un puto euro de mierda. Ya al volver a casa nos encontramos con mi hermano, que había llegado con su perro. Yo por la noche pasé por el Carmen, donde me encontré con Susie, Pilar, Antonio y Mónica en el bar de Pali, que sigue estando bastante tremendo. Allí estuvimos de charla un buen rato, hasta que yo me retiré para pasar por el Antro. La verdad es que no tardé en marcharme también, porque no había nadie conocido, y la poca gente interesante le hacía corrillo a Ramón. Me da la sensación de que el bar ya no merece la pena y carece de solución alguna.

El sábado mi padre y yo nos preparábamos para ir a tomar un aperitivo cuando Marcos nos llamó para contarnos que se había metido una buena leche andando en bicicleta. Así que cabreados y estresados tuvimos que coger el coche e ir a recogerlo a veinte minutos en coche en una carretera de montaña. Por lo menos había sido recogido por una pareja de una casa cercana que le habían atendido. Tenía una brecha encima del ojo y algún moratón. Le llevamos a urgencias, donde le tuvieron que poner diez puntos, aunque por lo menos la cosa no fue peor, que bien podría habernos amargado las fechas. Por la tarde acompañe a mi padre a tomar algo y luego quedé con la pandilla, encontrándome con Ramón al que pude saludar. También estaba allí José acompañado de Nico, al que acababa de recoger. No había visto a Nico desde hacía año y medio, y me sorprendió el estirón que había pegado. Estuvieron por allí también la prima de Ramón y su marido, a los que hacía tiempo que no veía. La verdad es que me eché unas buenas risas con ellos, aunque me pareció que estuvimos demasiado tiempo en el bar, y acabamos yendo al Bar Osuno a eso de las dos y media. Estaba bastante animado y pude ver a algún conocido, entre ellos el Bombero. Aunque no me saludó me echaba alguna que otra mirada de vez en cuando. Nos retiramos algo pronto, porque la verdad es que habíamos llegado bastante tarde.

Llegado el domingo era el día de Nochebuena. Fuimos a comer a Viñao, y después regresamos a casa para estar de relax. Mi padre y yo decidimos acudir a la misa de Navidad de las ocho de la tarde. Tras esto acudimos a casa de mis tíos donde cenamos con ellos, la hermana de mi tía, primos, esposas y críos incluidos. La verdad es que fue una cena bastante multitudinaria, y estuvo muy bien. Aunque todos tuvimos a mi madre en mente, lo pasamos muy bien. Y es que en el fondo las Navidades del año pasado habían sido nefastas y ya habíamos comenzado a notar su ausencia. De lo que no cabe duda es que había cierto sentimiento de extrañeza, ya que no era la forma habitual de celebrar las fiestas. Al acabar de cenar yo pase por el Bar Osuno a tomar un par de cervezas, donde estaba de nuevo el Bombero. Para  mi sorpresa Ramón no pasó por allí, aunque me había asegurado que iría. Sortearon una cesta de Navidad, aunque no me tocó por diez escasos números

Esta misma mañana hemos pasado la comida de Navidad con mis tíos, que curiosamente se habían quedado solos porque mis primos comían en las casas de sus respectivas esposas. De esta forma ha pasado la primera de las tres fases de Navidad, y nos embarcamos en la última semana del año, que pondría cierre a uno que por mucho que queramos, no podremos olvidar.

 Saludos


PREOCUPACIONES COMPULSIVAS

  (ENTRADA 522)

 

Como quien no quiere la cosa nos hemos embarcado en las dos últimas semanas del año, uno que estoy deseando que acabe aunque solo sea por lo simbólico de su final. Durante esta semana me he recuperado de mi catarro, y parece que mis problemas de abdomen se han mitigados. Sin embargo no puedo evitar preocuparme de forma recurrente ante la posibilidad de haber pillado la hepatitis C, por mucho que no logré acordarme de cómo ha podido ser. Lo peor es que no queda otra que esperar hasta abril.

 

El problema es que las preocupaciones pueden ser compulsivas y llegar a controlar a uno. Algunas molestias abdominales, que no sé si son consecuencias del estrés pueden haber creado ciertas molestias abdominales. Solo tenía una transaminasa algo elevada, pero en seguida relacionó cualquier problema con el hígado. Afortunadamente la cosa remitió a lo largo de la semana, pero van a ser cuatro meses cuatro meses de montaña rusa hasta que logré enterarme de que pasa. Mandaría huevos que después de todo lo pasado tuviera una complicación adicional, pero no queda otra cosa que esperar.

En un evento totalmente inesperado Juan contactó conmigo al recibir una notificación por parte de Miguel. Al parecer la persona que había destruido nuestra amistad con él a mala conciencia, había fallecido. Es curioso, porque me encontré sin sentir nada en absoluto al respecto. No me alegré y lo sentí por su pareja, a quien había considerado un amigo aunque no hizo nada por solucionar el embrollo. El susodicho había aprovechado nuestra confianza absoluta para joder nuestra amistad por envidia y pura maldad, a conciencia y a sabiendas que estaba pasando por el año más complicado de toda mi vida con la enfermedad de mi madre. Así que aunque no me alegré, algo que me alivió, tampoco puedo decir que sintiera nada en absoluto. Esas son las personas verdaderamente tóxicas, cargadas con maldad, que fingen amistad para hacer daño con tal de conseguir lo que desean. Es triste, pero hay mucha más gente así de lo que la gente se imagina.

Por lo demás, como ya me sentía mucho mejor para el fin de semana, volví a salir a tomar algo con Juan del jueves al domingo. Nos encontramos con gente como Ramón, el Cerdo Vietnamita, o Josito, con los que charlamos de vez en cuando. Aunque tampoco puedo destacar nada fuera de lo común. El gran día fue el sábado, cuando fuimos a ver “Star Wars Episodio VIII: Los Últimos Jedi”. Juan salió encantado, aunque yo no puedo negar que varias cosas me decepcionaron considerablemente. De todas formas no puedo negar que en términos generales la película estuviera bien. Eso sí la consideré una obra de grandes oportunidades desaprovechadas.

 

Esa misma noche pasamos por el bar habitual, donde pude volver a ver a Ardilli con sus amigos de nuevo, tan sonriente y majo. Por lo demás nos retiramos, aunque durante las noches del fin de semana dormí algo mal.

El domingo fue día de despedidas, ya que pasé por el bar y aproveché para desear a todos felices fiestas, ya que el jueves partimos a nuestra ciudad natal. Allí estaremos hasta después de Reyes este año, en las que espero que sean unas felices Navidades.

 Saludos


DECORACIONES NAVIDEÑAS

  (ENTRADA 521)

 

Debo tener una especie de maldición recurrente, porque todos casi siempre me pongo malo cuando llega el puente de la constitución. Este año no es que me haya puesto muy mal, pero un catarro recurrente me ha dado la brasa de forma recurrente, quitándome las ganas de salir varios días. Eso sí, por lo menos no he tenido fiebre, aunque hay veces que toser es una verdadera pesadilla. Pero considerando todo, no me voy a quejar por ello. También tocó realizar decoraciones navideñas, en el día del santo de mi madre… como era costumbre en mi familia

 

La verdad es que esta macropuente se ha convertido más en una lata que otra cosa en los últimos años. El barrio se masifica de forma excesiva con gente que viene de compras, y añadido a esto tiene lugar la concentración anual de osos, con lo que los bares se ponen imposibles. La verdad es que cada vez tengo menos tolerancia hacia el exceso de gente. El lunes y el martes acudí a nadar pero los ataques de tos me obligaron a parar después del martes. Añadido a esto no ayudó el tener que ir a comer con mi hermano y con mi padre cuatro días de la semana, en los que me habría valido más quedarme en casa. También aproveché la semana para algunos aspectos redecorativos de mi casa, incluyendo los navideños. El reloj de pared que en su día me había regalado Javi se me había estropeado, y no había forma alguna de repararlo. Así que me tuve que comprar uno nuevo de color negro, y que la verdad es que me gustó bastante.

El día del santo de mi madre fue cuando coloqué el Misterio que me había regalado años atrás, y que decoré con algunos de los adornos que le habían pertenecido, en su memoria. La verdad es que siempre lo había colocado, aunque este año lo adorné un poco más y también me traje la guirnalda que mi madre había hecho para colocarla en mi puerta. Siempre me ha dado rabia que se colocaran los adornos navideños en adornos ya en noviembre. Nosotros siempre lo habíamos hecho el día de la Inmaculada.

El martes fue de los pocos días que salí con Juan, ya que era previo a festivo. Ya se notaba que las manadas de osos habían llegado. Encima tuve mala suerte y me tocó el clásico borracho al lado, dándome codazos toda la noche. Cuando me cansé y me cabreé, encima se puso chulo. Añoró los días en los que echaban a los borrachos pesados de los bares. El jueves me animé a salir, aunque no debería de haberlo, porque los excesos de tos ya eran evidentes, y no estaba para ello. Así que el resto del fin de semana me quedé en casa tranquilito y sin excesos. Aunque la sorpresa me la llevé el sábado cuando César volvió a contactar conmigo. Parece ser que al final no se había echado pareja, sino que había optado mantenerse apartado de todo durante un tiempo. Así que el sábado noche se pasó por casa y pasamos un rato agradable. La verdad es que un chaval bastante majo, si bien algo alocado. Ya el domingo me animé a salir de nuevo con Juan, aunque tampoco fue nada destacable.

En cuanto a las comidas familiares, lo más destacable fue que mi prima organizó dos comidas en nuestra casa. La primera fue una fabada y la segunda una paella. El domingo vinieron a comer con nosotros mi primo Pablo y su familia, y a la salida tuvieron el detalle de acercarme en coche a mi casa. Ese día fue cuando empezó a llover de verdad, algo que llevábamos tiempo necesitando en la capital. Así que entre tantas actividades, supongo que lo más destacable fue el coñazo que me dio el catarro. Se acercan las Navidades, y me he propuesto que mi familia tenga unas muy felices… nos las merecemos.

 Saludos


VICEPRESIDENTE

  (ENTRADA 520)

 

Aunque todavía no ha llegado el invierno, parece que el frío y las heladas nos han tomado a todos por sorpresa. Dentro de la tranquilidad de la semana, desarrollé un fuerte catarro que me impidió seguir acudiendo a nadar. Por lo menos no tuve fiebre en ningún momento. Lo más destacable es que al acudir a la junta de vecinos de este año, acabe siendo nombrado vicepresidente de la comunidad a traición.

 

Tal y como he mencionado, solo acudí a nadar el lunes y decidí tomarme un respiro el resto de la semana. Acudí a comer con mi padre el martes y el jueves, pero ese último día mi hermano se tuvo que marchar debido a que las alarmas de su casa se habían disparado y no sabía muy bien que había podido pasar. Afortunadamente toro resultó una falsa alarma, aunque se tuvo que perder una comida por esa razón. También tuve que retirar el reloj situado encima de mi despacho, que después de varios años había dejado de funcionar. Mi padre había intentado echarle un vistazo, pero ya no tenía remedio alguno.

El miércoles fue cuando tuvo lugar la junta de la comunidad. Tal y como me imaginaba, la piscina fue el tema central de la misma. Este verano varios inquilinos habían abusado de sus invitaciones, y el socorrista había probado ser un soberano desastre. En siete años que llevaba en casa no había sufrido mayor cachondeo al respeto. Aunque estuvimos a punto de retirar las invitaciones se optó por disminuirlas a diez, y se había optado por cambiar de empresa. Fue entonces cuando el dueño de la constructora me propuso para ocupar el puesto de vicepresidente, y así trabajar con su hija para que las cosas funcionaran. La verdad es que me vi bastante coaccionado, aunque en cierto modo deseaba poder tener los medios para acabar con ciertos cachondeos. Tras presentar varias quejas sobre el comportamiento de varios inquilinos, acabamos la junta dos horas y media después de empezar. El de la constructora nos invitó a tomar algo en un bar bastante elegante, tras lo cual regresamos por fin a casa. Veremos cómo llevo un puesto de responsabilidad, y si no acabo hasta los cojones.

El miércoles me animé a salir a tomar algo por mi cuenta, y coincidí con Paul tanto en el bar, que estaba matado, como a la salida. Sin embargo no parecía estar interesado en nada más. De jueves a domingo salí con Juan, como es de costumbre a tomar algo por el bar habitual. La verdad es que tampoco pasó gran cosa digna de mención, lo que es raro considerando que hace un año empezaba la pesadilla de año a la que nos enfrentamos por la enfermedad de mi madre. Cuesta acostumbrarse a que las cosas vuelvan a rutinas normales y carentes de estrés.  El único día que Juan no vino fue el viernes, porque tenía su cena de empresa de navidad. Sin embargo es complicado estar solo en un bar a día de hoy, ya que la inmensa mayoría de las personas sale en grupos. Uno de los días coincidimos con el que es novio de José, que yo no había visto nunca. Parecía un tío bastante majo, aunque cada día me fijo más en un chaval, parte de un grupo, al que afectuosamente llamaré ardilli.

Durante la semana coincidí con Ramón en un par de ocasiones, aunque reconozco que le puedo aguantar durante tiempos cortos. También pudimos ver a Pedro, que la verdad es que no parece estar muy centrado últimamente. Creímos entender que Fran celebraba una especie de despedida de soltero, algo que me dejó bastante sorprendido considerando lo poco que llevaba saliendo con el tipo ese. Por otro retome contacto con alguno de los antiguos compañeros del colegio interno al que fui en Estados Unidos, incluyendo el profe que fue mi consejero escolar. Al acompañar a mi padre a misa, el párroco nos narró cómo había tenido que llamar a la policía porque alguien estaba durmiendo en el tejado de la parroquia. Resultó ser un chaval de dieciocho años con problemas familiares tras la separación de sus padres. El párroco le había dado de comer y había visitado a la madre para intentar ayudar en lo posible pero ella se había negado. Es una historia triste, sobre todo ahora que empieza la época de adviento. Es verdad que yo he perdido a mi madre, y eso es algo innegablemente triste. Pero por lo menos, y con todos nuestros problemas, nunca fuimos una familia rota.

 Saludos