Archivo para agosto, 2012

AQUELLA EXCURSION PENDIENTE

(ENTRADA 245)

 

Para empezar esta entrada debo trasladarme al verano de 2005, el verano antes de que todo cambiara en mi vida. En aquel entonces, todavía no me había aficionado a la tranquilidad de la playa nudista que frecuento, y seguía una rutina muy distinta, con un optimismo muy distinto. Solía ir en bicicleta a la Playa de la Ñora, pegarme un baño, y perderme caminando por un largo sendero que ascendía, ida y vuelta, antes de volver a la playa, pegarme un baño y volver a casa.

 

Parece algo simple, pero la verdad es que era todo un reto. Después de correr siete kilómetros por la mañana, iba en bicicleta alrededor de cuatro kilómetros por pendientes extremas hasta la playa, donde nadaba un rato. El sendero tiene alrededor de cinco kilómetros y medio, que hacia andando ida y vuelta, siendo diez en total. Después me tocaba cargar con la bicicleta monte arriba por unas escaleras, para ya dirigirme de regreso a Gijón otros cuatro kilómetros, ya que el sendero litoral no estaba completado. En total eran siete kilómetros corriendo por la mañana, ocho de bicicleta y diez andando por la tarde. Un total de veinticinco kilómetros.

 

El sendero era relajante, me ayudaba a desconectar, y además era un año en el que todo parecía tomar un giro positivo. Nada más lejos de la realidad, era el verano antes del peor año de mi vida, y yo en aquel entonces, atravesando el bosque, no era consciente de lo que me esperaba, y como mi vida iba a cambiar. Al año siguiente estaba en fase de recuperación, muy debilitado. Se me había prohibido todo deporte o esfuerzo, y pase el verano de 2006 en la ciudad, prometiendo que volvería a realizar el sendero. En particular recordaba una noche de agosto en que lo había realizado de noche, y lo mucho que me había impactado.

 

En fin, me decidí que al siguiente volvería a realizar el sendero, y aunque en el verano de 2007 llegué a ir a la playa de la Ñora, no me decidí hacerlo. Supongo que era una especie de barrera mental que me impedía hacerlo, las cosas eran distintas, y temía que me impactara demasiado emocionalmente. Al siguiente verano, ya incluso cambié de playa, optando por la nudista más cercana, y hasta la fecha no volví a acercarme siquiera. Todos los veranos me decía a mi mismo que lo haría por lo menos una vez, pero nunca me decidía.

 

De esta forma, siete años después, llegó el momento en el que me prometí que lo haría. Sabía que me costaría, que me traería recuerdos de tiempos de optimismo y cierta inocencia que me costaría digerir, pero tenía que hacerlo. Ayer domingo, después de un baño en mi playa habitual, cogí mi bicicleta y me dirigí allí. En bicicleta llegué al Campo de Golf de la Llorea por primera vez en siete años, y me introduje por el sendero, esta vez en mi bicicleta.

 

Estaba en lo cierto, recorrer el sendero me afectó considerablemente a nivel emocional. Me parecía verme a mi mismo durante ese verano de inocencia e ignorancia, siete años atrás, pero al mismo tiempo, lograba conseguir cerrar un ciclo, algo que quedaba pendiente… aquella excursión pendiente. A través del sendero llegué al antiguo molino, y finalmente a la Playa de la Ñora. Allí decidí darme un baño, el cual simbolizaba cierta forma de bautismo ante la finalización de algo que era necesario hacer, desde hacía tanto tiempo. Tras el baño, subí al mirador donde contemplé la playa, ya relajado, y me dispuse a marcharme a casa mientras el sol se ocultaba.

 

No se si volveré o no el año que viene, pero di un paso necesario. Quizás lo hice solamente para darme cuenta de que no podría recorrer ese sendero siendo la misma persona. Con esto finaliza el verano de 2012, me quedan tres días antes de regresar a Madrid, pero me siento satisfecho de un verano en el que aparque las salidas por el ambiente, y me dediqué por completo al deporte, sintiéndome plenamente satisfecho, y lo más importante… en forma física y mentalmente para el comienzo de una nueva temporada.

 Besoides


39

(ENTRADA 244)

 

Finalmente llegó la semana de mi cumpleaños, que tuvo lugar el sábado. Cumplí treinta y nueve años, siendo mi última edad en la treintena, con lo que empieza atrás la cuenta atrás, que durara un año, para llegar a los cuarenta tacos. A diferencia de otros años, en esta ocasión tuve alguna que otra sorpresa, así como otros eventos que me alegraron la semana.

 

La semana ha continuado regalándonos un buen tiempo inusual, cargadito de un calor bochornoso difícil de tolerar. En lo relativo a correr, ya llevo 1201 kilómetros corridos este año, y por la tarde he continuado cogiendo la bicicleta para acudir a mi playa habitual. Allí lleva unos días haciendo acto de presencia un rubiazo de cuerpo perfectamente definido, e increíblemente guapo, que altera las hormonas de las maris que por allí pululan. Sin embargo, yo he seguido a lo mío, disfrutando del mar y del sol, a lo que debo añadir que este verano pasará a la historia por ser el primero durante el cual no piso el ambiente.

La noche del martes tuvieron lugar los fuegos artificiales del día grande a las doce de la noche. Anteriormente quedé para tomar algo con Pablo, Bea, Santi, y Natalia. También aparecieron Juan y Nieves, a los que no veía desde su boda, así como Javier y su hija Natalia, a los que haría unos tres años que tampoco veía. Tras esto, algunos fuimos a cenar algo, y se nos unieron Jorge y María. Una vez acabada la cena, partimos para ver los fuegos, que no me parecieron gran cosa, excepto al final. Tras tomar algo, regresé a casa para dormir.

El jueves por fin pude hacerme con mi coche nuevo, tras una odisea que le hace a uno pensar que en plena crisis, no están interesados en vender coches. La verdad es que noté la diferencia de manera radical, y estoy comodísimo con él… a pesar de que mi padre me exaspera a veces con sus correcciones.

 

El viernes realizamos una parrillada con Santi y Natalia, a la que acudimos Pablo, Bea, Juan, Nieves, Graciela y servidor. Yo llevé mi nuevo coche hasta allí sin mayor complicación. A las doce de la noche cumplí mis treinta y nueve años. Tras la cena regresé a casa, y al día siguiente, fecha de mi cumpleaños, quedé para tomar el aperitivo con Pablo y Bea, y así poder ver a Pablo Ramón y Paula que habían llegado a la ciudad. Fue entonces cuando Bea y Pablo me invitaron a cenar en su casa esa misma noche. Allí me sorprendieron con una tarta que trajeron en compañía de su adorable hija, así como un detalle. La verdad es que me hizo una gran ilusión, ya que debía hacer más de una década que no recibía tarta en mi cumpleaños, que en esta ocasión pasé en la mejor de las compañías.

La verdad es que mis 38 no estuvieron nada mal, me conformaré conque mis 39 sean iguales. Ya solo quedan once días para disfrutar del verano, antes de regresar a Madrid.

 Besoides


AMIGOS PARA SIEMPRE

(ENTRADA 243)

 

Seguimos con un verano tranquilo y dedicado al deporte. Ya llevo corridos 1161 kilómetros este año, y eso sin contar mis viajes a la playa en bicicleta. Añadido a esto, esta semana se ha caracterizado por distintas actividades con mi pandilla de juventud, y por supuesto toda su prole correspondiente. Esto ha hecho de esta semana, una muy completa, que me ha traído recuerdos de cuando éramos chavales.

 

El martes me llamaron para ir en plan merendero al monte de Deva, característico por otorgar unas vistas formidables de toda la ciudad de Gijón. Allí me llevaron Pablo y Bea, reuniéndonos con Antonio, Mónica, Santi y Natalia… así como todos sus críos respectivos. Como siempre la comida se presentó en cantidades exageradas. Ya entrada la noche, el problema del Monte de Deva es que se convierte en un sitio de considerable frío, con lo que nos retiramos. Durante la merendola disfruté mucho jugando con la hija de Pablo y Bea, con la que la verdad me río mucho.

 

Fue esa misma tarde que se nos ocurrió organizar una excursión para ir a la Playa de Colunga al día siguiente. Como Antonio y Mónica viven allí, consideramos comer en su casa, para ir a la Playa de la Griega después. Nos reunimos los mismos del día anterior, y me tocó jugar con Pablo y Hugo, los hijos de Santi y Natalia. Después fuimos todos a la playa donde nos pegamos un baño monumental disfrutando de las olas. Pasamos de nuevo por casa de Antonio y Mónica para cenar algo, tras lo cual regresamos a Gijón.

 

Mis carreras mañaneras de esta semana fueron todo un sufrimiento debido a la ola de calor que nos asaltó. Pero las tardes de playa fueron formidables con un mar muy tranquilo plagado de peces que observaba mientras nadaba. La verdad es que en general ha sido una semana formidable, que elevó este verano a niveles que no disfrutaba desde hacía años. Para terminarla, el sábado me dirigí a ver la película de Pixar “Brave” la cual, aunque me encantó, encontré más flojas que todas sus predecesoras.

 

Mañana por fin recogeré mi nuevo coche, si no hay ningún percance. La semana también incluirá la noche grande de Gijón con sus característicos fuegos artificiales. La semana también incluirá mi cumpleaños, con lo cual se presenta también completa.

 Besoides


MAREA ALTA

(ENTRADA 242)

 

Seguimos con un verano exclusivamente dedicado al deporte, por lo que continuo sin salir, levantándome temprano para aprovechar el día, y recibiendo una gran recompensa física, asín como a nivel de salud. El tiempo sigue acompañando este verano, superando con creces al del pasado; sin embargo, el viernes nos asaltó una marea alta y fuerte completamente inusual para lo que es el comienzo de agosto.

 

A medida que recorría el muro de la playa en mi incansable bicicleta, me percaté de que en todas las zonas ondeaba la bandera roja. Las olas eran descomunales, y más parecía el principio de septiembre cuando esto es característico. En fin, yo seguí con mi bicicleta colina arriba, para luego bajar con ella al hombro hasta la playa nudista que yo frecuento. En cuanto vi como estaba el mar me di cuenta de que un baño estaba descartado. Siempre me da rabia llegar a la playa y no poder darme por lo menos un chapuzón. De todas formas, como estaba cansado, me puse a tomar el sol tumbado en mi toalla, a una distancia a la que el mar no llega nunca en verano. Cual fue mi sorpresa cuando una ola llegó a donde estábamos todos,  despertándome bruscamente, y empapando mi toalla y mochila. Nunca había visto cosa igual. Aguanté un poco más, pero me di cuenta de que faltaba hora y media para la pleamar, y ya apenas había playa en la que refugiarse, por lo que decidí marcharme. Al coger bicicleta al hombro para subir por las escaleras fuera de la playa, me di cuenta de que la playa ya había desaparecido prácticamente, cuando aún faltaba tiempo para la pleamar. Subir por las escaleras hasta el sendero, con mi bicicleta al hombro, y el peso de la toalla y mochila empapada fue costoso.

Por lo demás, tuve una anécdota en el garaje. El paisano de la plaza al lado de la mía me pidió que centrara más el coche en mi plaza para que pudiera salir. Yo me acerqué y comprobé que tenía sitio de sobra para salir, y mi coche estaba bastante alejado de la línea de separación. Asín que le dije que si quería más sitio para salir que se pegase más a la columna, pero que yo estaba dentro de mi plaza. Este tío esta acostumbrado a que mi plaza esta vacía el resto del año, y se ha acostumbrado a la comodidad.

En lo relativo al deporte, por fin comencé a correr mis diez kilómetros habituales el uno de agosto. Ya llevo corridos 1101 kilómetros este año, y esto que aquí tengo cuestas pronunciadas en mi recorrido habitual. El viernes pude ir al cine a ver “Prometheus”, película que me encantó, aunque hubo ciertas cosas que no me encajaron en lo relativo a la continuidad.

 

Y así ha comenzado el mes de agosto, con mi puesta en forma avanzada, aunque mis tiempos no se acerquen a los de años pasados, aunque todo se anduviera. Me siento pleno y feliz… y eso es lo importante.

 Besoides