Archivo para febrero, 2017

CUANDO LA TENSIÓN ESTALLA

  (ENTRADA 480)

 

Hay ocasiones en las que parece que todo bastante bien, pero sin embargo la tensión estalla. Mi pobre madre no coopera en ese sentido, aunque las cosas de momento vayan bien, sigue siendo el ejemplo de mal paciente que provoca tensiones y se sumerge en la negatividad. Todos los logros se le tienen que sacar a la fuerza y ya llevamos 87 días sumergidos en esta pesadilla, tres meses en total. Aunque la semana no había ido particularmente mal, y la rehabilitación sigue su curso lento, todo desembocó en estallidos de tensión acumulada durante mucho tiempo, gritos y enfrentamientos entre mi padre y servidor.

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El lunes, y después de haber recibido su quimio tres días antes, mi propia madre sugirió ir a rehabilitación. Aunque los últimos quince minutos se durmió de lo cansada que estaba. Esto me resultó algo más que natural. Sin embargo, sigo encontrando frustrante el no poder estar presente durante las sesiones de fisio, porque por mucho que te cuenten como van las cosas, no aprecias los pequeños avances de igual forma.

El martes mi madre estaba mucho mejor, menos cansada. Aseguraba sentir nauseas de la quimio, pero me da la sensación de que es todo más psicosomático que otra cosa, ya que no ha vomitado en ningún momento, y el pelo también resiste. Miguel me escribió para preguntarme como había ido la quimio, cuatro días después, pero por lo menos escribió para interesarse. Aunque todo es cordial, ya no percibo el interés como algo sincero. También me comentó que su madre tenía revisión al día siguiente, pero que parecía encontrarse muy bien. Como era mi día libre de viajes a fisioterapia, aproveché para ir a comprar tres pares de pantalones, pues ya los tenía todos rotos o arruinados por la lejía.

El miércoles me volvió a tocar viaje a la rehabilitación, donde Leticia parecía estar algo constipada. Como siempre acudí al mesón de al lado a tomar un café, y luego volví para estar en la sala de espera leyendo y recoger a mi madre después. También estaba por allí Charo, que me aseguró que la veía bien. La verdad es que si algo caracterizó esta semana de forma positiva fue el tiempo formidable que pudimos disfrutar.

Ya el jueves me limité a descansar y quedar para tomar algo con mi buen amigo Juan en nuestro bar de exilio. Allí estuve comentando como iban las cosas, y estuvimos desahogándonos ante como nuestra pandilla se había venido abajo. Yo no puedo evitar considerar que verdaderamente Juan ha acertado con el origen de todos los problemas. La verdad es que los camareros del bar son bastante agradables, aunque destacaría que son propensos a cierres prematuros en cuanto hay poca gente allí.

El viernes me tocaba librar de nuevo de viajes a rehabilitación, porque los viernes los rotamos. Hacía ya una semana de la famosa quimio, y seguimos sin vómitos o caída de pelo, por lo que crucemos los dedos. Ya la cosa esta complicada, me gustaría que por lo menos mi madre no tuviera que pasar por eso, ya que le haría mucho polvo. La pena es que con la semana tan buena que ha hecho no se haya animado a salir. Yo acudí a recoger mis pantalones nuevos, con lo que ya tengo esa parte del vestuario recuperado. También compré un polo y una camiseta. Ya por la noche salí a tomar algo de nuevo con Juan.

El problema estalló el sábado. Es curioso porque los fines de semana son más difíciles que las semanas, quizás porque no hay actividades. Mi madre estaba de nones, quejica, e incluso impertinente, a pesar de que lleva la quimio sin problemas. Yo estaba charlando con mi primo político sobre como estábamos todos agotados y mi hermano me vino a decir que me callase pues mi padre nos estaba escuchando. Me molestó y estalle diciéndole a mi padre que no toleraba que mi hermano me dijera lo que tenía que hacer o no. Él me dijo que no creara problemas en plan mala leche, algo que me molestó muchísimo pues estoy llevando a mi madre a todas partes y cuando hubo que buscar otra agencia de enfermeras me había ocupado de hacerlo. Acabamos a gritos y le hice ver a mi madre que su actitud negativa siempre creaba estas situaciones y que los fines de semana los afrontaba aterrado por lo que pudiera estallar. Mi hermano interrumpió la discusión entre mi padre y yo y me llevó a una habitación. Yo le obligué a admitir que la había cagado al hacerle ver que nunca en estos tres meses le había dicho que debía o tenía que hacer ni que se callara. Me había adaptado al hecho de que tiene perro y sus clases de Pilates. Tras esto me reconcilié con mi padre, y hablé con mi madre. Aunque sé que no servirá para nada y que seguiremos hundidos en la mierda. Luego encima uno ve la muerte de héroes que han luchado contra esta mierda, y es inevitable venirse abajo. A pesar de todo, acudí al carnaval con mi uniforme de Star Trek, acompañado de Juan. Curiosamente vimos a Stefan en el bar de exilio, disfrazado de oriental. También  a un Superman que me pareció de lo más atractivo. Necesitando desconectar acudí a la discoteca con Juan para intentar depurar la mente y desconectar, pero la verdad sea dicha estaba algo tristón.

El domingo las cosas estaban más tranquilas aunque apenas había podido dormir nada. Opté por comer con mis padres y mi hermano y marcharme después para no quedar expuesto a más problemas. Nunca creí que llegaría a odiar los fines de semana tanto. Por la noche tomé unas cervezas con Juan y nos encontramos con Ramón en el bar de exilio, que no indagó tanto sobre nuestra desaparición ya que también ha cambiado de ruta. Así acabó una semana que había empezado muy bien, de forma tensa aunque haya habido reconciliaciones. Pero hay frases que duelen mucho cuando uno se ha convertido en un absoluto esclavo de las circunstancias. Uno nunca aprecia la libertad que tenemos normalmente hasta que llegamos a estas situaciones.

 Saludos


PRIMER CICLO

  (ENTRADA 479)

 

Ya llevamos 81 días sumergidos en esta pesadilla. Esta semana ha consistido en finales y comienzos de tratamientos, personal y esperanzas. Lo más destacable es que mi madre ha empezado la quimio por fin, a pesar de que no hemos recibido todas las respuestas que esperábamos recibir y se abren nuevas preguntas. Solo espero que no esté agarrándome a un clavo ardiendo, que todo este sufrimiento sirva para algo, y que mi madre no sufra demasiado los efectos secundarios de la quimio.

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El lunes llegué a casa de mis padres, donde ya había comenzado la nueva agencia de enfermeras. La enfermera de día resultó ser un encanto, y en seguida notamos la diferencia de la calidad de una agencia a la otra. Fue un alivio, y por lo menos todo parece indicar que tenemos algo de lo que no tendremos que preocuparnos más… o por lo menos eso espero. Me tocó día de rutina, por lo que tuve que llevar a mi madre a rehabilitación y luego a su novena sesión de radio. Esta última se hizo eterna porque la máquina se estropeó. Parece que tenemos una especie de maldición, porque esto ya nos había pasado con el Tac. Por lo menos lograron reparar la máquina y mi madre pudo someterse al tratamiento. El único problema fue que entre pitos y flautas acabé regresando agotado a casa. Por lo menos ya era mi última vez en radio, ya que mi hermano la llevaría a la última del día siguiente.

El martes llegué a casa, y por lo que mis padres me contaron la enfermera de noche también había resultado ser encantadora y muy respetuosa, nada que ver con la impresentable de la anterior agencia. Le tocó a mi hermano llevarla a las rutinas, y por lo que me contó todos los enfermeros de la radio habían salido a despedirse de mi madre. Parece que quedan personas con humanidad.

El miércoles acudimos a ver al oncólogo, y se confirmó que la autopsia no había logrado señalar que tumor era el primario. Sin embargo, el oncólogo decidió no seguir con más pruebas e iniciar el tratamiento de una vez por todas, dándole la primera sesión de quimio el viernes. Tres semanas después tendrá un segundo ciclo, y luego se verán los resultados en otras pruebas. Mi madre se asustó bastante, y siendo coqueta le preocupaba perder el pelo, aunque mi tía no lo había perdido durante su tratamiento. Al llevarla a rehabilitación le dio una llorera, y Leticia y otras mujeres del personal la animaron. La verdad es que a mí se me quiebra el alma al verla así. Miguel tuvo el detalle de escribirme para preguntar cómo había ido todo, aunque me pareció interés forzado. Duele admitirlo, pero ya no me fio nada de él. Como había sido día de estrés, quedé con Juan para tomar algo en paso, donde charlamos y le puse al día de todo.

El jueves fue mi día libre, y aunque solo fui a comer con mis padres y mi hermano la llevó a rehabilitación, aproveché para hablar con la nueva enfermera. Esto me confirmó que hemos acertado de pleno con la nueva agencia. Y así llegó la cuenta atrás de meras horas al comienzo del tratamiento. Mi prima visitó a mi madre, y la cagó contándole que a su madre le había dolido mucho el pinchazo. Mi padre le echó una bronca, con toda la razón. Hay gente que en lugar de ayudar, solo logran crear más problemas adicionales.

El viernes mi madre comenzó con la quimio, y la sesión del primer ciclo duró un total de cinco horas. La verdad es que aguantó el proceso bastante bien para lo que suele ser mi madre. Eso sí, volvimos tarde a casa y comimos a las cuatro de la tarde. Tras dejarla relajada, libre de rehabilitación por un día, acudí a mi casa para realizar una muy necesaria limpieza. Por la noche no salí, porque Juan tenía compromisos, así que me fui temprano a la cama para ir a casa de mis padres a la mañana del día siguiente.

Ya el sábado llegué a casa de mis padres a las once de la mañana, tras llenar el depósito de mi coche. La agencia había enviado a una fisio para que hiciera algunos ejercicios con mi madre, que estaba bastante bien. Eso sí, la fisio era demasiado habladora, no calló en todas las horas que estuvo allí. Mi madre no había tenido efectos todavía. Decía que había tenido nauseas, pero todos estamos convencidos de era más bien psicosomático. La verdad es que apenas había logrado dormir nada, con lo que tras hacer la compra semanal me eché para dormir una siesta. Tras avanzar en mis trabajos, quedé con Juan para ir al bar, que estaba hasta arriba de gente. Ya a última hora se deshago bastante, y por lo menos la locura de uno de los camareros logró hacerme desconectar por completo y arrancarme alguna sonrisa.

Ya de domingo fui a comer a casa de mis padres. Mi madre parece seguir tolerando bien el tratamiento que le habían dado. Solamente se sentía muy fatigada, lo cual es normal el menor de los males que podrían tocarle. Mis tíos la habían visitado por la mañana, y la forma de animarla de mi tía fue decirle que todavía era pronto y que ya sentiría los fuertes efectos. Acojono con la forma que tienen algunos de ayudar y animar. Solo espero que no sea así, y que mi madre tenga que sufrir lo mínimo. Tras la comida, yo me tumbé junto a ella en la cama de al lado, y estuvimos un rato cogidos de la mano. Es curioso ver el lado coqueto de la pobre, que está más preocupada de perder el pelo de que el tratamiento funcione. Ya entrada la tarde me fui a casa, y tuve la suerte de ligar con un chavalín brasileño, lo cual no puedo negar que fuera todo un desahogo de lo más necesario. Ya por la noche me reuní con Juan para tomar algo, y resultó de lo más gracioso, pues apareció con una moña monumental. La verdad es que nunca le había visto así, pero por lo menos me eché unas buenas risas.

Estaría bien que esta pesadilla nos diera un respiro, o por decirlo de otro modo que se lo diera a mi madre. Solo espero que los efectos secundarios sean lo menores posibles.

 

Saludos


AMIGOS QUE DAN LA ESPALDA

  (ENTRADA 478)

 

Ya llevamos setenta y cinco días sumergidos en esta pesadilla. La semana ha sido especialmente agotadora, ya que tres de los cinco días de fisio y radioterapia me han tocado a mí, mi madre ha tenido un momento terco al final de la semana que ha desembocado en discusión. El fin de semana ha sido algo aburrido debido a la ausencia de Juan, y la semana también ha marcado el punto y final de las enfermeras que tanto se quejaban. Lo peor es la sensación de recibir una puñalada en la espalda de alguien por el que lo has dado todo. Y es que hay palabras que ya no convencen.

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El lunes me tocó llevar a mi madre a fisioterapia y radiología, aunque por fortuna no tardamos demasiado. Ya en casa pude ver en Internet que el bar habitual dejará de abrir todos los lunes y los martes. Así que desde mi punto de vista se han tomado los primeros pasos para terminar por cargarse el negocio. Puede que la cosa dure años, pero está claro que no hay interés detrás del negocio. Por otro lado me dolió ver a Miguel y pareja ir a ver la película que habíamos planeado en ir a ver juntos, y colgar el evento en las redes. Me parece inverosímil ver una actitud tan pueril en alguien para el que estuvimos al cien por cien cuando lo necesitamos. La verdad es que me llevé un disgusto considerable. Santi ha conseguido su objetivo, apartarnos a todo de su “pareja” que quiere en total y absoluta exclusividad, y lo peor es que Miguel se ha dejado.

El martes fue un día de relax, ya que mi hermano se encargó de las visitas. Así que aproveché para adelantar todo el trabajo que pudiera, y así cubrir cualquier incidente que pudiera tener lugar más adelante.

El miércoles me tocó llevar a mi madre de nuevo a rehabilitación y radiología, y la verdad es que resultó cansado, ya que además el tiempo no estaba acompañando con lluvias y algo de frio. Por otro lado, me enteré de que la madre de Miguel había tenido un ataque, por lo que puse de lado diferencias para interesarme y mostrar mi sincero deseo de que mejorara. Pero lo que no me gustó fue la forma de publicarlo en la red, utilizando el evento para lanzar pedradas a Juan que no se merecía para nada. Tras la radio, tuvimos una visita con la doctora, que nos dijo que los sofocos de mamá no eran debido al tratamiento, y que ella se preocupaba más porque pudiera tragar, algo para lo que tenía problemas. Al irnos por urgencias de radiología vimos un accidente en que una ambulancia había golpeado a un anciano que salía, y eso nos hizo ver que utilizar esa vía no era adecuado o seguro.

El jueves fue mi segundo día de descanso, y el que Juan se iba a Bruselas para pasar todo el fin de semana. La verdad es que si algo me ha demostrado esto, es que Juan es ese amigo que estará ahí siempre de forma incondicional. Hacía tiempo que no veía semejante altruismo en alguien. Papá estuvo bastante cansino durante la comida, y es que a veces dan ganas de recodarle que mi hermano y yo nos estamos encargando de todos los traslados de mamá. Por otro lado, también me enteré de que Lucia se iría de fin de semana a nuestra ciudad natal para “ver cómo estaba la casa”. Me pareció desacertado, sobre todo considerando por lo que estamos pasando, pero habrá que aguantarse.

El viernes me tocaron de nuevo todos los viajes. Mi hermano se había ofrecido para hacerlos él, pero no me parecía justo porque la semana anterior había ido tres días y yo dos. La verdad es que llovía y hacia un frio del demonio. Lo curioso es que mi padre recogió los resultados de la biopsia, que daban a entender que el tumor del hígado podría no ser maligno. Sin embargo, habrá que esperar a ver que dice el oncólogo con el que nos reuniremos el miércoles. También chatee con Miguel para preguntarle por su madre, que afortunadamente estaba bien y en casa ya. Chateamos sobre el distanciamiento, y yo le indiqué que desde diciembre no se había interesado por mi madre, y la verdad es que se disculpó. Aunque esas palabras ya no significan nada para mí, porque no me las creo igual que no le creo a él. Sigo pensando que no volverá a contactar para mostrarse interesado. Por otro lado también intente hacerle ver que Juan le tenía mucho aprecio, y que se estaba dejando influenciar por los que dicen lo que quiere oír. Como Juan no estaba y llovía a mares, decidí quedarme en casa para trabajar y ver una película.

El sábado marcó la marcha del equipo de auxiliares que tantos problemas nos han dado, y la verdad es que lo agradecí muchísimo. Solo espero que la nueva agencia funcione y puedan con mi madre. Por la noche tampoco salí, y la verdad es que agradecí el descanso.

El domingo fue día difícil porque mi madre se puso chulita e insoportable y acabamos a gritos. Terminé por bajar a la calle a desahogarme llorando bajo la lluvia, hasta que mi hermano vino a recogerme. Las cosas se apaciguaron bastante, aunque yo quedé muy alterado. Fui a nadar, y por la noche Juan volvió a estar a la altura acompañándome a tomar algo para charlar y desahogarnos. Curiosamente vimos a bastantes personajes del bar habitual. Ya tarde, me retiré a casa bajo la lluvia, esperando que esta pesadilla nos dé un respiro. Solo pido que las nuevas enfermeras funcionen y se acaben los problemas, si tan solo mi madre pudiera caminar otra vez… todos sería más fácil.

 Saludos


AUSENCIA DE VOCACIÓN

  (ENTRADA 477)

 

Sesenta y siete días después de que todo esto empezara, nos hemos enfrentado a la peor y más agotadora semana. Como familia nos hemos enfrentado a la falta de empatía de supuestos profesionales, bordes y maleducados Personalmente, me he tenido que enfrentar a la desilusión de amigos que han decidido no estar ahí, e incluso han hecho las cosas más difíciles. Sin embargo, las dificultades más acuciantes ayudan a ignorar las estupideces de inmaduros, para los que no tengo tiempo. Por lo menos, el terrible comienzo de la semana culminó en un final mucho más tranquilo.

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El lunes ingresamos a mi madre en el hospital para la biopsia, que tuvo lugar poco después del mediodía. La intervención pareció ir bastante bien, y solo le tocó reposar el resto del día. Sin embargo, el regreso al hospital reactivó el modo “paciente difícil” en mi madre, y me dejó bastante agotado. Estuve a punto de volver a fumar durante una discusión, aunque logré controlarme en el último momento. Eso sí, regresé tarde a casa, y sumamente agotado. Por lo menos, mi amigo Juan fue de gran ayuda, consiguiéndome el nombre de una agencia profesional de atención en casa, a través de una de sus compañeras de trabajo.

El martes llegué al hospital a las ocho de la mañana, donde me enteré que la noche de mi madre había sido mala. Había vomitado toda la cena y estado con nauseas. El doctor que había practicado la biopsia temía un sangrado, y la sometió a un escáner. Simplemente tenía un tapón de heces, y había que aplicarle un enema. Tras eso se tendría que quedar una noche más, algo que nos dejó a todos abatidos y atrapados en aquella mierda de hospital. Pero para más inri, el enema llegó dos horas y media tarde. A las dos horas fui a preguntarle a la enfermera, que fue una soberana maleducada y le dijo básicamente que me aguantara y esperara porque estaban desbordados. Siendo un hospital privado me pareció impresentable. Debe ser agradable tener un trabajo donde te puedes permitir ser borde con los que sufren, y usar el “estamos desbordados”. Me imagino que si a esa enfermera le ponen la cena dos horas y media tarde en restaurante, se calmara si le explican que están desbordados. Mi hermano llegó a la hora de comer, y después de hacerlo se durmió en una butaca, así como mi padre. Yo me quedé para hacer compañía a mi madre, por lo que me tragué diez horas de hospital y llegué agotado a casa.

El miércoles empecé mal el día con un taxista maleducado que me levanto la voz, porque no tenía un euro para facilitarte el cambio. Llegué al hospital a las ocho de la mañana. Tenían que llegar a la una y media para darnos el alta, pero el doctor se retrasó dos horas por una urgencia. Puedo entender que hay prioridades, pero coger el teléfono y avisar no está demás. Antes del alta acudieron a limpiar a mi madre, y una auxiliar le señaló a su compañera que estaba limpia. Mi madre, de forma educada quiso explicar que habían llamado porque tenía que ir directamente a rehabilitación, y la auxiliar fue borde contestando “no hablo con usted”. No montamos un pollo porque ya nos íbamos, pero lo reflejamos todo en una encuesta que dejamos en recepción. El doctor no quiso ni recetarle algo a mi madre para que pudiera dormir. En mi vida he visto mayor mierda de hospital privado. Como el alta fue tarde, mi hermano la llevó directamente a rehabilitación. Tras esto,  yo la llevé a su primera de diez sesiones de radioterapia. Debido a esto, salí de casa a las ocho y regresé a las diez completamente agotado. Lo peor fue que mi padre no había aprovechado los tres días para llamar a la agencia que había encontrado mi amigo Juan, de auxiliares en casa. Yo mismo había hablado ese mismo día con la directora de la agencia actual, y me dio un mal rollo absoluto. Curiosamente, las enfermeras que tenemos contratadas y que se habían quejado, no tuvieron que hacer nada en esos primeros tres días de la semana.

El jueves comenzó la calma, porque no había más hospital que aguantar. Por la mañana quedé con Luis y otro tío al que había conocido por la red. Aunque entre ellos no hubo demasiada química. Después fui a comer con mi familia, y llevé a mi madre a fisio. La verdad es que considerando la semana que habíamos tenido, la encontré bastante animada. Tras la fisio, mi hermano se encargó de llevarla a su segunda sesión de radio, que fue bastante rápida. Yo intenté ir a la farmacia a por mí medicación, pero me la encontré cerrada. Tras esto quedé con un chileno bastante majo

El viernes volví a comer con la familia, pero como mi madre tenía que ir directamente de rehabilitación a la tercera sesión de radio, mi hermano decidió hacerlo. Por lo menos mi padre ya había contactado con la nueva agencia, y la primera impresión fue excelente. El cambio del personal de domicilio ya está en marcha. Yo acudí a comprar unos pantalones de chándal para mi madre, para que no pasara frio al acudir a sus sesiones de radioterapia. Aproveché para limpiar la casa, que falta me hacía, y seguir poniéndome al día con mi trabajo. Ya por la noche, quedé con mi amigo Juan para tomar algo en Paso, ya que la verdad es que Miguel no había mostrado interés alguno por mi estado o el de mi madre desde su regreso de su viajecito. Tampoco Ángel había intentado realizar contacto alguno. La verdad es que ya llevaba tiempo sospechando del egoísmo y desinterés de Miguel, pero esto me lo confirmó. Por supuesto, se habrá enterado por terceras personas de a dónde vamos y encima Santi estará metiendo mierda.

El sábado Miguel borró el grupo de los bolos diciéndonos que nos fuera bien. Que estando sumergido en la pesadilla en la que estoy, tenga que aguantar esa salida de un supuesto amigo me dejó alucinado. Así se lo comenté a Juan, y decidí que ya me había cansado de su egoísmo. Para mí se ha había acabado su bar, su novio, y su supuesta amistad, si existió alguna vez.  Tras comer en casa fui a hacer la compra y estuve trabajando un poco en casa. Por la noche volví a ir a Paso con Juan, donde tomamos algo y pudimos ver a muchos antiguos clientes del bar habitual. Mala señal. Juan había hablado con Miguel, ya que se habían encontrado la noche anterior, pero la cosa no había ido demasiado bien. Yo la verdad es que me he quedado alucinado, y he comenzado a pensar que quizás Juan tenga razón y Santi haya estado planeando esto cuidadosamente desde tiempo atrás.

El domingo puso punto final a una semana infernal, aunque el final de la misma haya sido algo más relajada. Mi madre estaba de mucho mejor humor porque mi prima la había teñido. Yo acudí a nadar tras la comida, y me encontré con mi antiguo vecino Jorge. Por la noche acudí a tomar algo con Juan, quien me enseñó algunos mensajes devastadores de Miguel, mintiendo aludiendo a que si me preguntaba a menudo por mi madre (la última vez fue en diciembre, porque fui yo quien le informé el doce de enero). También aludía a que no quería solucionar nada y que el bar habitual funcionaría sin nosotros. La verdad es que me quede completamente alucinado, sobre todo después de todo lo que hice por él. Pero tachado queda, bastante hundido en la mierda estoy para siquiera pensar en la puñalada trapera que me ha dado.

Y seguimos esperando a que las cosas mejoren un poco…

 

Saludos