Archivo para abril, 2017

LA CUENTRA ATRÁS DE LA ESPERANZA

  (ENTRADA 488)

 

Ciento cuarenta y cuatro días después de que empezara esta pesadilla, llega la cuenta atrás de la esperanza en una semana que se ha caracterizado por ser bastante tranquila. Y es que la semana que viene, a mi madre le harán controles que determinarán si las sesiones de quimio están sirviendo para algo o estamos condenados a la desesperanza. Yo sigo con la esperanza de que todo vaya bien, y espero que no me la destrocen en añicos.

 

El lunes supuso el comienzo de una semana nueva después de la tranquilidad de la Semana Santa, regresamos a la rutina. Me tocó acompañar a mi padre de nuevo a la rehabilitación de mi madre, teniendo un reencuentro con la directora de la clínica. A pesar del encontronazo que habíamos tenido, se mostró bastante afable y yo decidí no remover la mierda ya existente.

El martes regresaron mi prima, su familia y mi hermano de su viaje por Boston. Yo acudí a tomar algo con mis padres, que estaban acompañados de mi prima contando anécdotas varias sobre el viaje que habían realizado. Mi hermano llegó para la comida, pero como estaba demasiado cansado decidí llevar a mi madre a rehabilitación una vez más. La ventaja era que ya tenía el resto del día libre.

El miércoles no tenía gran cosa que hacer, así que me pasé la tarde desconectando y jugando a la consola. También he seguido con la rutina de correr, que muy poco a poco se me va haciendo más fácil. Fue curioso, pero cuando acabé de correr estaba calentando en la fuente de la plaza, y dos niñas se me acercaron para hacer ejercicios conmigo y preguntarme cosas acerca del deporte. También recibí un toque de Carlos, con  el que quedé por primera vez en bastante tiempo.

El jueves me tocó ir a extracciones, a donde acudí solo por primera vez en once años para que mi padre no se viera muy obligado. Tras esto fui a comer y acudí a casa para hacer el baño e ir a correr de nuevo. Me fastidió bastante descubrir que el brasileño al que había conocido me había bloqueado. Ya por la noche, quedé para tomar algo en compañía de Juan, con quien estuve charlando un rato.

El viernes acudí de nuevo a comer a casa, y después fui a correr. Me crucé con la alcaldesa, que curiosamente me hizo un gesto de aprobación y ánimo. Tras realizar una exhaustiva limpieza de mi casa, salí a tomar algo con Juan una vez más. Finalmente nos enteramos de que el bar va a emitir el festival de eurovisión, por lo que tendremos un sitio para verlo después de todo.

El sábado quedé a tomar algo con mis padres y mi prima en un local donde se pusieron bastante bordes. Mi madre tenía algo de frío y se negaban a bajar una de las pantallas de terraza cubierta. Como mi padre y yo amenazamos con emprender acciones legales, terminaron por obedecer. Tras esto tuvimos una comida en mi familia, tras la cual yo acudí a nadar y a pasar la tarde tranquilo en casa. Esa noche no salí para poder pasar la mañana del domingo con mis padres.

El domingo se celebraba la maratón, con lo que acudí a nadar muy temprano para poder llegar a tiempo de acompañar a mis padres a misa de doce. Tras la ceremonia acudimos a tomar algo, y nos encontramos con Asun, una vecina de mi madre. La verdad es que el tiempo había mejorado bastante, con lo cual pasamos un rato agradable. Tras comer con mis padres, acudí de regreso a casa para pasar la tarde tranquilo. Por la noche quedé para tomar algo con Juan, y la verdad es que encontramos el bar bastante lleno. Me hizo gracia observar a un greñas bailar bastante bien, y tomamos algo mientras comentábamos la semana. Y así acabó la semana de la cuenta atrás. Solo espero que esta semana que comienza venga acompañada de buenas noticias, bien sé que las necesitamos después de casi cinco meses de problemas.

 

Saludos


SEMANA SANTA Y TRISTE

  (ENTRADA 487)

 

Ya llevamos ciento treinta y siete días de nuestra “nueva vida”. Aunque no ha habido ningún cambio para mal durante esta Semana Santa, no puedo negar que haya sido triste. Esta era siempre la semana en la que me quedaba a solas en la ciudad y mi familia partía a mi ciudad natal. Con lo que se convertía en una semana para mí, mí tiempo personal y para desconectar. Este año no ha podido ser así.

 

El lunes comenzamos con la rehabilitación a las dos de la tarde, porque la clínica decidió cerrar por las tardes para descansar y nosotros que les pagamos tuvimos que adaptarnos a sus deseos. El trayecto en Eurotaxi tuvo un percance porque la silla de ruedas de mi madre se movía, y el taxista nos aseguró que se debía a que uno de los frenos de la silla estaba desgastado. Esto era verdad, pero el taxista que nos recogió nos señaló que con los amarres bien puestos la silla no tiene que moverse y los frenos son innecesarios… y nos lo demostró. Así que mi padre llamó para poner la correspondiente queja. Y es que… siempre hay algo.

El martes volvimos a llevar a mi madre a rehabilitación y durante la hora que lleva la misma, mi padre y yo tomamos unas tapas y unos vinos en el mesón frente a la clínica. Ya por la noche quedé con Juan para tomar algo y despedirnos, ya que al día siguiente se iba a su pueblo a pasar la Semana Santa.

El miércoles acabamos con la rehabilitación de la semana, y ya se notó que la ciudad se quedaba considerablemente vacía. Yo por lo menos acabé con el trabajo que tenía acumulado, con lo que por lo menos podre tener más momentos de respiro en los siguientes meses.

El jueves la familia de mi prima y mi hermano partieron para Boston, ya que mi hermano llevaba desde antes de Navidades apuntado a un maratón allí. Yo salí a nadar temprano y después fui a casa de mis padres. Mi madre se animó a salir a tomar algo, ya que el día era perfecto, y Juan me escribió contándome que había discutido con Miguel y pareja por mensajes. Yo le recomendé que pasara ya del tema, sobre todo en lo relacionado a provocaciones en redes sociales, que no sirven para absolutamente nada. Tras comer con mis padres, volví a salir a correr por primera vez en cuatro meses y medio. Por supuesto, acabé con unas agujetas tremendas, pero la verdad es que lo agradecí. Sin Juan en la ciudad, decidí no salir, ya que también los supuestos amigos habían partido en plena pesadilla personal. Así que disfruté de una tarde y noche de consola.

El viernes mi madre se volvió a animar a salir a tomar algo, y después volví a comer con ellos. Tras esto, salí a correr de nuevo y aproveché para realizar una limpieza masiva de mi casa, que era muy necesaria. Una vez pasé la tarde tranquilo en casa.

El sábado madrugué para ir a nadar de nuevo y fui otra vez a picar algo con mis padres, y luego comer. Juan me envió muchas fotos de las procesiones de su pueblo para que se las mostrara a mi madre. Tras esto decidí llevar mi coche a lavar, ya que llevaba casi siete meses sin hacerlo, y era necesario. La tarde y noche fueron de descanso completo.

El domingo madrugué todavía más para poder ir con mis padres a misa por el domingo de resurrección, algo que por lo menos a mi madre le hizo ilusión. Lo curioso es que está experiencia tan agotadora me está haciendo reconsiderar mi abandonó en lo relativo a religión, sintiendo que ciertas creencias se revuelven en mi interior. No es cuestión de desear milagros, sino de encontrar cierta paz en toda esta pesadilla. Tras picar algo y comer tuve una pequeña bronca con ella, pues a veces se pone vaga en los traslados de la silla de ruedas a la cama, o no sigue las instrucciones que le dan para que este bien sentada. Pero al final las cosas se calmaron, y yo partí para quedar con Luis, y así quitarme ese compromiso de en medio. También decidí hacerme un regalo, y me compré una figura muy chula de Luke Skywalker para mi salón.

 

Ya por la noche quedé con Juan, que me trajo aceite y paté para mi madre. Fuimos a tomar algo y a ponernos al día sobre la semana, aunque la suya fue mucho más variada que la mía. También hablamos sobre rivalidades, y me confirmó que no había sido otro que la pareja de Antonio quien había metido mierda para dinamitar nuestra amistad con Miguel. Aunque a mí me da ya absolutamente igual. Sí esa supuesta amistad era tan frágil y egoísta, bienvenida sea su desaparición. A mí solo me interesan dos cosas: que mi madre venza al cáncer y pueda volver a andar.

 

Saludos


TERCER CICLO

  (ENTRADA 486)

 

Tras ciento treinta días sumergidos en la enfermedad de mi madre, me he visto personalmente enfrentado a una semana horrible de confrontaciones. Pero lo peor de todo es que mis dudas y temores acerca de determinados amigos se han visto confirmadas. No sé qué tienen los momentos difíciles en la vida personal de uno,  que siempre sirven para hacer de colador. Sin embargo no me podía esperar recibir vómitos de odio de parte de alguien como Miguel, sin que se interesara al menos en conocer mi versión de determinados hechos. La pérdida desemboca en ganancia, con lo cual he decidido concentrarme en mi querida madre, y en mí mismo para seguir lucha. Por lo demás llegó el tercer ciclo de quimio.

 

El lunes comenzaron ciertos problemas con la clínica de rehabilitación. Retrasaron una hora la sesión de mi madre y mi padre se hizo un lio sobre quien debía de ir, que era yo. Así que la llevó mi hermano, para enterarse que los tres días laborales de semana santa cerraban por las tardes y nos ponían una hora bastante complicada para todos.

El martes acudí en compañía de mi padre, y en cuanto nos quejamos acerca de los constantes cambios de hora, la directora se nos puso hasta borde. Yo acompañé a mi padre a tomar un café durante la sesión, y estaba a favor de buscar otra clínica. Sin embargo mi madre desea seguir yendo allí, por lo que decidimos aceptar sus deseos. Yo estaba enfurecido y deseaba no tener que ir más esa semana, pues siempre acabamos adaptándonos nosotros a ellos. También nos enteramos que el marido de nuestra vecina de enfrente había fallecido con noventa y dos años de edad. Yo tengo muy buen recuerdo de ambos, ya que solía jugar con su perro cuando solo era un niño.

El miércoles mi hermano llegó bastante tarde para comer, por lo que tuve que ir yo con mi padre a llevar a mi madre a rehabilitación. Eso sí, me negué a entrar en la clínica y la directora se percató de eso. Llegó a decirle a mi madre que se disculparía conmigo si era necesario. Yo no necesito disculpas, necesito resultados y seriedad. Según lo que había firmado mi madre ya debería poder ponerse de pie por sí sola, y no puede. Por lo menos la directora se quedó sorprendida al ver lo que mi madre había firmado. Sin embargo, yo no dejo de pensar en que esas cosas las tendría que monitorear ella.

El jueves fue el peor día, que dio lugar al final de mi amistad con Miguel. Lo peor es que me enteré de todo por redes sociales  y no de forma directa, y ya estamos en la cuarentena para andar con tonterías. Al parecer alguien ha ido metiendo mierda, contando lo que estoy seguro es una versión muy deformada de mis opiniones personales acerca de la evolución de su bar. Nunca creí que con mi madre con cáncer y sin poder caminar, tendría que leer semejantes declaraciones de odio por alguien, por el que además me he desvivido. Tras comer con mis padres, y ya que no me tocaba ir a rehabilitación, quedé con Juan también incluido en la verborrea de odio. Para colmo, su tía había sufrido una caída y tenía una fractura vertebral y otras dos aplastadas. La reacción de Miguel le había dolido mucho más que a mí. No es que a mí no me doliera, pero desde que había empezado a salir con Santi, no me había abandonado el presentimiento de que esto acabaría por suceder. Las personas egoístas solo desean que les digan lo que quieren oír, y solo se preocupan de su propia felicidad. Esto es una realidad independientemente de que sean buenas personas o no. Los que más dependen de una relación suelen ser los que menos son capaces de comprometerse con otros aspectos de la vida. Pero han sido dos años de amistad muy importantes para mí, y que esto suceda en la situación actual que ha tocado vivir es especialmente doloroso.

El viernes llegó el tercer ciclo de quimio de mi madre. La verdad es que tuvo una analítica muy buena. Lo único que tenía bajo era el potasio, por lo que le añadieron una hora de suero a la sesión. El hospital estaba prácticamente vacío, y es que se notaba que la mayoría de la gente se había ido de vacaciones de Semana Santa. Vacaciones que yo no tendré dada la situación de mi madre. No puedo evitar sentir algo de envidia por los que se van, y es que llevo desde Agosto sin salir de la ciudad, y desde el uno de diciembre sin un día exclusivo para mí. Durante el ciclo de quimio mi madre notó que estaba de bajón, y acabé contándole lo sucedido con Miguel. Aunque entendía mi disgusto, me animó a ver que estas situaciones demostraban quienes eran amigos de verdad. La verdad es que él no había contado conmigo para nada en lo que llevaba de año, asumiendo que simplemente debía ir al bar. Lo más absurdo es que no entienda algo tan simple como que necesitaba cambio de aires, para poder desconectar tranquilo mientras tomo algo en los momentos libres. El ciclo acabó bastante tarde, y el oncólogo nos encargó pruebas para el siguiente ciclo dentro de tres semanas. Lo que me dejó muy tranquilo fue que sus defensas estuvieran bien, así como sus funciones renales y hepáticas. Tras cinco horas de chute regresamos a casa, aunque ya habíamos cogido turnos para comer en el hospital. Yo fui a nadar por la tarde para no perder más deporte, pues en dos semanas me tocan controles de lo mío. Ya por la noche, quedé con Juan que estaba mucho mejor tras haberse explayado con Miguel. Yo la verdad es que no quise ni dignificar lo que había leído con una conversación. Prefiero no ponerme a la altura de determinadas situaciones. Quiso la casualidad que apareciera por allí el cerdo vietnamita, al que hacía tiempo que no veía. Por lo menos estaba sobrio.

El sábado me alegró enterarme de que mi madre se había animado a salir a pasear y la verdad es que estaba muy bien para haber tenido quimio el día anterior. Tuvimos comida con toda la familia de mi prima y una amiga de Sara, sobrina de mis amigos Jorge y María en mi ciudad natal. Tras la comida fui a hacer la compra y a nadar. Sin embargo, esa noche no salí puesto que quería pasar la mañana con mis madres.

El domingo fui a misa de doce con mi padre y mi madre. Era Domingo de Ramos, y la verdad es que mi madre estaba muy animada otra vez. Parece que su cuerpo se ha adaptado muy bien a la quimio, y solo espero que no signifique que no le esté haciendo efecto. Tras comer, partí a casa para poder ir a natación una vez más. Ya por la noche quedé con Juan para tomar algo y desconectar de la mierda de semana que ambos habíamos tenido. Sin embargo, y aunque todavía queden secuelas de tristeza por el desarrollo de los acontecimientos, también sentíamos que nos habíamos librado de una gran carga. Así que no nos queda otra que seguir adelante. Sin embargo, mucho he echado de menos mi ciudad natal y a mis amigos de verdad de toda la vida durante toda esta semana.

 Saludos


UN RESPIRO EN LA TEMPESTAD

  (ENTRADA 485)

 

Parece que esta ha sido una semana de respiro, sin mayores complicaciones ni problemas. La verdad es que no sé si será el principio de un respiro permanente o solo un descanso. Sin embargo, después de cuatro meses, o ciento veintitrés días, he comenzado a adquirir la costumbre de aprovechar lo que viene sin pensar demasiado en lo que venga en el futuro. A veces solo hay que aprovechar el respiro en la tempestad.

 

El lunes acudí con mi padre para acompañar a mi madre a rehabilitación. La verdad es que agradecí la compañía de mi padre, pues después de los fallos de la clínica en su servicio, yo ya me sentía bastante desconfiado y harto de no ver resultados. La directora quiso hablar con nosotros, obviamente porque se había enterado por la secretaria que no estábamos contentos. Yo dejé que mi padre fuera a hablar con ella solo, ya que vi innecesario que estuviéramos los dos allí. Mi padre hizo ver su descontento y parece que las cosas fueron bastante bien, puesto que nos reestablecieron las sesión cancelada del viernes. Por supuesto, solo quedaba ver si por lo menos la actitud iba a mejorar, y esperé que así fuese.

El martes era mi día libre y transcurrió sin mayores problemas. Tras comer con mis madres y mi hermano, y verlos partir hacia rehabilitación, me fui a casa para descansar y ponerme al día con el trabajo.

El miércoles me tocaba de nuevo llevar a mi madre a rehabilitación, y la verdad es que agradecí que mi padre quisiera acompañarme para evitar tensiones posibles. Como el tiempo había mejorado considerablemente, después de tomar un café decidimos ir a explorar un parque cercano. La verdad es que estaba a un kilómetro, y para cuando llegamos allí ya teníamos que dar la vuelta. Por lo menos fue un paseo agradable y para cuando volvimos ya teníamos que recoger a mi madre de rehabilitación. Coincidimos de nuevo con un taxista muy majo con el que mi madre y yo habíamos estado hablando sobre los mejores sitios para comer cocido. Tras regresar a casa ya pude volver a la mía.

El jueves era mi día libre y regresé a casa después de comer. Para mi desagradable sorpresa, me di cuenta de que Ángel me había borrado de Facebook. La verdad es que me quedé completamente alucinado, y con la impresión de que se está hablando muy mal de Juan y de mí a nuestras espaldas. Pero en mi caso, con todo lo que tengo encima… no lo puedo entender. Lo bueno de pasar por un momento de tanta dificultad es que estas estupideces pierden por completo cualquier posible interés. Las malas rachas también sirven de colador para poder librarse de personas tóxicas y egoístas. El único problema es que no esperaba que hubiera tantas en mi vida. Por la noche quedé con Juan para tomar algo y en el bar se encontró con un antiguo amigo. La verdad es que me molestó un poco porque pasó hora y media charlando con él. También vimos a Ramón y como quien no quiere la cosa Juan y yo acabamos medio cabreados tras charlar sobre la gente del que era bar habitual. Lo curioso es que yo dejé de ir por allí porque él así lo decidió en su momento por su cabreo con Ángel… eso sí, el bloqueado he sido yo. Por otro lado encargué unos pedales para mi hermano, aunque la página web me está dando la brasa con medidas de seguridad para la compra.

El viernes nos movieron la rehabilitación una hora antes, algo que me molestó bastante. A pesar de eso acudí con mi madre y mi padre. También me reconcilié con Juan por teléfono, algo que no fue difícil porque nuestro cabreo había sido una total tontería. Tras la rehabilitación pasé por el Corte Inglés para comprar una manta más fina para mi madre, y unas películas y unos cascos que mi padre me había pedido. También me compré la película “Vaiana” que aproveché para ver por la tarde, disfrutándola mucho. Ya por la noche quedé a Juan y le regalé una copia de la misma película, pues sabía que él se había quedado con muchas ganas de verla. Fuimos a tomar algo al bar, donde la verdad es que estuvimos bastante tranquilos charlando sobre la situación de Miguel. Yo ya estoy bastante seguro de que toda conversación e intento de aproximación es pura fachada, y que ya nos hemos ganado la animadversión de aquellos que creíamos nuestros amigos… pero me da completamente igual.

El sábado acudí algo pronto a casa, y me encontré con que mi madre quería dar un paseo por primera vez en cuatro meses. Así que acompañe a mi padre y dimos un paseo por las cercanías del barrio, viendo algunos escaparates. No se animó a tomar algo en un bar, pero por lo menos estuvimos una hora paseando. Tras comer, acudí a nadar pero decidí no salir para poder ir pronto a casa de mis padres al día siguiente.

El domingo me levanté temprano y partí a casa de mis padres. Acabé haciendo algo que no hacía desde mucho tiempo atrás, yendo a misa con ellos y entrando en la iglesia de cerca de su casa por primera vez desde que tenía catorce años. Mi madre se emocionó mucho viendo a algunas amigas al salir de misa, y también vinieron mis tíos Javier y Ana de nuestra ciudad natal para vernos a todos. Como era el cumpleaños de mi padre, mi prima y familia vinieron a comer y la verdad es que estuvo todo bastante bien. Ya por la noche quedé para tomar algo con Juan y charlar un poco sobre el fin de semana. También me contó alguna historia divertida sobre travesuras de infancia. La verdad es que fue un buen respiro y me fui a casa muy relajado. La verdad es que en términos generales fue una semana bastante buena, aunque ya han pasado cuatro meses desde que todo empezó y echo mucho de menos mi vida rutinaria, así como la de la familia.

 

Saludos