Archivo para diciembre, 2015

UN AÑO INTENSO

(ENTRADA 419)

 

Llegado el final del año, no puedo evitar reflexionar sobre el mismo. Y es que si por algo se ha caracterizado este, es por haber roto definitivamente la monotonía en la que me había sumergido completamente en los últimos cinco años. Ha habido de todo. Hay gente que se ha bajado del tren, pero a la que sigo deseando lo mejor, y han subido muchas personas nuevas, de entre las cuales hay quien merece mucho la gente. Los cambios son difíciles, pero en ocasiones necesarios. Aunque nos sintamos mal por ello, hay ocasiones en las que es imprescindible ser un poco egoístas.

 

2016 Calender on the red cubes

La semana transcurrió con normalidad. Tras finalizar todas las compras de Reyes el lunes, el sábado tocó ir al cine a volver a ver “El Despertar de la Fuerza”, en esta ocasión con Miguel y Luis, siendo el último quien lo había organizado. Luis llevaba desaparecido un par de semanas, y resulta que se había pillado un bajón descomunal. Tal era el disgusto que llegué a pensar que había sido algo realmente grave. Sin embargo, Miguel me confirmó que solo había sido una discusión con su madre. Ambos coincidimos en que si se pillaba un disgusto tan grande con algo tan trivial, difícilmente iba a lidiar con algo serio de verdad. Estuvo bastante apagado toda la velada de cine, algo que personalmente no logré entender tratándose de algo tan nimio. En fin, a pesar de todo vimos la película, mi segunda vez, esta vez en tres dimensiones que no merecieron tanto la pena. Más tarde pasé a ver a Miguel, que trabajaba en el bar, y con quien tuve que apresurarme de regreso pues no llegaba a tiempo de recibir el pedido de cerveza para su bar.

Ya de miércoles me decidí a salir de nuevo, pues al día siguiente era nochebuena y no lo haría. La noche estuvo bastante animada y charleé bastante más con Ángel. Ya sabía de su relación que había acabado mal, y que le había llevado más de dos años el superarlo. Sin embargo, también descubrí que su madre estaba bastante mal, y que en cualquier momento podría fallecer. Quizás por eso ahora este tan desenfrenado, aunque sus elecciones distan mucho de profundidad alguna.

Ya el jueves cogí el coche para acudir a la cena de Nochebuena en compañía de mi familia. Mi primo Jorge había venido de Galicia, y mis primos y sobrinas de Madrid también vinieron a la cena. Era la primera vez en mucho tiempo que la cena estaba tan concurrida, y la verdad es que eso fue de agradecer.

Al día siguiente, Navidad, fuimos nosotros cuatro más Jorge, y decidimos repartirnos los regalos para evitar cargar con ellos a nuestra ciudad natal para tener que traerlos de vuelta. Recibí una espada laser fx, y de nuevo el Halcón Milenario. El segundo regalo ya lo había recibido con diez años, siendo el regalo de Reyes al que tenía más cariño. Durante mi época en Estados Unidos, mi madre lo había tirado a la basura junto a todos los juguetes de Star Wars que habíamos coleccionado. De esta forma volvió a mis manos el juguete favorito de mi infancia. Durante la tarde llegaron mi prima Victoria y mis sobrinos de Valencia, con los que estuvimos montando legos que les había regalado durante toda la tarde. A mí me tocó montar los de mi sobrino Arturo, con quien tengo una afinidad especial, quizás porque es quien más recuerda a mi primo Esteban. Por la noche salí por el bar habitual, que estaba bastante concurrido. Ya agotado y hasta arriba de comida, opté por retirarme temprano.

Ya de sábado, toda la familia comió junta en el restaurante al que acudimos frecuentemente. Después, Jorge, mi hermano y mi sobrina volvimos a ver Star Wars una vez más, ya siendo mi tercera. De paso, Jorge pudo ver mi casa y mi barrio. Tras la película, volví a acudir al bar habitual, donde me encontré con Juan y con Santi, que cada vez me cae mejor, Sin embargo, también acudieron al bar muchos de los tocapelotas que se ponen de todo hasta arriba y pierden el control. Por otro lado, Ángel flirteaba bastante con mucha gente, y me sentí bastante ignorado por él, lo que me dejó bastante abatido. Ni siquiera pude despedirme de él al marcharme, por mucho que Miguel intentara llamarle para lo que hiciera. Menos mal que tengo amigos como Juan, que siempre me levanta el ánimo.

Ya de domingo, tocó comida familiar una vez más con mis sobris, y pasé bastante rato con Arturo que estaba sentado a mi lado. Tras la comida me despedí de Victoria y acudí a llenar el depósito del coche para el viaje del martes a mi ciudad natal. Acudí por el Bar H, al cual no había ido en mucho tiempo, donde me encontré con que era el cumpleaños de Luis, conociendo a su hermana en el proceso. También pude ver a David, quien había regresado tras estar ausente desde antes del verano. Tras esto, pasé por el Bar Habitual, donde me encontré con los Juanes, aunque el de Toledo triunfó y se fue con alguien. Los demás estuvimos hasta el cierre, y Miguel sacó champagne para brindar. Tras el cierre, me despedí de todos hasta después de Reyes.

Por lo demás, este mes he desatendido completamente mis rutinas de natación. Por lo menos parece que habrá bono anual y podré comprarlo a mi regreso sin ningún problema. Mañana me voy a mi ciudad natal. Ha sido un año de lo más movidito, y la verdad es que me he quedado emocionalmente exhausto, aunque por lo menos espero que salir de Madrid me ayudé a recuperarme completamente.

 

Saludos


SEMANA DE CINE

 (ENTRADA 418)

 

Empieza la cuenta atrás para las Navidades, y un año más espero sobrevivir a ellas. La semana ha estado llena de sucesos, o de no sucesos, depende de cómo se quiera ver. En lo relativo a Ángel, me ha resultado obvio que no tengo nada que hacer con él, que evidentemente no le gusto. Por otro lado, ha sido una semana de cine, al que he acudido en dos ocasiones, una vez acompañado, y otra en solitario.

 SEMANA DE CINE 21-12-15

Tras un lunes bastante tranquilo, quedé con Miguel el martes para ir al cine en compañía de un amigo suyo. De camino a su casa me encontré con Intruso, quien había sacado a pasear a los perros. Debo admitir que el chaval me cae cada vez mejor, aunque la situación me siga pareciendo de lo más complicada. Miguel trabaja demasiado, sale demasiado, parece decidido a no descansar, algo que necesita mucho más de lo que es consciente. De todas formas, regresando a la quedada, fue la primera vez que pude visitar su casa, y eso que vivimos al lado. Espero que pronto conozca la mía también. Sus perros son de lo más divertidos, y me alivia ver que goza de buena compañía. Partimos a un centro comercial, donde nos encontramos con su amigo, quien no es habitual del bar. El tal amigo me pareció un soberano gilipollas, engreído y maleducado. Durante toda la conversación optó por ignorarme de forma constante, nunca mirándome a la cara, aunque yo decidí aguantarme por respeto a Miguel. Sin embargo, hubo un momento en el que tuve que optar por salir un rato a fumar, considerando que era mejor dejarles solos. Me volví a reunir con ellos para dirigirnos a la sala, y debo reconocer que tuve que hacer un gran esfuerzo para aguantar todas las estupideces que salían por la boca del individuo. Por lo menos disfruté mucho de la película “Los Juegos del Hambre: Sinsajo (Parte 2)”, la cual era la única que me quedaba por ver de toda la saga.

 SINSAJO PARTE 2

Tras la película, el susodicho se despidió, ignorándome de nuevo, y Miguel y yo pasamos por el bar para tomar algo. Ya enseguida, me retiré para descansar.

Tras un miércoles bastante común, el jueves acudimos de nuevo a una fiesta de música “chumba-chumba” en el bar habitual. Había bastante gente, aunque pocas personas eran habituales del bar. La música, fue tan horrible como la última vez, pero por lo menos pasé un rato agradable en compañía de Juan. Ángel salió a fumar conmigo un par de veces, y agradecí la compañía, aunque diferentes gestos que culminarían el sábado me hicieron ver que poco tengo que hacer con el chaval. Por otro lado el Oscar rayado se puso particularmente pesado, llegando a faltarme el respeto considerablemente, aunque tanto Ángel como Juan intentaron animarme al ver que me había cabreado ante la pesadez del individuo.

El viernes llegó el gran día. Me levanté, no me dio tiempo a comer y salí disparado a ver “Star Wars: El Despertar de la Fuerza”. Aunque el próximo martes había quedado con Luis y Miguel para ir a verla, no me pude resistir a ir a verla en solitario a las cuatro de la tarde. La película me pareció formidable, y me acordé de muchos sentimientos de la infancia, cuando pude ver la trilogía original.

 STAR WARS EL DESPERTAR DE LA FUERZA

De regreso a casa, y tras comer algo, jugué un poco con un juego de Indiana Jones de Lego en la consola. Por la noche acudí de nuevo al bar, donde me reuní con los Juanes. La noche estuvo bastante tranquila, quizás debido a las cenas de empresa que están teniendo lugar. Charlé bastante rato con el Intruso, Santi se llama y debo empezar a referirme a él por su nombre, y descubrí que también era fan de “El Señor de los Anillos”. El sábado regresé por el bar, que estaba mucho más lleno. La verdad es que la chupipandi, como la ha definido genialmente Juan, cada vez me pone más de los nervios. En especial un pesado, que se puso francamente estúpido intentando ponerme una peluca. Javier también estuvo francamente insoportable, y no había quien le aguantara. Sin embargo, los amigos del recogedor de vasos me parecen cada vez más bajos… y normales. Por supuesto, los Juanes estuvieron por allí, y Rafa también pululó en solitario con cara de amargado, algo que se ha trabajado él solito. Oscar estaba particularmente agradable, sonriente y divertido, aunque como siempre se concentra en aspectos negativos de su vida. Me preocupó que Stefan viniera a preguntarme si había hablado mal de él, a lo que yo le aseguré que nunca haría eso. Siempre hay gente metiendo mierda sin motivo alguno, aunque he aprendido a pasar bastante del tema en general. Cada vez me afectan menos esas cosas. Por otro lado, fue el día en el que observé que Ángel ligaba con uno de los clientes. Eso me dejó bastante chafado pero lo acepté.

El domingo pasé de nuevo por el bar con Juan, con quien estuve comentando “Star Wars”, ya que por fin la había visto. Ángel estaba de camarero, y nos reconoció que había acabado liándose con el susodicho de la noche anterior. También nos comentó aspectos de su vida, que nos hicieron ver que lo había llegado a pasar francamente mal en su pasado. Salimos a fumar, y volvió a aparecer el de las rosas, pero decidí no lanzarme a comprarle una, pues me parecía un absurdo hacerlo. Tras tomar unas cervezas, Juan y yo nos marchamos habiendo sido los últimos del bar. De esta forma, prefiero concentrarme en una semana de cine, porque en terrenos sentimentales y afectivos no han ido las cosas muy bien.

Hoy lunes, por fin he acabado con todas las compras de Reyes, con lo cual he logrado liquidar algo que tenía ganas de dejar atrás. Ahora solo falta atravesar las Navidades una vez más, aunque parece que por primera vez en muchos años, tendremos cena multitudinaria.

 

Saludos


UNA ROSA ES UNA ROSA

(ENTRADA 417)

 

La semana ha estado provista de algún que otro gran momento, aunque lamentablemente he recaído en un trancazo monumental, resultante en un catarro agobiante y unas leves décimas de fiebre. Sin embargo, me he encontrado confiando de nuevo en dos personas realmente importantes para mí, algo que no hacía desde hacía mucho tiempo. Por otro lado, no logro dejar de pensar en Ángel, por mucho que lo intente. Es algo frustrante, particularmente porque en ocasiones… una rosa es simplemente una rosa.

 UNA ROSA ES UNA ROSA 14-12-15

La semana comenzó de forma intensa, ya que perduraba el puente de diciembre, y la invasión habitual de osos. En ese sentido me ha agradado poder pasar tiempo con mi nuevo amigo Juan, así como admirar desde la lejanía a Ángel, cuyo beso de bienvenida y despedida me otorgan los mejores momentos de cada noche. Como sigo siendo realista, sé que no hay nada que hacer, pero con el paso de los años he aprendido a entusiasmarme con el mínimo gesto de afecto de aquellos que me atraen. A partir de ahí, soy capaz de sumergirme en sueños y fantasías que me conceden todo lo que yo puedo necesitar.

La verdad es que el chico es un cielo, alegre, divertido, y con ese punto de sensibilidad que por mucho que esconda, a mí no se me escapa. El martes pasé por el bar. En un momento en que ambos salimos a fumar, conversamos un rato. Descubrí muchas de sus aficiones y sueños, y de repente apareció un repartidor de rosas que conocía de otro bar. Al reconocerle, Ángel quiso comprarle una rosa, que le dio por regalarme. Sin embargo, faltó el factor romántico, ya que el vendedor le había preguntado si yo “era su nuevo amor”, y el muchacho respondió que solo era un amigo. De todas formas fue una situación divertida cuando volvimos dentro y Miguel y Juan se rieron ante la situación. Sin embargo, no había nada más que encontrar en el gesto de una rosa regalada.

El miércoles era el primer día que Ángel trabajaba solo, así que decidí ir a verle, encontrándole solamente en la compañía de Ramón. Charlé un rato con él, aunque le encontré un poco distante, como si le preocupara que el gesto del día anterior pudiera haber despertado algún interés personal por mi parte. Aunque esto era cierto, como no tengo mayores pretensiones, decidí que lo mejor era no agobiarle demasiado. Sin embargo, me resulta imposible no pensar en él.

El jueves fue el día más decisivo de todos. Inicialmente estaba bastante agobiado, pues Gustavo reapareció, y encima en mi nuevo bar. Me dio la brasa durante largo tiempo, hasta que por fin se percató de que molestaba y se marchó. Yo me quedé con Miguel al cierre, y por fin discutimos de forma abierta la aparición de Intruso en su vida. Entre confidencia y confidencia, le hice saber que no me gustaba y me preocupaba la situación, lo cual no quiere decir que vaya a dejar de ser su amigo. Mucha gente olvida a menudo que un amigo no es necesariamente aquella persona que te dice lo que uno quiere oír. Hubo un gran momento de desahogo por su parte, y yo terminé por narrarle todo mi pasado, descubriendo aspectos francamente sorprendentes en el proceso. Esto me hizo reflexionar sobre como en ocasiones lo cerrados que podemos ser nos impide crecer en unión con aquellas personas que ya no están. La verdad es que fue un momento que agradecí, esperando que las confidencias hayan solidificado más mi amistad con Miguel.

Ya el viernes, llegó el momento de reencuentro con Antonio y Ángel (su marido) quienes me invitaron a cenar junto a varias compañeras de empresa del segundo, que realmente estaban como una cabra, aunque eran muy majas. Después pasamos por el bar, donde Miguel por fin me presentó al intruso, que debo decir me parece un chaval bastante majo. A pesar de esto, sigo bastante preocupado por la situación, que no deja de ser una bomba de relojería emocional, lo que menos necesita Miguel en este momento. Ángel estuvo encantador conmigo, y la verdad es que el muchacho no deja de maravillarme. Llegado el cierre, me despedí de Antonio y su marido, y me retiré a descansar, pues el catarro me estaba dando bastante la brasa. Sin embargo, agradecí que hubieran contado con un servidor. La experiencia también me ayudó a descubrir lo poco acostumbrado que ya estoy a hacer planes con otros, aunque quizás esto empiece a cambiar.

El sábado fue un día de locura, con el bar verdaderamente lleno. A pesar de esto pasé un buen rato, y charlé algo más con Intruso. Juan también llegó por allí, y me sorprendió bastante a lo largo de la noche. Un habitual, solo de algún que otro sábado, se burló de él a sus espaldas. Cuando alejé a Juan del lugar para explicarle lo que había ocurrido, me sorprendió que ambos acabaran enfrentados en una situación francamente tensa. La verdad es que aunque entendía a Juan, me sorprendió que no pudiera haberse quedado callado. Ambos acabamos yendo a una discoteca, y Miguel e Intruso se nos unieron en el proceso. De esta forma me vi regresando a casa bastante tarde. Durante el proceso de la noche, acabé confesándole a Juan también mi pasado crónico. Solo espero que la confianza que ha depositado tanto sobre él como sobre Miguel, sea justificada.

El domingo fue un día más tranquilo, y me di una siesta más que necesaria durante toda la tarde. Después fui a tomar algo, coincidiendo con los dos Juanes, aunque Ángel librara. Miguel estaba allí, y Juan y yo acabamos acompañándole un rato tras el cierre. Ya cansados nos retiramos. La verdad es que ha sido una semana bastante completa, con la excepción de no haber ido a nadar. No logró borrar al chico de la rosa de la mente, pero me conformaré con soñar desde la distancia.

 

Saludos


LAMECULOS

(ENTRADA 416)

 

Un año más ha llegado el famoso puente que sirve de pistoletazo de arranque hacia las Navidades, que como es costumbre en los últimos años no me entusiasma demasiado. Añadido a esto, y como es costumbre, nos han invadido los osos de todos los años. También me he sentido por un catarro, que no entiendo cómo puedo haber pillado. En lo relativo a la vida social, no me queda otra que acostumbrarme a los cambios, aunque reconozco que no me está resultando nada fácil. Añadido a esto, han proliferado los lameculos, que me están generando bastante rechazo.

 LAMECULOS 7-12-15

Opté por no salir entre semana pues, a fin de cuentas, he dejado de ser necesario. Sin embargo, cuando llegó el jueves me dio por ir a tomar algo. El día anterior había tenido una larga conversación con Juan, quien esta tan rallado como yo en lo relativo a la situación de Miguel. Hay veces que me cuesta entender a Juan, para quien todo parece girar alrededor de su percepción o punto de vista. Me confirmó que una ocasión Raz le había comentado que yo era uno de los que desataba sus frecuentes celos. Yo siempre había sabido que Raz y yo no habíamos conectado todo lo posible, pero siempre había tenido la sensación de que en el último mes nos habíamos acercado más, y desde luego sus celos estaban completamente infundados. De todas formas, no entendí demasiado bien la razón por la que Juan me contaba eso, ni que no hubiera intercedido en mi favor con Raz alegando que “todavía no me conocía demasiado bien”. Pero en fin, tampoco hay que darle muchas vueltas al pasado. Acudí al bar y me encontré con Juan, quien me comentó que el día anterior había hablado con Miguel de su situación actual, y había entendido que Intruso no era más que un follamigo, un desahogo. A mí esto no me convenció, pues soy gran observador, pero he decidido no hablar más del tema. Por lo demás, el nuevo camarero me produce mejor rollo, y mentiría si no admitiera que me llama bastante la atención. Se llama Ángel. No me retiré demasiado tarde, pues en el fondo estaba bastante cansado.

Ya el viernes, me sorprendió ver que no había tantos osos como en años anteriores. Sin embargo había bastante por el bar. Para mi decepción, Ángel se había cortado el pelo… con lo que me gustaban sus greñas rizadas. Juan Toledo se había marchado de puente, con lo que solo estuvimos Juan y servidor. La verdad es que muchos de los clientes del fin de semana eran nuevos, quizás porque la mayoría de los habituales se habían marchado de puente. Con Rafa hemos dejado de tratarnos por sus neuras y habituales desequilibrios. Miguel comenzó a mostrarse más cercano, aunque Intruso estuvo acudiendo al bar durante todo el fin de semana. A principios de la semana me había encontrado con él mientras paseaba a sus perros, que me parecieron una pasada. Sin embargo, ese día me había parecido bastante distante, como si algo le alejara de mí. Sin embargo, el viernes estaba más sociable, y me llegó a invitar a unas cervezas. Me intentó llevar a unos chupitos a los bares vecinos, pero uno estaba cerrado, y el otro demasiado lleno. La noche terminó pronto, pues yo estaba machacado por el catarro.

El sábado tuve la habitual comida familiar, tras lo cual aproveché para comprar un regalo para mi madre, pues su santo es el martes. Por la noche volví al bar, donde estuve más rato con Oscar y sus amigos, conociendo a una pareja, uno de los cuales es de mi ciudad natal. Fue el día en el que el bar estuvo más lleno, y también pasé algo de rato con los colegas del recogedor de vasos, que son bastante majos todos. Juan también estuvo por allí, y yo no me acerqué a otros habituales porque estaban acompañados de Intruso, que cada vez se integra más para mi desesperación. También es cierto que cada vez identifico más la actitud lameculos de muchos de los clientes. Ya al cierre, me marché rápidamente y para mi sorpresa Ángel se despidió con un pico, que personalmente a mí me hizo mucha ilusión

Ya el domingo, regresé por el bar. Juan se percató de algo que comparto completamente. Más gente se debe haber percatado de lo ocurrido entre Miguel e Intruso, ya que muchos habituales le hacen corrillo al más estilo lameculos. Es como si quisieran sentirse cerca de la nueva “pareja”. Por otro lado, Ángel estuvo encantador, aunque me parece que tengo poco que hacer con él, pues me confió que dos que habían estado por allí le gustaban. De todas formas, la noche fue extraña, pues observé que la gente estaba bastante bebida, y algunos bastante insoportables. Sigo manteniendo que no me gusta el rumbo que todo esto está tomando, sobre todo viendo como cada vez hay más lameculos. Habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos.

 

Saludos