Archivo para abril, 2016

EMPALAGOSOS MOMENTOS

(ENTRADA 436)

 

La semana se ha caracterizado por un tiempo espantoso, lluvias y cielos completamente nublados que no animan demasiado, la verdad. La ausencia de mis padres el fin de semana ha desembocado en noches de fiesta más largas; aunque la verdad es que he descubierto que ya no tengo el aguante para tanta jarana. Por otro lado, sigo algo preocupado por la evolución de ciertos amigos, que parecen preocuparse exclusivamente por sí mismos.

 EMPALAGO 25-4-16

La natación sigue adelante, aunque la verdad es que ya no hay nada que me motive. Poco a poco, debo aceptar que ya estoy en la cuarentena y que va a ser raro el poder atraer a alguien joven, aunque solo sea por una mera diferencia de cinco años. Aunque por lo menos, puedo notar que cada vez nado mejor y disfruto más de la experiencia.

Llegado el jueves me animé a salir por el bar habitual para encontrarme con varios amigos y conocidos. Estaban allí Juan, Fran, Ramón, Eugenio, y Adolfo. Por supuesto, también se encontraban allí Santi y Miguel, quien a pesar de tener que trabajar no estaba detrás de la barra. La verdad es que casi era como si no estuvieran, pues todo el rato eran besitos abracitos, y pasar del resto. Aunque ambos se han convertido en grandes amigos, me frustra como tienden descuidar a los amigos, muchos de los cuales estuvieron ahí en difíciles momentos. Es un error de muchas parejas.

El viernes salí una vez más y el bar estaba bastante animado debido a un cumpleaños del ineficiente equipo de rugby. Juan llegó para hacer compañía, y fuimos testigos de un cabreo entre la pareja Ramón y Fran, principalmente por culpa de los flirteos del primero con un personaje que bien podría ser el hijo de Dalí. También yo tuve un breve momento de cabreo al ver que era imposible que me sirvieran. Hay veces en las que a Ángel se le va la olla, y pierde los papeles considerablemente. A pesar de todos los percances, acudimos a la inauguración de un nuevo bar, sucursal de otro con el que el bar habitual mantiene buenas relaciones. Resultó que era en el primer local que yo había pisado en Chueca, allá en 1999. Entonces se llamaba el Ras, y estar ahí me trajo bastantes recuerdos de cuando todo parecían posibilidades. Sin embargo, me pareció, y Juan estaba de acuerdo con servidor, que el nuevo local no tenía mucho futuro.

Ya el sábado, acudí de nuevo por el bar, todos habiendo sido advertidos de que Stefan podría estar un poco pesado. Sin embargo, resultó no ser para tanto. También era el cumpleaños de Fran, a quien felicitamos, no sin estar algo preocupados, pues Ramón no había dado señales de vida. Pasamos una noche que no estuvo tan mal, y después decidí acompañar a Juan a la discoteca que frecuentaba con Raúl y Edu. La verdad es que me volvió a sorprender lo matado que estaba aquello. Bailamos bastante, y luego estuvimos acompañados por Ángel y el encargado del local del día anterior. Ya cansado me retiré a casa.

Finalmente el domingo terminé por no ir a nadar, y quedamos para ir a jugar a los bolos. Fuimos en mi coche, y tras picar algo echamos nuestro habitual par de partidas. Me fastidió bastante que boicotearan varios tiros míos con burlas, pero tampoco me duró mucho. Juan tuvo un momento genial en el que estuvo a punto de tirar los bolos de la calle anexa, y Miguel otro en el que se hizo una foto en una moto de juguete. Tras cenar algo, pasamos por el bar a tomar algo brevemente y saludar a Ángel, y yo me fui a casa bastante agotado, y bastante harto de momentos empalagosos y desconsiderados. No sé qué giros terminaran por dar estos eventos, aunque me temo lo peor.

 

Saludos

 


LA COMODIDAD DE LA DESLEALTAD

(ENTRADA 435)

 

Los celos son probablemente el sentimiento más destructivo que existe, así como el más improductivo. Lo he visto en repetidas ocasiones, y es un hecho que nunca falla. No siempre están relacionados con el amor, también pueden estarlo con la amistad, el no tener lo que otros tienen. Así que en ocasiones, aunque los que los sienten son los más afectados, las terceras personas sienten el escupitajo de dichos sentimientos. Lo peor es cuando las personas que pueden y deben interceder, se asientan en la comodidad de la deslealtad.

 COMODIDAD DE DESLEALTAD 18-4-16

El martes acudí al bar habitual a ver un partido de futbol, ya que Santi me había pedido que fuera. La verdad es que pasamos un buen rato viendo el partido, y nos echamos unas risas al mismo tiempo. Sin embargo, llegó por allí Dioni con alguno de sus amigos. Por supuesto, seguí sin saludarle, y no es algo que me sentara mal. Ha sido él quien ha optado por borrarme, y debe atenerse a las consecuencias de sus actos. No se puede ir por la vida de estrella, cuando solo eres una starlet frustrada. El caso es que Santi colgó una publicación en redes sociales explicando que estaba conmigo y con Miguel viendo el partido. Para cuando regresé a casa, me encontré con que Dioni había colgado una respuesta, alegando que faltaba gente por mencionar, y sobraba otra, o sea… yo. La verdad es que me quedé indignado y hablé por teléfono con Miguel y Santi, quienes se quedaron claramente sorprendidos. También charlé con Juan, quien reaccionó respondiéndole con un video de la canción “Celos”. La verdad es que lo agradecí mucho, pues fue un ataque gratuito fruto de la envidia y la estupidez propia de un niño. Sin embargo, ni Miguel ni Santi se marcaron en mi defensa. Aunque Juan se mostraba comprensivo con esa actitud, a mí me decepcionó bastante.

Nunca he creído en Suiza, o lo que es lo mismo, en la neutralidad. Cuando un amigo se ve atacado sin motivo aparente, siempre he dado un paso adelante para mostrar mi lealtad, cualidad que valoro por encima de todo. Muchos no lo hacen, es más cómodo mantenerse al margen alegando que no les incumbe, pero luego agradecen que uno salga en defensa de ellos. Me ha pasado innumerables veces en mi vida, y esa actitud siempre marca el triunfo de malas personas. Nunca consentiría que un amigo mío humillase a otro, sin pararle los pies o declarar mi rechazo a su actitud. Y raramente dicha falta de lealtad no ha marcado el final de una amistad, por lo que me encuentro francamente preocupado ante esta situación.

En fin, veremos cómo acaban las cosas. El resto de la semana fue tranquila, con rutinas de natación incluidas, hasta que el jueves regresé al bar para asistir a la fiesta de la feria de abril que habían organizado. Juan estaba allí y se lo pasó genial bailando sevillanas, mientras que pude ver a Ángel que ya había regresado de sus vacaciones. Juan se preocupó bastante de animarme, aunque al final no estuve muy predispuesto a celebraciones, y al cierre me retiré.

El viernes regresé por el bar que, la verdad, estaba muy concurrido. Parece que con el cambio de hora, el bar vuelve a estar tan animado como el año anterior. Allí estuve con Santi y con los Juanes, y también pude ver a Ramón, Fran y otros habituales. Al final de la noche, me animé y bailé un poco. También le comenté el conflicto que había tenido con Dioni a Ángel. Tras esto me retiré. Al día siguiente, tras la comida familiar e ir a nadar un poco, regresé por el bar. Stefan estaba particularmente de bajón ya que era el cumpleaños de su hijo, al que no ve desde hace una década. Estuvimos tomando algo y charlando, para retirarnos al cierre sin mayores eventos. Sin embargo, Miguel y Santi desaparecieron al cierre, con lo que Juan y yo no pudimos despedirnos de ambos. Juan se mostró molesto con ello, y la verdad es que me pareció un mal detalle.

Ya de domingo, comí con mis padres, y después fui a nadar. No lo hice demasiado bien debido a que me había tomado dos botellas de sidra. Aunque tuve un cruce de miradas con un joven rubio espectacular. De camino a casa, me encontré con Miguel y Santi paseando a los perros. Ya por la noche, pasé por el bar donde estaban Juan y Adolfo. La noche estuvo más bien tranquila, y acabé por retirarme con Juan, tras enterarme de que le había hecho saber a Miguel que le había parecido mal la no despedida de la noche anterior.

Por lo demás, mencionar que esta semana hizo un año que Greñas me saludó por primera vez. La verdad es que debe hacer unos dos meses que no le veo, algo que me entristece. Si los sueños se hicieran realidad…

 

Saludos


DIEZ AÑOS

(ENTRADA 434)

 

La semana se ha caracterizado por un aniversario alto triste. El miércoles hizo diez años ya que tuve que ingresar en el hospital, durante el que probablemente fue el día más triste de mi vida. Diez años ya, parece mentira. Y sin embargo, aunque diferente, la vida ha seguido adelante. Así que tampoco me he detenido mucho a obsesionarme con ese particular momento del pasado, que con los años he aprendido a dejar atrás.

 DIEZ AÑOS 11-4-16

La semana transcurrió con relativa tranquilidad, y sin grandes novedades en el frente de la natación que sigo practicando. Así que durante la semana he permanecido muy tranquilo hasta el jueves, que decidí salir a tomar algo. Me reuní en el bar junto a Juan, y la verdad es que para ser jueves estaba la cosa bastante animada. Allí se encontraban también Ramón, Fran, Adolfo y Eugenio. Estuvimos tomando unas cervezas y charlando un buen rato, hasta que poco a poco, todos se fueron retirando. Los últimos en marcharse fuimos Juan y un servidor.

Sin embargo, el día más divertido probó ser el viernes con diferencia. Por primera vez en mucho tiempo, tratándose de un viernes, el bar estaba absolutamente petado de gente. Además de los Juanes, estuvieron por allí un par de asturianos excesivos en sus fiestas. Añadido a esto también apareció toda una despedida de soltero heterosexual, aunque nunca entenderé por qué tienen que celebrar estas cosas en el ambiente. La verdad es que llevé la atención de uno que estaba para allí, pero que personalmente no me parecía nada interesante. Bailamos, cantamos, y bebimos bastante. Al cierre del bar, acabé por acompañar a los Juanes a la discoteca a la que solía ir con Luis y el fallecido Raúl, y a donde no había regresado desde que no me dejaran estar allí con camiseta de tirantes. La discoteca estaba terriblemente matada, con tan solo diez personas allí. Por lo menos, Juan y yo bailamos bastante, y el de Toledo terminó por ligar con un tío bastante raro que antes le había entrado a un servidor. La verdad es que acabé regresando a las cinco y pico de la mañana, absolutamente agotado.

Al día siguiente tocaba comida familiar y la recuperación de mi coche, con el retrovisor ya completamente reparado. Tras la comida hice una más que necesaria compra y acudí a nadar otra vez, coincidiendo con dos tíos altos de cuerpos completamente espectaculares. De nuevo tocó salir, y aunque el bar estaba lleno de gente, no había tanta como el día anterior. Llegó un grupo de amigos de Carlos, entre los que se encontraba su novia. Curiosamente, uno de sus amigos, nada atractivo por cierto, me entró en repetidas ocasiones. Ojalá fuera el hetero que a menudo visita a Carlos en la puerta, ya que siempre me ha dado un morbo tremendo. También estaba por allí Stefan, algo pesado con sus neuras. Sin embargo, reconozco que me sigue cayendo muy bien. Charlé con Miguel y Santiago, que le estaba ayudando en el bar debido a las vacaciones de Ángel. Me comentó que el impresentable le había preguntado por qué no le saludaba, aun reconociendo que me había borrado de redes sociales. Hay que ser gilipollas. Juan estaba por allí, pero debido a los excesos del día anterior, yo estaba completamente agotado. Así que antes del cierre opté por retirarme.

El domingo comí solo en compañía de mis padres y fuimos a un asador cerca de Plaza de Castilla. Ir en coche fue un poco estresante, porque debido a la confluencia de coches en doble fila, se me caló el mío y estuvo a punto de no arrancar. Mi padre, a quien adoro, se pone insoportable en esas ocasiones. En fin llegamos al restaurante, donde trabaja un camarero joven de una tasca que conocían mis padres. Me pareció absolutamente adorable y terriblemente guapo. Pero como siempre, heterosexual. Tras acabar de comer acudí a nadar, aunque durante poco tiempo. Coincidí con un chico con el que también me había cruzado en la puerta del bar, y que me parece muy atractivo, pero como siempre, no tengo suerte en el gimnasio. Pasé por el Bar H, pero no estaba allí ninguno de los habituales, por lo que me retiré a casa. Más tarde pasé por el bar, donde estuve con Juan, Santi y Miguel. Había allí un grupo de chicos y chicas, los primeros bastante interesantes. Tras charlar algo, y llevarme una camiseta de regalo por mis cervezas, acabé por retirarme a dormir, bastante cansado.

 

Saludos


BOLOS

(ENTRADA 433)

 

Una vez acabada la Semana Santa, todo ha supuesto un regreso a una relativa normalidad de la rutina. La piscina vuelve a estar llena de gente, con los habituales intentando volver a retomar el ejercicio que yo no abandoné durante esa temporada. Por otro lado, continúa el regreso a cierta vida social, no sin alguna que otra incomodidad por parte de cierta gente. Sin embargo, parece que nuestro grupo de amigos se consolida, desarrollando nuestra afición a los bolos, y también ha habido alguna que otra sorpresa agradable e inesperada. En cierto modo todo es como una partida de bolos. A veces se acierta, y a veces se falla.

 BOLOS 4-4-16

Los días entre semana han sido más bien tranquilos, volviendo a nadar con las calles bastante ocupadas y algún saludo espontaneo. Hay un tío que nada muy lento, y que nunca cede el paso al llegar a la pared frenando al resto. Al parar en una de las paredes, uno de los habituales sonrió dándome la razón sobre el pesado en cuestión. Siempre va con bañador azul, y es uno de los que sí ceden el paso. La verdad es que me pareció bastante majete.

Con la llegada del viernes, nos introducimos de pleno en el mes de abril. Tras la natación y comer algo, salí en busca de un regalo para mi padre, ya que al día siguiente celebrábamos su cumpleaños. También aproveché para realizar una limpieza masiva de mi casa, la cual tenía bastante descuidada. Tras esto, me animé a salir por el bar habitual, donde me encontré con los dos Juanes, y a uno de ellos hacía mucho tiempo que no le veía. Estaba por allí José el canario con Ab, quien estaba celebrando su despedida de soltero, pues se casa. Son cosas curiosas de la vida, pero en fin. Por supuesto, estaba por allí Santi, con quien cada vez me llevo mejor. La verdad es que nos echamos unas cuantas risas, aunque José se llevara a un apuesto espontaneo. Bailoteamos bastante hasta el cierre, momento en el que tocó retirarse a casa.

El sábado tocó el cumpleaños de mi padre. Le regalé un escáner portátil bastante chulo que encontré, y que pareció gustarle mucho. Tras la comida dejé el coche para que repararan el retrovisor que tengo jodido y regresé a casa. Acudí a nadar y después el Bar H, donde estuve tomando algo con Luis, Manolo y David. Estuve un rato allí hasta que decidí retirarme. La verdad es que ya solo voy por mantener cierto contacto con gente que me cae bastante bien. Tras cenar algo acudí al bar habitual, donde me encontré con Santi, y más tarde con Juan. La verdad es que el bar estaba absolutamente petado, como hacía tiempo que no estaba. Miguel me propuso ir a patinar al día siguiente, con Santi, Juan y Ángel. Accedí, habiéndoselo comunicado ya a mis padres, con los que no comería al día siguiente. Por allí andaba Stefan martirizando al pobre Carlos. Lamentablemente apareció Jesús, al que ni saludé, y creo que por joderme se acercó solamente para saludar a Juan. Sin embargo, opté por pasar olímpicamente de él. Llegado el cierre, me retiré a dormir.

Al día siguiente, Ángel nos dejó plantados por una de sus neuras, con lo que optamos por ir a jugar a los bolos uniformados con las camisetas del bar. Estuvimos picando algo y riendo al ver como Juan ligaba con el camarero gordito que nos atendió. La partida estuvo realmente divertida, aunque a un niño le dio por tirar mi primer turno al estar haciendo el bobo en nuestra pista. Tras dos partidas de lo más divertidas, cenamos de nuevo en el Wok al lado del Centro Comercial, y me tocó conducir el coche de Santi de regreso.

Juan y yo decidimos pasar por el bar para ver a Ángel, y allí estaba Adolfo. Para mi sorpresa, acabó besándome, y acompañándome a casa para pasar la noche conmigo. La verdad es que fue algo completamente inesperado. Ahora bien, no dormí mucho, y hoy me encuentro completamente agotado. Sin embargo, nunca me hubiera parado a pensar que a Adolfo le pudiera gustar. Y es que la vida puede ser tan sorprendente como una partida de bolos.

 

Saludos