Archivo para enero, 2017

INSOLIDARIDAD EN TIEMPOS DE DIFICULTAD

  (ENTRADA 476)

 

Ya llevamos 61 días con esta pesadilla, y seguimos enfrentándonos a dificultades. Ha sido una semana al más estilo de una montaña rusa, empezó con malos contratiempos, mejoró muchísimo, y volvió con las peores noticias dentro de la situación actual. Estas son que las enfermeras que hemos contratado han vuelto a quejarse y nos las cambiaran en febrero. Una vez no sabemos si la agencia nos renovará el contrato y, francamente, en esta ocasión no puedo entenderlo. Lo que me ha sorprendido es la insolidaridad por parte de varias personas, desconocidas y conocidas.

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El lunes comenzamos a llevar a mi madre a la clínica para que realice su rehabilitación allí. A pesar de alguna pega ocasiones, creo que el sacarla de casa y llevarla allí le viene bien, y no solo porque tengan mejores instalaciones. Allí ve a gente con problemas similares, luchando para superarse. Sin embargo, ese primer día tuvimos que enfrentarnos a un ser inmundo e insolidario. Al ser el primer día, tanto mi padre, como mi hermano, como yo, fuimos a la clínica. Al lado hay unas obras, y al salir para coger el taxi adaptado nos encontramos que uno de los obreros había aparcado en el espacio reservado para la clínica, con la acera adaptada para aquellos que llevan silla de ruedas como mi madre. Al hacérselo ver al ser inmundo, que tenía aspecto de no haberse duchado en una semana, éste nos contestó que le daba igual, que había muchas cosas prohibidas que la gente hacía. Yo me quedé atónito. Fue la taxista quien se enfrentó a él, cuando el ser inmundo profirió un comentario machista sobre una mujer al volante. No montamos más número para poder llevarnos a mi madre y evitarle más disgustos y situaciones tensas.

A partir del martes, fui yo el encargado de llevar a mi madre a rehabilitación. La verdad es que agradezco la nueva rutina aunque acabe algo cansado. Como tengo que esperar una hora, y en la clínica no puedo estar en la sala de rehabilitación, voy a tomar un café a un mesón que hay enfrente. Luego regreso y juego a un juego de “Force Awakens: Lego” para matar el tiempo, hasta que llega el momento de llevarla de regreso. En la sala de espera pude ver a un chico joven con la pierna rígida, que acude a rehabilitación. Por lo que contaron, la mayoría de la gente joven que va es por accidentes de moto. Debo admitir que mi perspectiva hacia personas con limitaciones físicas ha cambiado mucho.

El miércoles, mi padre y hermano acudieron a reunirse con el radiólogo y el urólogo. Mientras tanto, yo llevé a mi madre a rehabilitación. Por parte del urólogo, a partir de la semana que viene tenemos que empezar a quitarle la sonda y ponérsela cada seis horas. La biopsia quedó concertada para el lunes, y mi madre tendrá que pasar veinticuatro horas bajo vigilancia, por si ocurriera cualquier complicación aunque el porcentaje de problemas sea mínimo. También les comunicaron que tendrá que acudir a radiología a otro hospital, cercano a casa, ya que hay una gran demanda de dicho servicio. Esa misma tarde, llamaron para que acudiéramos al día siguiente a concertar radiología en el nuevo hospital. Por otro lado, la directora de la clínica de rehabilitación acudió a ver a mi madre para comprobar su estado.

El jueves, mi padre y mi hermano llevaron a mi madre a conocer a la radióloga del nuevo hospital. Ella anunció que otorgaría diez sesiones de radio en la zona en la que habían extirpado el tumor que le había quebrado la vértebra para asegurarse de que quedara limpia. Las sesiones tendrían lugar del uno al quince de febrero, y tendrían una duración de diez minutos. Aunque se nos acumulaba el trabajo, por lo menos parecía que la cosa avanzaba. Yo llevé a mi madre a rehabilitación, donde la pusieron de pie atándola con una faja especial a una columna, para reforzar sus piernas. Por la noche, me animé a tomar algo con Juan y acudimos al bar habitual. Alguien se había quejado de la borrachera de Ángel del domingo anterior, por lo que este parecía no estar de buen humor. Pasaba bastante de nosotros, y cuando Juan le preguntó si tenía algún problema con nosotros, no dudó en decirle que no fuera un egocéntrico. Yo me quedé alucinado ante esa falta de solidaridad. Por su parte, Miguel se iba de fin de semana con su pareja el fin de semana, y decidió marcharse temprano del bar. Tampoco me preguntó por mi madre. Juan declaró estar harto de ir al bar para aguantar paranoias, cuando queremos desconectar después de la semana, y debo reconocer que estaba de acuerdo con él.

Llegado el viernes comenzó a llover, pero amainó para poder llevar a mi padre a rehabilitación. Al ir al mesón a tomar el café, fui testigo de una situación insólita. Una borracha de avanzada edad gritaba por el móvil, cegándose en su marido que la había abandonado por una camarera. Debo reconocer que me reí ante semejante numerito. Por la noche salí con Juan, pero no decidimos ir por el bar habitual, para no aguantar más tonterías. Fuimos al previo de Miguel, y la verdad es que pasamos un buen rato variando de ambiente.

Ya de sábado tocó comida familiar con prima y allegados. Tras eso acudí a hacer la compra y pasé la tarde bastante relajada, aprovechando para acudir a la tienda de cómics a recoger un encargo. De nuevo fuimos al mismo bar del día anterior, quedando con Antonio y su pareja, a los que no veíamos desde hacía unas semanas. Les pusimos al día de todas las controversias, y admitieron agradecer el cambio de ambiente también.

El domingo fue la guinda que arruinó una buena evolución de la semana, al enterarnos de la nueva queja de las enfermeras, esta vez injustificada. Mi sensación es que en esta agencia no quieren trabajar, porque en el contrato cubren cosas que no tienen que hacer en mi casa como fregar, limpiar o llevar a mi madre a consultas y rehabilitación. Evidentemente, esto último lo hacemos encantados porque queremos que mi madre tenga compañía de la familia. Las cosas habían mejorado, y me puse de parte de Lucia alegando que esta agencia no funciona. Es su trabajo,  y si tienen que atender las peticiones de mi madre cada equis tiempo, es para lo que se les paga. Mi amigo Juan se ofreció para ayudarme a buscar una alternativa, porque creo que debemos desembarazarnos de esta agencia ya. Sobre todo me cabreó la enfermera de día, que ha comido a nuestra mesa, recibió regalo de Reyes, y tuvo casi toda la tarde libre para ella esta semana porque mi madre estaba en la clínica y no tenía que llevarla. La enfermera de los fines de semana se puso totalmente de nuestra parte, lo cual fue un alivio. Es sin duda la más servicial y dispuesta, dejando a las otras dos atrás. Mi madre tuvo una llorera que me dejó derrumbado. El domingo fue el día de mierda que nos arruinó los avances que habíamos logrado. Mi buen amigo Juan me ayudó a comenzar a buscar nuevas agencias con personal más dedicado, porque esta no funciona como debería. Fuimos a un servicio de bolsa de trabajo organizado por unas monjas y me comunicó que obtendría más información en su trabajo. Para relajarme me llevó a cenar un surtido de salchichas alemanas. Tras esto fuimos al cine a ver “La La Land”.

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La película me dejó tocado a nivel sentimental, porque me sentí muy identificado con aspectos de la historia y su final. Me acordé de Mark y la forma en la que había acabado nuestra relación, y como hace poco descubrí que se había casado. Sin embargo, la película también me conmovió gustó por su colorido y música.

Ya no sé qué esperar de la siguiente semana, porque cada vez que parece que tenemos un respiro, algo pasa que dificulta las cosas. Hacía tiempo que no me sentía tan solo y frustrado.

 

Saludos


AVANCE FRENADO

  (ENTRADA 475)

 

Ya llevamos 54 días con esto. Hay ocasiones en que se avanza rápido, hay otras en las que parece que todo lo que se presenta son obstáculos. Esa es la sensación que he tenido esta semana, la de no avanzar porque siempre pasa algo que frena. Personalmente, cada vez me gusta menos este hospital, y sí por mi fuera cambiaría de centro. Sin embargo, mi padre asegura que cambiar a estas alturas supondría tener que realizar todas las pruebas desde cero. Así que supongo que toca aguantar un poco más con la espera de que empecemos a avanzar.

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El lunes fue el día en que mi hermano y mi padre acompañaron a mi madre para que probaran a ver sin podían quitarle la sonda que lleva puesta desde el uno de Diciembre. Mi madre tuvo que ir al hospital, donde le quitaron la sonda durante dos horas para ver si era capaz de orinar. Sin embargo, una vez más la suerte no nos acompañó y tuvieron que volver a sondarla. Habrá que ver que nos dice el urólogo la semana que viene.

Uno de los aspectos que más he agradecido ha sido el de poder retomar la natación durante este año. Estoy acudiendo a la piscina todos los días, y la verdad es noto que la natación me ayuda a descargar adrenalina y ansiedad, logrando alcanzar velocidades que no había alcanzado nunca. Hay uno de los monitores en el que he empezado a fijarme, aunque de un modo más bien platónico. Es joven, alto, e increíblemente fibrado y guapo. Me encanta verle dar clases de aquagym, porque parece divertirse una barbaridad. También sé que es gay, porque le he visto por alguna aplicación que tengo de contactos. Pero vamos, que soy consciente de que es completamente inaccesible, por mucho que nos hayamos cruzado miradas en ocasiones. Por lo que podido deducir se llama Eleazar, y encima es de mi ciudad natal. Pero como yo soy muy simple, me basta con observarle de vez en cuando. También se celebró la festividad del patrono de los animales, y fue curioso ver la calle de al lado invadida por mascotas de todo tipo.

El miércoles fue el día que más me cabreó porque fuimos al hospital para nada. En teoría tenían que hacerle una biopsia de hígado a mi madre, pero la llevamos al hospital para nada. El radiólogo decidió quedarse con el informe y nos dio cita para dentro de una semana para determinar cuándo le harían la biopsia que el oncólogo aseguró harían ese día. Además tendremos que ingresarla de nuevo en el puto hospital durante una noche después del procedimiento, cuando el oncólogo nos dijo que harían el procedimiento y la enviarían de regreso a casa. Lo peor es que perdió un día de rehabilitación para nada, que fue lo que más me cabreó. Fuimos a ver al oncólogo, que nos aseguró que para el viernes nos habría llamado para seguir con la radio. Estoy escribiendo esto el día el lunes, y no ha llamado todavía.

El jueves fue cuando todos estos frenazos crearon algo de tensión en casa. Estábamos haciéndonos con ropa de deporte para mi madre, que tendrá que empezar a acudir a la clínica de rehabilitación la semana que viene para seguir sus sesiones con la fisio. En un momento que ponía pegas a todo, la mande a paseo y ella se cabreó. Como resultado mi hermano se cabreó también y por ahí no pasé. Así que me marché a casa para no montar ningún número. Curiosamente el día anterior hacía seis meses que había dejado de fumar. No me puedo explicar como con estos ataques de ansiedad estoy aguantando sin recaer de nuevo. Por la noche fui a tomar algo con Juan y Miguel al bar habitual, para poder desconectar. Por lo menos me pude relajar algo, aunque a Juan le dio por meterme en medio de su disputa con Santi casi obligándome a hablar con Miguel del tema. Eso fue algo que no aprecié en absoluto.

Por lo menos el viernes logré solucionarlo todo con mi madre, y mi hermano ya estaba más relajado con el tema. También parece ser que la compañía que nos proporciona las enfermeras nos renovará el contrato. Ha sido lo único bueno que ha ocurrido esta semana. Claro que habría sido ya un desastre exasperante que no ocurriera así. Por la noche acudí al bar habitual, que estaba prácticamente vacío debido a que los viernes de la cuesta de enero no suele salir demasiada gente. Había un extranjero bajito bastante mono, aunque acabó hablando con el más raro del local. Yo me limité a charlar con Juan hasta que retiré ya cansado.

Ya el sábado tocó la comida con mi prima y familia en casa. Tras esto me tocó ir a la compra para rellenar la nevera, y aproveché para comprar unas películas para mi padre y la serie de “Se ha Escrito un Crimen” para mi madre. Por la noche también salí, aunque el bar estaba demasiado agobiante de gente. Julian estaba particularmente raro, al margen de que parece estar involucrado ahora con Richard, se agarró un gran cabreo porque Stefan no se posicionara con él ante su ex y se sacara una foto con el mismo. Hay que ver que relativos pueden resultar los problemas en ocasiones. Yo seguí charlando con Juan hasta que ya opté por marcharme.

Finalmente, el domingo acudí de nuevo comer en casa con mis padres. Tras pasar la tarde allí regresé a casa y por la noche fui al bar, donde me reuní con Juan. Como ya es costumbre, a Ángel le pasaba algo de nuevo. En esta ocasión se había agarrado una cogorza monumental con unos extranjeros que se encontraban allí de clientes. Hasta el punto que cuando se fueron apenas podía servir una copa a los pocos clientes que tenía. Juan se quedó bastante alucinado, aunque yo cada vez veo más inmadurez en este aspecto. Siempre tiene algún problema, y si no los crea él.

Así acabó otra semana sin avance alguno. Solo espero que el mes acabé con pasos hacia adelante, porque esto ya me resulta exasperante.

 

Saludos


PACIENTES IMPOSIBLES

  (ENTRADA 474)

 

Ya llevamos 47 días sumergidos en esta pesadilla y cada vez resulta más agotador. El problema no es clínico, ya que a pesar de los problemas mi madre está clínicamente bien. Más bien es que se trata de una de esas pacientes imposibles de satisfacer. Abusa de los que le rodean realizando peticiones cada cinco minutos, cuando en realidad no necesita nada. Por otro lado, familiares nos recuerdan que hay que tener paciencia y ponerse en su lugar, como si no lo hiciéramos. Hasta que esta semana ha pasado algo que nos ha dado la razón y ha cerrado muchas bocas.

 Medical doctor holding hand of patient, on light background; Shutterstock ID 174240422; team: HLE; Job: writer

La semana comenzaba más bien tranquila, y el lunes pude quedar para cenar algo con Miguel y Juan por la noche. Santi no estaba incluido porque estaba malo y porque sigue encabronado con Juan, algo que provoca que las cosas sean difíciles. Por lo menos estuvimos cenando algo y la cosa estuvo bastante bien. Sin embargo, ya notaba que me estaba poniendo malo otra vez, lo cual era una putada.

Efectivamente el martes, me levante con algo de fiebre, aunque acudí a nadar y también pasé por casa para ver a mi madre. Aunque la verdad es que noté que estaba particularmente pesada, pidiendo demasiadas cosas, y la enfermera no parecía estar tampoco de muy buen humor. Todo eran caprichos, como llevarla a la cama para cambiarla, cuando resulta que no había hecho nada. De hecho, en ese último movimiento se le obstruyó la sonda y hubo que llamar a una enfermera a domicilio. Por fortuna, esa vez teníamos todo el material necesario para que le colocaran otra sonda en casa.

El miércoles fue mi hermano quien decidió llevar a mi madre a la siguiente consulta, con el urólogo, ya que yo me había tragado las dos del Pet-Tac. La verdad es que agradecí el descanso. La visita reveló que cuando alguien está demasiado tiempo sondada, cuesta reactivar la vejiga. Así que recibimos la tarea de realizar pinzamientos para ir acostumbrándola, y regresar a la semana que viene. Sin embargo, el peor problema iba a venir por la tarde, cuando la agencia que nos envía las enfermeras llamó a mi padre. Tanto la enfermera de día como la de noche se habían quejado y solicitado el cambio. La agencia nos informó que o mi madre cambiaba de actitud o no nos renovaban el contrato el veintitrés de este mes. Mi hermano se encargó de echarle un rapapolvo a mi madre para que reaccionara. Lo único positivo de esto fue que sirvió para que todos se dieran cuenta de que no habíamos exagerado con mi madre. Particularmente mi prima, que debo reconocer que me tenía un poco harto.

El jueves tocó visita con el oncólogo, quien nos confirmó lo que ya habíamos leído en el informe. El Pet-Tac no determinaba el tumor primario, señalando dos en el hígado (37 y 23 mm), uno en el pulmón derecho (16 mm), y varios que no llegaban a cinco milímetros por la columna. Así que nos encargó que nos concentráramos en la rehabilitación y nos dio cita para una biopsia del hígado a la semana siguiente. Yo me encargué de informar a algunos familiares y a las amigas de mi madre, dándoles carta verde para que pasaran a visitar cuando quisieran. La verdad es que mi madre se lo tomó muy bien, ya que mi tía había muerto de cáncer de colón y algún que otro familiar de páncreas fulminante, con lo que se mostró bastante positiva. Por lo menos, pareció avanzar mucho con la rehabilitación, y la fisio cree que pronto podrá ponerse de pie, que no caminar, ella sola. El problema es que en breve quiere que empiece a acudir a la clínica, y a mi padre le agobian todos estos movimientos de citas, debido a la falta de movilidad de mi madre. Aprovechamos para que le recetara algo nuevo para dormir, pues parece ser resistente al orfidal por haberse auto medicado tantos años.

El viernes llegué para enterarme de que mi madre había dormido muy bien, con lo que la medicación parece haber funcionado. Tras ver a mi madre, me empujé a salir a tomar algo. El bar habitual estaba prácticamente vacío, quizás debido al comienzo de la cuesta de Enero. Reapareció por allí Juan Toledo, a quien estuve poniendo al día. También vino Juan, que se encontraba bastante mejor. Yo tomé unas cervezas hasta que opté por retirarme a dormir.

El sábado vino la familia de mi prima a comer a casa, donde papá tuvo un bajón emocional. Había tenido que tener otra bronca con mi madre porque en cuanto nos volvíamos a descuidar, abusaba. Es agotador tener que tirar de todos y resistir la tentación de volver a fumar. Por lo menos mi prima no tiene otra que entender y apoyarnos. Ya tarde me fui de casa y salí de nuevo, pero el bar habitual estaba demasiado lleno, y tengo poca paciencia para las tonterías habituales. Juan pasó por allí, aunque el pobre estaba sin voz. No aguanté demasiado debido a la cantidad de gente que se encontraba allí.

El domingo volví a comer a casa de mis padres, y la verdad es que se me hizo eterno estar allí. Resulta agotador, y solo llevamos mes y medio con esto. Al volver a casa por la noche, acudí a tomar un par de cervezas con Juan al bar, donde no había prácticamente nadie. Ángel estaba algo malo, con lo que solo tomamos un par de cervezas y nos marchamos.

No le deseo a nadie la pesadilla que estamos viviendo.

 

Saludos

 


PRUEBAS Y RESULTADOS

  (ENTRADA 473)

 

La verdad es que ha sido una semana de intermisión que ha servido para que mi madre por fin pudiera hacerse el famoso Pet-Tac, y también ultimáramos una cita para el miércoles que viene con el urólogo, que espero le quite por fin la sonda. Los resultados estaban listos hoy, y mañana tenemos que pedir cita con el oncólogo ya que todavía falta recoger el informe del traumatólogo. Esto pinta para largo, y solo espero que el final sea feliz, aunque cada vez me cuesta más estar esperanzado.  

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Logramos ver los resultados del Pet-Tac, y parece que el tumor primario podría ser uno en el pulmón derecho, u otros dos en el hígado. También parece que hay alguna metástasis más en la columna. Eso sí, el tumor más grande que le han detectado es de 37 mm. Habrá que esperar a ver cuándo nos dan cita con el oncólogo, para que nos explique bien como va todo esto, y si todavía nos queda esperanza.

Por lo menos el miércoles pudimos hacer la prueba que nos faltaba con bastante rapidez, y gozamos de ese periodo intermedio en el que no teníamos que preocuparnos de nada. Seguí con mis rutinas de natación, y llegado el fin de semana me animé a salir a tomar algo, sin excesos.  Por lo menos finalizaron las malditas fiestas de Navidad, que este año han sido las peores sin lugar a dudas. El miércoles, tras lograr hacer la última prueba que nos quedaba me animé a salir a tomar algo. Sin embargo, el bar habitual estaba cerrado porque Miguel estaba con treinta y nueve de fiebre. Juan y yo fuimos a tomar un par de cervezas al bar donde Miguel había trabajado anteriormente, donde nos encontramos con otros clientes del habitual. Sin embargo me retiré bastante pronto.

El jueves era el día de la Cabalgata de Reyes, y pasé la tarde viéndola en la televisión con mi madre. Sin duda los Reyes más tristes de mi vida, y no pude evitar recordar todas esas veces en las que habían sido una fecha muy especial. Tras cenar algo regresé a casa y pasé al bar habitual con Juan, ya que Miguel estaba recuperado. También estaban allí Antonio y Ángel, con los que charlamos un poco. Aunque debo admitir que Antonio tuvo alguna comparación desafortunada con el caso de su madre. Miguel tuvo regalos para todo, que consistían en una pequeña mochila con el logo del bar. La verdad es que fue todo un detalle. De todas formas solo estuve para tomar algo y opté por retirarme temprano.

Al día siguiente fui a pasar la comida de Reyes a casa. A pesar de que no habíamos hecho grandes compras por el tiempo que habíamos estado ocupados, hubo detalles para todos. Yo me llevé el IPhone 7 y un cuadro de Superman bastante majos. Mi hermano ya se había encargado de comprar el aspirador robot que quería mi madre, y también recibió una pulsera. Así que la comida no estuvo mal, porque además estuvieron mi prima y su familia al completo. Al acabar, mi madre me pidió que retirara todas las decoraciones navideñas y así lo hice. Siendo viernes, al volver a casa opté por salir de nuevo, aunque la cosa estaba más tranquila que el día anterior. De todas formas solo me tomé un par de cervezas y me marché. Pude ver a Fran, que para nuestra sorpresa había retomado su relación con Ramón. También sufrimos sobredosis de Stefan todo el puente de Reyes.

Ya de sábado, volví de nuevo a comer a casa de mis padres, algo que ahora hago todos los días. La verdad es que aunque quiero muchísimo a mi madre, debo admitir que es la peor enferma que conozco. No para de pedir que le cambien de postura, llegando a pedir dieciséis cambios de postura en media hora. Las noches son especialmente difíciles para mi padre que apenas puede dormir. Aún con la ayuda de las enfermeras de día y de noche, acabamos todos bastante agotados.

Con el domingo llegó lo que definiría como el fin definitivo de las peores Navidades de mi vida. Tras comer con mis padres, partí a casa para poder acudir a nadar un poco y desconectar mediante el ejercicio. Tomé un par de cervezas con Ángel y Juan, aunque el primero estaba muerto de sueño y el segundo un tanto febril.

Hoy ha sido el día de los resultados, y no queda otra que aceptarlos esperando que el oncólogo nos dé esperanzas.

 

Saludos


UN FIN DE AÑO INCONCLUSO

  (ENTRADA 472)

 

La semana se ha caracterizado por pequeñas incidencias, tests que no han podido llevarse a cabo, y sobre todo por la Nochevieja más triste que recuerdo a nivel personal. La situación nos ha impedido ir al norte, y tras la cena en casa de mis padres, he pasado la Nochevieja solo en mi casa, sin ninguna gana de celebración. El fin de año ha sido inconcluso, pues seguimos pendientes de demasiadas cosas. Si de por sí no disfruto de estas fiestas, este año ha sido particularmente agobiante… y todavía quedan los Reyes.

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Por un lado, el alta de mi madre permitió que regresara a una normalidad parcial y durante la semana he podido retomar la natación. Llevaba todo el mes sin practicar deporte, y la verdad es que lo agradecí mucho.

El lunes, que era festivo debido a que la Navidad caía en festivo chateé con un chaval llamado Juan Pedro, de pelo largo. El mismo lunes por la tarde pude quedar con él y agradecí mucho la distracción. Al día siguiente tuvimos un pequeño percance, ya que la sonda de mi madre quedó obstruida y tuvimos que llevarla al hospital para que se la cambiaran. Si nos hubieran dicho que tuviéramos sondas en casa, habrían enviado a alguien a hacer el cambio; pero nadie nos informó de esta posibilidad. La verdad es que te cabrea ver como prácticamente te echan de un hospital antes de Navidad, y no se preocupan en informarte adecuadamente de todo el material que debes de tener. Así que tras tres horas en urgencias pudimos volver a casa. De paso detectaron una pequeña infección en la orina y volvieron a ponerle antibiótico. Teóricamente, teníamos cita para una mamografía y un Pep-tac el miércoles; pero nos llamaron para avisarnos de que la máquina de la última prueba estaba estropeada y nos cambiaron la cita para el viernes. Para no marear demasiado a mi madre, aprovechamos para cambiar la cita de la mamografía al mismo día. Ya por la tarde en casa, me enteré de la muerte de Carrie Fisher, actriz que había interpretado a la Princesa Leia en mi saga cinematográfica favorita. Lo sentí bastante, ya que había logrado superar serios problemas de adicciones en el pasado.

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Al margen de volver a practicar la natación, también intenté relajarme algo con la consola, jugando a un juego llamado “Until Dawn”, en el que hay que ayudar a un grupo de jóvenes a sobrevivir una noche en una cabaña en las montañas nevadas. La verdad es que me quedé enganchado y me ayudó bastante a evadirme. Ya el viernes fuimos a hacer la mamografía, pero cuando nos tocaba hacer el Pep-Tac, la máquina se volvió a estropear, con lo que tuvimos que mover la cita para el miércoles de esta semana. La verdad es que es agotador y frustrante el ver como no hay manera de finalizar con las pruebas para poder descubrir que está pasando y si se puede o no solucionar. La verdad es que mi padre y yo nos enfadamos bastante señalando al personal que el hospital estaba demostrando ser bastante incompetente. Pero sin más remedió, nos marchamos con esa prueba pendiente. Ya por la noche aproveché para salir a tomar algo reuniéndome con Miguel, Ángel y Santi, ya que tenía claro que no saldría la Nochevieja, ya que la masificación de Madrid nunca me ha gustado en estas fechas. El bar estaba sorprendentemente lleno, y estuve charlando con José Canario a quien puse al día de lo ocurrido, aunque Stefan estuvo bastante pesado.

Al día siguiente partí a casa de mis padres donde estuve todo el día. Mi madre lleva bien la rehabilitación y al margen de la imposibilidad de caminar, mueve las piernas y está animada. Sin embargo, las noches deben ser bastante complicadas por el no parar de mi madre, que no cesa de pedir que la cambien de postura. La cena de Nochevieja estuvo muy bien, de nuevo acompañados de la enfermera, mis primos y mis sobrinas. Tras las uvas, partí a mi casa en coche para no pillar el atasco que se forma hacia el centro. Ya en casa, sin ganas de salir a la masificación de las celebraciones, me quedé en casa tomando unas cervezas y jugando a la consola. Eché mucho de menos a mis amigos de Gijón y nuestras celebraciones, así como el ver mi ciudad natal. Habrá que esperar al verano.

Al día siguiente tuvimos la comida de año nuevo, un año que comienza sin que hayamos podido clausurar el anterior de forma adecuada. Seguimos pendientes de descubrir dónde está el tumor primario, y si la cosa tendrá o no una solución. La espera es angustiante, porque va acompañada de la incertidumbre ante lo que pasará. Así que no puedo decir que el comienzo de año haya sido de lo más positivo. Es duro pasar por dificultades de este tipo en estas fechas. Que ganas de que llegue el siete de enero y la Navidad quedé atrás.

 

Saludos