(ENTRADA 136)

Me encanta esta expresión, “closure”. Se puede traducir como cierre, pero viene a definir el momento en el que ponemos fin, o solucionamos algo que nos ha quedado pendiente. Si tuviera que definir mi viaje a Charleston con una palabra, sería esta. Y eso es algo bueno, que creo que necesitaba desde hacía ya trece años.

 En aquel entonces, abandonar la ciudad supuso todo un sacrificio. Había salido del armario allí, y vivido mis cuatro años universitarios de manera intensa. De manera que me resquebrajé, y un fragmento mío se quedó en la ciudad. Daniel se marchó incompletó, y con la sensación de que no había conseguido alcanzar “closure”.

El Charleston al que he regresado más de una década después no es mi Charleston. Aunque estos diez días han sido intensos, he logrado darme cuenta de que nunca podré regresar al Charleston que experimenté. Gracias a estas reflexiones he podido recorrer sus calles, mis rincones secretos, el lugar donde me enamore, donde lloraba, donde escribía, donde estudiaba, donde soñaba… y en cada lugar he ido recogiendo esos fragmentos que había dejado atrás, y que me hacían incompleto. Ahora estoy listo para regresar, completo, y con la capacidad de mirar hacia el futuro de una manera más decidida. Creo que eso es algo muy bueno.

He podido ver a unas quince personas de las que conocía, el resto se había mudado, y algunos han fallecido. Algunos me han decepcionado, y otros me han demostrado que hay gente como yo, que no cambia con el paso del tiempo, y que la amistad tiene un significado atemporal. Mi antiguo amigo Mark ha sido ejemplo de esto. Durante esta semana me ha llevado en su coche a la playa, a las plantaciones que tanto me gustaba recorrer, como Boone Hall o Middleton.

También hemos ido por los restaurantes que más me gustaban, disfrutando de la excelente cocina sureña. Añadido a esto organizó una barbacoa en la que reunió al núcleo de la antigua pandilla, los dos junto a Buddha y Heidi.

En el lado sentimental me dio un flechazo bastante intenso. Un hombre llamado “Joe Joe” me conquistó con sus piropos y sonrisa, aunque al haber empezado a salir con alguien haría dos semanas, no se decidió a ir más allá. Sin embargo, pude besarle brevemente en los labios, y soñar en mi mundo de fantasías con lo que podría haber sido. Pero no recuerdo la última vez que un hombre tan atractivo se había fijado en mí.

Es curioso como el tiempo cambia las cosas, pero tiende a poner las cosas en su lugar. Logra de esta manera solventar asuntos pendientes, y sanar heridas que uno pensaba le iban a acompañar de por vida. Yo he logrado sanar, creo que ya no me queda ni la cicatriz. En mi mente queda archivado el Charleston que una vez conocí con todas las cosas buenas que me ocurrieron durante esa época. Esta noche saldré a tomar una cerveza con mi amigo Frank, después de comerme las clásicas ostras fritas, y mañana volveré a mi país, completo, para por fin comenzar mi nueva vida sin el lastre de la añoranza del pasado.

Danny Boy ha completado un ciclo pendiente desde hacía mucho tiempo, y ya completo se ha convertido en Daniel, el hombre que mirará con decisión y optimismo al futuro. A todos los que habéis contribuido en este viaje, y que seguiréis mis andanzas, todo mi amor.

 Daniel

(ENTRADA 134)

Pues sí, todo llega, y no cabe duda que hoy toca escribir sobre el Mundial. En mi vida había visto Madrid como ayer por la noche, ni siquiera cuando ganamos la Eurocopa. La verdad es que ha sido un Mundial repleto de anécdotas y  momentos tensos, que han resultado en algo que nuestro país se merecía desde hacía ya mucho tiempo.

 Empezamos bastante mal, y acabamos de la mejor manera posible, y sin recurrir al juego marrullero que ha caracterizado a Holanda, donde se impuso el juego limpio (aunque sigo manteniendo que nuestro punto débil es el de dejar escapar demasiadas oportunidades de gol). Yo me dirigí a mi bar habitual a ver el partido, y la verdad es que lo pasamos en grande a pesar del sufrimiento. La única nota discordante fue la reaparición de José, con quien me fusioné en un apastando beso al acabar el partido al más estilo Casillas (que momentazo, por cierto), pero que me acabó dejando colgado cuando otro tío más guapo le entró. No voy a negar que eso me jorobara bastante, pero en fin, es el riesgo que tienen los metrosexuales. Aunque se me ha ocurrido la analogía, que si pierden las ocasiones que se les presentan de empezar algo bonito con alguien bueno, les puede pasar como a Holanda… que no ganen nunca.

De regreso me tocó caminar desde Recoletos hasta mi casa en la Plaza de Cuzco, ya que no había ni un taxi disponible, y la Castellana estaba tomada por la gente celebrando un día histórico en el mundo del deporte. Ni que decir tiene que después de una hora caminando, llegué hecho polvo a casa, y caí muerto para no pegar ni ojo porque la celebración seguía por las calles. Fue el insomnio más bonito que he tenido, y me quedé viendo la celebración en el sofá.

Yo me acordé mucho de mis amigos de Gijón, mucho más forofos del futbol que un servidor (aunque siempre sigo Mundiales y Eurocopa, y algún partido de mi Sporting). En particular de mi amigo Santi en el Mundial de 1994. El partido que perdimos en cuartos (contra Italia) lo vimos en mi casa. Rondábamos entonces los veintiún años, y al perder, Santi apesadumbrado se asomó a la ventana de la cocina suspirando “No hay manera, no lo lograremos nunca”. Fue en aquel entonces hace dieciséis años, que le dije: “Todo llega para aquel que sabe esperar”. Esa era la frase que más repetía mi abuela, y creo que alberga una gran sabiduría. La esperanza no se debe perder nunca.

Lo que esta claro es que la próxima que nos toque ser anfitriones del Mundial, la mascota debe ser un pulpo.

 ¡Nos lo hemos merecido! Ojala España pudiera seguir tan unida como lo ha estado durante esta larga aventura.

En fin, el viernes comienzan mis vacaciones y regresó a Estados Unidos después de doce años. Esperemos que este verano sea el comienzo de muchas cosas buenas, porque Daniel siempre ha sabido esperar.

Besazos y Abrazazos

(ENTRADA 133)

Un año más llego el Orgullo, y una vez en compañía de quien sin duda es a día de hoy el mejor amigo que tengo, la Tremenda, me dispuse a disfrutar de dicha celebración.

 UNA VEZ MAS, EL DUO AL ATAQUE

Como se puede observar por la foto, la temática de mi singular compañero de orgullo, fue más que veraniega, y resultaba desternillante ver como durante toda la marcha, no dejaba de preguntar por donde se llegaba a Torremolinos. Tras pasar a visitar a varios amigos, y una nueva sesión de interminables fotografías (como siempre la protagonista fue la Tremenda, que para eso es la originalidad en persona), nos dirigimos hacia la Puerta de Alcalá. No hay año en el que algún accesorio de la Tremenda falle, y ya se ha convertido en una tradición desternillante. El primer año se le caían las bragas, lo cual no siempre es un inconveniente; el año pasado los flecos eran empujados atrás por el viento; y este año la impresionante peluca azul probó no estar dotada de la estabilidad necesaria, y cada vez que había alguna racha de viento se le caía. A pesar de ello, tal fue la popularidad de mi genial compañera, que terminaron por entrevistarla para la tele y salió en “La Noria” de esa misma noche. Por lo que respecta a las carrozas, sigo manteniendo que cada vez son menos originales, pero hubo una absolutamente genial donde todos sus habitantes iban caracterizados como súper-héroes. ¡¡Pero ninguno vino a rescatarme!!

 LA MEJOR CARROZA

También me encantaron los coches tuneados al estilo leather, oso o disco, que fueron verdaderamente originales y que podéis ver en el tradicional álbum que colgaré. Durante el trayecto, nos fuimos encontrando con varios amigos, que suelen ponerse siempre en la misma zona. Como este año la manifestación coincidía con el partido de España, no hubo tanta gente como otros años, lo cual casi era de agradecer. También ayudaron las tormentas que habíamos tenido, gracias a las cuales no hizo tanto calor como otros años. De regreso paramos a ver a unos amigos, y como siempre fracasé en mi intento de pedir una cita que lleva ya dos años rondándome la cabeza. Es conocido de amigos, y siempre le veo en el Orgullo, y aquí me referiré a él como “Ojos”. Hace dos años le conocí, y la verdad es que gustó mucho, pero mucho. Hace un año volví a verle, y durante este último mes me estuve mentalizando para lanzarme a darle mi número de teléfono. Una vez probé que cuando me gusta alguien me bloqueo, me inundan las inseguridades, y claro esta, no le di mi teléfono. Aunque logré charlar un poco mientras me perdía en sus ojos. En fin, quizás el año que viene me atreva. Supongo que a medida que uno se hace mayor, y que se va acercando más a los cuarenta, se asusta cada vez ante el posible rechazo, y más yo que me veo, en caso de triunfar en la atracción, en la obligación de dar explicaciones adicionales. Tras una noche de celebraciones, de risas, y de bailoteo con los amigos, el Orgullo llegó a su final una vez más.

EL MAS BUENORRO

Al día siguiente quedé con Javi, ya despojado de su “Tremendismo”, y pasamos un rato divertido intercambiando fotos del evento, tras lo cual fuimos al cine a ver “Eclipse”.

Voy a estar de acuerdo con él en algo, y es que la Bella de la saga me parece cada vez más egoísta e insoportable, y eso que no me disgusta la saga. Tras esto fuimos a dar una vuelta, y debo admitir que el domingo post-orgullo siempre me ha parecido algo triste, como símbolos de que se pone punto final a una etapa. Pero tengo la sensación de que se aproxima otra con muchas cosas buenas. Sea como fuere… I WILL SURVIVE!!!

Besazos y Abrazazos